25 nov 2021

Un estudio estadístico de las rutinas de juego del Dépor 21/22 (Primera parte)


 Por Rubén Pedreira

El Dépor es líder de su grupo de 1ªRFEF y se encuentra actualmente en una dinámica muy positiva de resultados. Teniendo en cuenta que las victorias llegan y que estamos ya en un punto de la temporada en el que se pueden empezar a sacar conclusiones, es buen momento para preguntarse: Más allá de las sensaciones, ¿qué podemos decir del juego del equipo? En este artículo se realizará la primera parte, referida hoy al aspecto defensivo, de un estudio estadístico que permitirá entender a qué juega el conjunto de Borja Jiménez y cómo de bien lo hace en términos cuantitativos.

PRIMERA PARTE: FASE DEFENSIVA: 

En esta primera parte del análisis comenzaremos por la fase de defensa, en la que el equipo está destacando después de recibir solo 6 goles en 13 partidos.

I: Portería

Soy de la idea, no sé si equivocada o no, de que la posición de portero es poco tolerante a ser juzgada con estadísticas a pesar de lo que pueda parecer. Si bien hay muchos números que pueden servir para sacar mil conclusiones acerca de los jugadores de campo, en el caso de los porteros creo que solo hay dos que pueden ayudar a clasificarlos: El ratio entre goles y disparos recibidos y, en los últimos años y siempre con prudencia, la diferencia entre el xGA y los goles recibidos reales. 

Veamos el caso del xGA. Este parámetro, análogo al xG pero para goles encajados, nos da una medida de los goles esperados en un partido en base al estudio de las jugadas de peligro que se llevan a cabo en el encuentro. Utilizando este parámetro lo que encontramos para los partidos que disputó el Dépor es lo siguiente:

FIGURA 1: Análisis del xGA. Dentro de los círculos verdes vemos el dato de los goles encajados en el partido y dentro de los círculos amarillos los que serían esperables encajar según el xGA

En la FIGURA 1 se comprueba que solo en 4 partidos el Dépor encajó más goles de los esperados. En la columna gris de la derecha podemos ver la diferencia numérica entre los goles encajados y el xGA, que si realizamos una suma simple nos dice que, a día de hoy, el Dépor encajó 1.66 goles menos de lo que le correspondería si el xGA se hubiese cumplido.

Hay que tener en cuenta, no obstante, que el xGA no es infalible. En mi opinión, el valor del partido contra el Real Unión infravalora mucho la ocasión del primer gol, en la que un error en la salida de balón provocó una situación de uno contra uno muy clara. En cualquier caso, vemos que el saldo es muy positivo para un Ian Mackay totalmente indiscutido en su puesto y que partido a partido demuestra que es un jugador de otra categoría. Recibió 34 disparos a puerta y encajó solo 6 goles, lo que nos dice que hay que disparar casi 6 veces entre los tres palos para marcarle un gol. Números de nivel superior.

II: Zonas defensivas

La defensa del Dépor esta temporada estuvo marcada por los problemas para cubrir el lateral derecho. La baja de Trilli tras el primer encuentro conllevó una serie de probaturas en esa banda de la zaga, donde nadie llegó a convencer hasta que Víctor García se asentó en el puesto a base de trabajo y despliegue físico. 

Es precisamente esa banda derecha la que se muestra como región preferente de los ataques rivales, conocedores de esa carencia a lo largo de la temporada y sabiendo que incluso ahora que existe un ocupante asentado este no es lateral puro.

FIGURA 2: Ataques recibidos por el Deportivo en sus 12 partidos jugados desglosados por zona del campo por la que llegaron


Si bien la tendencia de los contrarios a atacar el flanco derecho blanquiazul es clara (FIGURA 2), también lo es que no parece estar sacando los frutos esperados por los conjuntos que se enfrentan al Deportivo. Si bien esa zona derecha es claramente la que más se intenta explotar, no es ni mucho menos la más frágil en la práctica, y las siguientes gráficas así lo demuestran. El Dépor sufre más, por normal general, cuando los ataques recibidos llegan por la zona media:


FIGURA 3: Ataques recibidos por la zona central. El valor numérico sobre los datos de ataques finalizados corresponden al porcentaje del total que suponen.

FIGURA 4: Ataques recibidos por la banda derecha. El valor numérico sobre los datos de ataques finalizados corresponden al porcentaje del total que suponen.

FIGURA 5: Ataques recibidos por la banda izquierda. El valor numérico sobre los datos de ataques finalizados corresponden al porcentaje del total que suponen.

Si nos vamos a las cifras brutas, encontramos que de los 372 ataques que recibió el Dépor por su banda derecha (FIGURA 4), sólo un 9% de ellos acabaron en una acción de finalización. Es un porcentaje muy bajo comparado con el 12% de finalizaciones a las que se llegaron en los 297 ataques intentados por zona media (FIGURA 3), aunque alto si lo comparamos con el cerrojo de la banda izquierda (FIGURA 5). La pareja habitual formada por Héctor y Jaime en ese flanco consiguió que solo el 6% de los ataques por su región llegaran a una acción de finalización.

Tenemos, por tanto, que el rival tiene tendencia a buscar hacer daño por banda derecha, buscando aprovechar las dudas que ofreció el equipo en esa posición en la mayor parte de la temporada. Si bien es cierto que en las 5 primeras jornadas consiguieron altos porcentajes de finalización entrando por ese lado, desde la jornada 6 dicho porcentaje experimentó una caída en picado. En el caso dela banda izquierda, los porcentajes de finalización fueron consistentemente bajos mientras que la zona central fluctuó de manera clara.

Comentario técnico: Lo introducido hasta ahora fueron puros números, pero para que tenga utilidad al número hay que complementarlo siempre con la capacidad para interpretarlo o incluso para reconocer que no tiene correspondencia con lo visto en el campo. En el caso de estas estadísticas, existen tres detalles claros a comentar:

  • El rival siempre tuvo tendencia a explotar la banda derecha y durante las primeras cinco jornadas, que coincidieron con el baile de nombres para ocupar ese lateral (Trilli, Benito, Villares, Lapeña...), eso conllevó éxito. No, obstante, justamente vemos que el porcentaje de ataques finalizados por esa banda comienza a caer en picado a partir de la jornada 6, que coincide justamente con el momento en el que Víctor se asentó en la posición y se quedó como titular hasta la actualidad. Los números demuestran que el despliegue físico del valenciano no sólo es meritorio, sino también efectivo. La caída en picado del peligro generado por su lado resulta sorprendente y no es casual.
  • La zona central es un frente de rendimiento muy fluctuante en lo que respecta al orden defensivo del Dépor. Los números secundan sensaciones que ya nos había dejado lo visto en el campo, y es que en ciertas ocasiones es fácil hacer daño al equipo por el centro aprovechando transiciones rápidas. El trio que conforman Álex, Villares y Juergen está dando grandes resultados, pero la versatilidad que demuestran en ocasiones en el reparto de funciones los dos últimos crea algunos contextos en los que es más fácil hacer daño si el rival roba rápido en zona media y se lanza al juego directo. Esta temporada vimos muchas acciones de peligro en contra tras pérdida en esa zona, y es un detalle a mejorar para conseguir afianzar esa capacidad del equipo de saber sufrir tras ponerse por delante en el marcador.
  • En lo que respecta a la banda izquierda, los datos avalan el trabajo impecable de la pareja Héctor - Jaime. Gran capacidad para mantener el cerrojo en esa banda, incluso teniendo normalmente por delante a extremos que suelen ser menos constantes en las ayudas de lo que es Quiles. Los número quizás no acompañen a las sensaciones en lo ocurrido en el último partido, contra el Rayo, en el que Aguirre ocupó el puesto de Héctor y se vió un flanco más vulnerable de lo habitual. Aún así, el porcentaje de finalizaciones desde ese lado se mantuvo claramente bajo en ese partido.

III: Transiciones

Estudiemos ahora las rutinas de recuperación de balón para encontrar en qué zonas es más efectivo el Dépor obteniendo de nuevo la posesión. Para tener una idea realista de esta estadística es importante no solo tener los datos normalizados a una unidad temporal concreta (como en este análisis estamos haciendo un estudio partido a partido ya tenemos esto), sino que también debemos normalizarla a unidad de posesión para eliminar errores debidos al hecho de que ambos equipos no tienen el balón el mismo tiempo durante los encuentros.

En los siguientes gráficos se normaliza el número de recuperaciones a la unidad de posesión de balón rival. Es decir, obtendremos el valor de cuantas recuperaciones realizan los equipos por valor unitario de la posesión contraria, que es cuando estas se realizan:

FIGURA 6: Balones recuperados por el Dépor desglosados por zona de recuperación

La gráfica de recuperaciones llevadas a cabo por el Dépor es una gráfica dentro de lo esperable.


FIGURA 6: Balones recuperados por los rivales desglosados por zona de recuperación

No obstante, en la gráfica de recuperaciones del rival vemos un hecho importante, y es que por lo general al Dépor suelen robarle más balones en zonas medias que en las inmediaciones del área rival. Esto implica que muchos ataques mueren antes de llegar a donde deberían, aunque no necesariamente tiene que implicar una forma negligente de atacar.

Hagamos ahora la comparativa por zonas para ambos equipos. Si se hace eso, lo que obtenemos es lo siguiente:



FIGURA 7: Balones recuperados en zona baja por el Dépor en comparación con sus rivales. El valor numérico sobre cada jornada se refiere al tiempo de posesión obtenido en el partido por el equipo que jugó contra el Deportivo.

FIGURA 8: Balones recuperados en zona media por el Dépor en comparación con sus rivales. El valor numérico sobre cada jornada se refiere al tiempo de posesión obtenido en el partido por el equipo que jugó contra el Deportivo.

FIGURA 9: Balones recuperados en zona baja por el Dépor en comparación con sus rivales. El valor numérico sobre cada jornada se refiere al tiempo de posesión obtenido en el partido por el equipo que jugó contra el Deportivo.

En estos gráficos destaca mucho el partido de la jornada 7, contra el Real Unión. A pesar de perder el encuentro, el Dépor consiguió más de un 70 de posesión y su presión fue muy efectiva en todas las alturas, pero incluso así fue incapaz de dar la vuelta al marcador. Un xG neto de 2.33 a favor del Dépor demuestra que ese partido fue una anomalía estadística.

En datos brutos promedio, el Dépor consigue recuperar 0.65 balones por unidad de posesión rival en zona baja, 0.66 en zona media y 0.22 en zona alta. Por otro lado, los rivales son capaces de conseguir quitarle la posesión de 0.55 balones en zona baja, 0.68 en zona media y 0.17 en zona alta.

 

Comentario técnico: En esta parte del análisis vemos reflejados indicios del que quizás sea el único defecto que se suele reprochar al Dépor esta temporada. El conjunto blanquiazul está siendo un equipo capaz de explotar al máximo sus llegadas gracias a la calidad de los jugadores ofensivos y también sabe resguardarse atrás. La cantidad de recuperaciones en zona baja es por norma general bastante superior a la de sus rivales y eso habla de un equipo que sabe armarse atrás, pero existen otras parcelas en las que los números no son tan positivos.

Ya en la anterior sección se comentó que las pérdidas en zona media estaban creando problemas y generando peligro de los rivales por la zona central, y estas gráficas certifican que el mediocampo es el lugar en el que el Dépor tiene más problemas para generar y para protegerse. No obstante, hay que tener en cuenta un detalle importante y es que el Dépor suele encontrarse con rivales que buscan darle protagonismo y resguardarse. El conjunto de Borja Jiménez suele encontrarse contra bloques cerrados y en ese contexto es normal no encontrar huecos para llegar a las inmediaciones del área y acabar perdiendo balones en zonas intrascendentes. Si bien el dato por sí solo podría hablarnos de un equipo con problemas para generar, el fútbol nos dice más bien que es un equipo al que los rivales no quieren dejar ser protagonista. El ejemplo de lo que puede hacer este equipo contra un rival que deja espacios estuvo en el partido contra el Celta B, y los rivales se esfuerzan por evitar eso.

Seguramente el mismo razonamiento explique en parte los datos de las recuperaciones en zona alta, que no resultan especialmente destacables con respecto a sus rivales a pesar de la intención del técnico de utilizar a menudo la presión tras pérdida en esa zona. El Dépor es un equipo con tendencia a buscar la presión adelantada con su bloque de tres delanteros y el apoyo de Villares o Elitim, aunque también es cierto que su segunda línea suele buscar acudir a regiones de protección en lugar de unirse a la primera presión.

3 oct 2021

Las claves del bajón del Dépor en los últimos minutos del partido contra la SD Logroñés


Por Rubén Pedreira

El partido del pasado viernes acabó con un jarro de agua fría sobre Riazor. El equipo de Borja Jiménez casi contaba ya con llevarse su quinta victoria de la temporada mientras Ian Mackay tenía el balón en su poder para sacar de puerta en el minuto 93 tras una clara ocasión del equipo rival, pero una mala gestión de una posesión que debía ser utilizada para matar definitivamente el encuentro dio al conjunto riojano una oportunidad aprovechada para poner la igualdad en el marcador en el último segundo. Al final, 1-1 y la sensación de que se perdieron dos puntos en un partido que no se supo cerrar desde el campo ni desde el banquillo.

La primera parte del equipo blanquiazul dejó buenas sensaciones. El Dépor planteó un partido de ritmo alto, con Villares marcando los tiempos y Soriano con libertad partiendo desde la banda para crear contextos de superioridad por dentro y marcando espacios para las internadas de Héctor por banda. Bergantiños ejerció de ancla de manera notable, Quiles ofreció apoyos y ruptura de manera incansable y Miku cazó un gol digno de aplauso. El planteamiento de Borja funcionó, y muy bien, hasta que en el minuto 60 decidió que era momento de protegerse mejor de las respuestas rivales. No quiso dejar de plantear una presión muy profunda en campo rival, que tan buenos resultados había dado en todo el encuentro, pero buscó guardarse las espaldas haciendo dar un pase atrás a Bergantiños y cambiando ligeramente la mentalidad.

Creo que el principio del fin se dio en el minuto 66. En ese momento el técnico dedició sacar del campo a Soriano para introducir a Aguirre y hacer algunos retoques en el estilo de juego. Era una sustitución que debía hacerse, eso sí, porque el jugador cedido por el Atlético llevaba unos minutos visiblemente fatigado y tomando decisiones erróneas, pero implicó modificaciones que no ayudaron. Por un lado, aunque Soriano no tuvo su mejor partido en cuanto a lo que se refiere a contactos con la bola, su perfil y movimientos sin balón sí permitieron encontrar la forma de hacer daño al rival. Además, como ya se comentó, a partir de ese momento se modificó de forma evidente el rol que Álex Bergantiños desempeñaba sobre el césped y la intencionalidad en las transiciones.

Tras la entrada de Aguirre, un jugador con más tendencia a pegarse a banda, Bergantiños se insertó entre los centrales siendo con frecuencia el hombre más atrasado del equipo (FIGURA 1). Al capitán se le encargó ejercer de tercer central y ser el primero en salir a la presión cuando las posesiones del rival superaban la línea del centro del campo y se acercaban peligrosamente al área . 

FIGURA 1: Bergantiños insertado entre los centrales durante la salida de balón (izquierda) y en fase defensiva (derecha)

Diego Villares y Elitim pasaron a ser un doble pivote con amplias labores en la presión. Se les pidió que continuaran defendiendo muy arriba, con el colombiano habitualmente un paso por delante en fase ofensiva y Villares ejerciendo más de faro en la creación y apoyo móvil por su zona del campo. Este planteamiento de líneas de presión alta y Bergantiños anclado entre los centrales tuvo un porcentaje de éxito bastante elevado, el Dépor fue capaz así de frustrar buena parte de las transiciones ofensivas de la SD Logroñés ya fuera con robos, pérdidas forzadas o, cuando las fuerzas flaquearon de manera más evidente, con faltas tácticas. Eso sí, cuando las primeras líneas de presión eran superadas, el equipo riojano encontraba huecos que explotar en zonas ventajosas (FIGURA 2).

 

FIGURA 2: Villares y Elitim mantienen la tendencia a incorporarse a la presión muy adelantada en campo rival (izquierda), y se generan huecos a sus espaldas en posiciones ventajosas para el rival debido a que Bergantiños pasó a jugar en la línea de centrales (derecha)


Viendo esto, el técnico visitante supo entender la oportunidad y aprovechó para dar entrada a Ander, un extremo capaz de aprovechar ataques lanzados y rápidos para explotar este contexto. A partir de esa declaración de intenciones, la SD Logroñés comenzó a buscar una mayor verticalidad y a adelantar su primera línea de presión (FIGURA 3), provocando errores en la salida de balón de un Dépor que durante el partido no había encontrado dificultades para conducir hasta campo rival. El equipo blanquiazul buscó sacudirse estos minutos bajando el ritmo del encuentro en sus posesiones y buscando mover de lado a lado el balón para descubrir las líneas del conjunto de Logroño, aunque con frecuencia no consiguió más que hacer avanzar el reloj.


FIGURA 3: Desde su entrada, Ander se situó como delantero junto a Soberón, con libertad para caer a banda, y formaron una primera línea de presión adelantada sobre la salidad de balón deportivista
 

Este contexto provocó un partido de golpes mutuos entre ambos equipos, el Logroñés intentando ataques rápidos buscando a sus dos hombres de arriba y el Dépor alternando entre la mencionada búsqueda de posesiones largas y los balones largos buscando llegadas de los laterales. Estas llegadas se dieron especialmente por banda derecha debido a que los movimientos habilitadores de Quiles para las subidas de Víctor resultaron efectivos mientras que Aguirre, que trató de mantener la tendencia de Soriano a poblar zonas interiores, sufrió más para encontrar la manera de hacer daño sin balón al ser un jugador de tendencia a vivir más pegado a banda.

La situación de equilibrio duró aproximadamente hasta el minuto 80, cuando el conjunto riojano fue capaz de encadenar varias acciones de peligro poblando peligrosamente el área local (FIGURA 4). El bajón físico del equipo deportivista era evidente, y Borja Jiménez decidió que era momento de dar fuelle a sus jugadores. Además de la entrada forzada de Granero debida a la lesión de Jaime, introdujo a De Vicente por Elitim, uno de los futbolistas más cansados sobre el césped, y Doncel entró sustituyendo a Quiles.

FIGURA 4: Superado el minuto 80 de juego, la SD Logroñés se volcó al ataque y el Dépor no supo frenar las llegadas ni aprovecharlas a la contra

Los cambios deportivistas no surtieron el efecto deseado. La SD Logroñés subió un punto más la presión y forzó a una sucesión de errores en la salida de balón deportivista. El equipo visitante era el único capaz de desarrollar su juego de manera continuada, consiguiendo encerrar en su campo a un equipo local que se vió incapaz de parar la subida de ritmo y de efectivos en ataque que imprimió el equipo entrenado por Raúl Llona. Uno de los jugadores que más sufrió esos minutos fue Diego Villares, que después de completar un gran partido acabó visiblemente fundido por sus esfuerzos en la presión durante más de 70 minutos.

A pesar de los buenos minutos de la SD Logroñés, en las cercanías del minuto 90 comenzaba a parecer que el equipo visitante empezaba a perder fuelle. El Deportivo consiguió incluso tener rachas de dominio del juego y alguna ocasión como la que provocó Doncel con un disparo desde fuera del área mientras el cuarto árbitro enseñaba el cartel con los cuatro minutos de añadido. No obstante, no estaba todo dicho. Los de Llona consiguieron un corner a dos minutos del final que desembocó en una clara doble ocasión que parecía ser la última del encuentro. Mackay sacaba poco después de puerta en largo para intentar matar los 60 segundos que restaban hasta el pitido final, pero Aguirre mandó un balón largo que devolvió la pelota al equipo rival, dándoles una última oportunidad. El cronómetro marcaba el minuto 93:50 cuando un centro lateral llegó a la cabeza de Miguel Ledó para acabar en el fondo de la portería. No había tiempo para más y el pitido final llegó en un partido en el que el Dépor, tras conseguir dominar el partido durante 70 minutos, se fue a los vestuarios con un punto que sabe más bien a derrota. Pero, a veces, estas cosas pasan.

2 oct 2021

William de Camargo contra el fútbol moderno


   Por Rubén Pedreira

William de Camargo lleva un par de partidos sin participar con el Dépor, dos partidos en los que el equipo tropezó y en los que, en mi opinión, el contexto de ambas segundas partes pedían a gritos su entrada. En un caso, para darle imprevisibilidad al ataque ante un rival cómodo (en el caso del encuentro contra Unionistas) y en el otro para aprovechar su profundidad ante una SD Logroñés que consiguió hacer dar un paso atrás a los coruñeses en los últimos minutos. 

Hace unos días, William ofrecía una entrevista en La Voz de Galicia en la que comentaba que el fútbol actual le aburría por ser muy robótico y muy táctico. Más allá de que se pueda estar de acuerdo o no con su opinión, lo cierto es que son unas palabras muy acordes a su estilo como futbolista. El fútbol, efectivamente, tiende a estar cada vez más encorsetado, y en el caso del fútbol español incluso puede decirse que se encuentra también embotado. En el fútbol patrio no sólo vemos cómo el ansia por el dominio de todo contexto del juego cohibe con frecuencia al talento y la improvisación, sino que también existe una tendencia al ritmo excesivamente lento y trabado que lleva a que el tiempo de juego efectivo sea muy bajo. El primer perfil casi extinguido por las derivas del fútbol moderno fue el del mediapunta, un tipo de futbolista que no puede sobrevivir ante las exigencias de intensidad y de precisión suiza, y está por ver cómo afectarán los cánones del fútbol español a otro perfil en peligro: El del extremo desequilibrante y regateador.

Creo que en nuestro país existe una filosofía desde la base, instaurada en años recientes, que inconscientemente tiende a enviar el mensaje a los jugadores en formación de que el regate es un recurso demasiado arriesgado como para intentarlo. De un tiempo a esta parte, el regate está bajo sospecha y es cada vez más difícil encontrar a jugadores que llegan a línea de fondo en un contexto de no superioridad y sean capaces de decantarse con éxito por la opción del desborde. España, anclada en los éxitos de 2010, continúa estimulando la predominancia del pase y la posesión como argumento estrella y eso se deja ver incluso en los últimos metros, donde se ven muchas más elecciones de combinación hacia atrás en contextos de uno contra uno en banda de las que se deberían. Si juegas con extremos, gran parte de los contextos en los que se encontrarán estos para generar peligro real más allá de tres cuartos de campo implicarán una situación de uno contra uno, y si las afrontan desde el miedo al error al encarar no conseguirán ser decisivos en ninguna de ellas.

Los extremos de perfil combinativo (tuvimos a Keko en Coruña hasta hace poco) o los extremos con perfil de apoyo y ruptura (como Quiles en muchos momentos de su juego) son útiles y necesarios, pero siempre te encontrarás contextos en los que un regateador generará superioridades que nunca se encontrarían por otros métodos. En los últimos años, el único extremo español que se me viene a la mente que entre dentro del perfil de regateador es Bryan Gil, y esta carencia es preocupante porque hace perder variantes de alto potencial y que no puedes conseguir realmente con jugadores no específicos. Un jugador tiene talento para el desborde o no lo tiene, y si desde la base condicionas a los que lo tienen para que tengan miedo a buscarlo acabas por extinguirlo, porque el don de encarar es casi más un estado de ánimo que una cuestión de técnica.

El fútbol español está perdiendo el regate, y creo que es un gran error. Mientras no se hace nada por solucionarlo, jugadores que aportan ese preciado y escaso don, como es el caso de William, deberían ser utilizados todo lo posible en los contextos que se amoldan a sus características, porque si algo positivo tiene para ellos esa escasez es que los convierte en todavía más peligrosos. No puede ser que extremos nacidos para el desborde se reconviertan en otra cosa y repriman su talento, porque el deborde es tan útil como el mantener la posesión dependiendo de la situación del juego. No puede ser que la cultura futbolística cohiba a un jugador a seguir intentando lo que sabe hacer si en un par de acciones no se le dan las cosas, porque cuando un desborde sale bien en el lugar adecuado genera un peligro que puede compensar cinco pérdidas anteriores y un pase hacia atrás por no atreverse a encarar en el lateral del área nunca genera nada de por sí.

Creo que este Dépor no suele sufrir, sabe controlar los partidos de manera bastante eficiente, y eso es una gran virtud. Pero a veces los planes se vienen abajo y te ves, como contra Unionistas, jugando contra un equipo bien plantado contra el que tienes que marcar gol, o contra la SD Logroñés contra un equipo que consigue hacer que des un paso atrás. Y cuando eso pasa no puedes permitirte no usar al único jugador con esas características singulares de la plantilla. No puedes permitirte no dar libertad a de Camargo para que haga sin miedo lo que mejor se le da.

28 sept 2021

Anecdotario grotesco del Real Club Deportivo de La Coruña: La Tabordinha


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Sebastián Taborda fichó por el Deportivo en verano de 2005 procedente de Defensor Sporting. El delantero uruguayo llegó a Coruña como un jugador dominante por alto y letal en el área, pero en las tres temporadas que jugó en el Dépor solo consiguió jugar como titular en 5 de los 41 encuentros de liga en los que participó, marcando cinco tantos y dejando un sabor muy amargo en la grada.


Durante su etapa como blanquiazul, Taborda (al que apodaban 'El Huracán') nunca llegó a triunfar y fue utilizado sobre todo en los minutos finales de encuentros en los que el resultado no acompañaba y era necesario buscar el gol por todos los medios. Fue precisamente en uno de esos partidos, en el que salió para intentar ayudar a remontar un marcador desfavorable frente el Valencia, cuando su nombre quedó veraderamente grabado en la memoria del deportivismo.

El día era un 5 de  mayo de 2007. El Deportivo perdía por un escueto 0-1 contra el Valencia en la jornada 33 de la liga 06/07 cuando, en el banquillo deportivista, algo empezó a gestarse en la mente de Joaquín Caparrós. El partido necesitaba un revulsivo, y en el minuto 68 el utrerano sacó del campo a Duscher para dar entrada a Taborda. Caparrós sabía que era arriesgado sacar a un mediocentro de contención para introducir a un punta, pero veía a su jugador motivado y capaz de hacer algo en la acción a balón parado que en ese momento debía ejecutar el equipo.

No era fácil, enfrente se encontraba un equipo que luchaba por entrar en Champions, pero el charrúa salió concentrado. Sabía que un centro medido sería muy apropiado para demostrar su punto fuerte, su remate de cabeza. Emocionado, corrió hacia el área justo a tiempo para ver cómo Sergio ejecutaba, Capdevila templaba y finalmente consiguió estirarse para efectuar un remate épico e inédito hasta aquel momento en el fútbol internacional. Efectivamente, Sebastián inició aquel día un mito e inventó la famosa Tabordinha, un remate con una parte del cuerpo que normalmente no se utiliza en la práctica de este deporte, que se incorporó a la tradición oral coruñesa e irá pasando de generación en generación durante mucho tiempo entre los asistentes a Riazor.

30 ago 2021

Inyección de moral para empezar la temporada


  Por Rubén Pedreira

Todo lo que le podía haber salido bien al Dépor en su vuelta a la competición salió bien. El partido de ayer frente al Celta B dejó solo buenas sensaciones, pues un 5-0 logrado sin sufrimientos no es para menos. Supone generar un buen colchón de moral de cara al futuro del torneo, que además era necesario debido a la irregular pretemporada, pero también supone ver pasar ante nuestros ojos la frase aleccionadora por excelencia del deportivismo: "Cuidado con la fiesta, que nos la quitan de los fuciños".

Por ahora nadie está de fiesta en Coruña, como es evidente, no hay motivos para ello. Hay alegría, pues se ganó convenciendo y contra un rival con cierto significado emocional, pero quien más y quien menos sabe que esto solo fue un partido y que queda mucho. El Dépor no tuvo fisuras, jugó como un equipo consolidado a pesar de tener una plantilla prácticamente nueva, y eso es un paso importante de cara al futuro que pocos podían esperar viendo que las sensaciones de los amistosos eran de equipo al que le faltaba trabajo por hacer. El equipo que conocíamos hasta hoy era otro y sembraba dudas, pero un partido tampoco siembra certezas.

En cualquier caso, no hay razones para buscar hoy puntos en contra, es día para alegrarse por muchas cosas. Alegrarse por ver un plan definido de juego durante 90 minutos, por ver a dos juveniles demostrar que están más que capacitados para ser parte importante del proyecto, por una línea defensiva que esta vez sí fue sólida (en gran parte gracias al trabajo de todo el equipo que impidió al Celta causar peligro real) o por la demostración de que existen jugadores en plantilla diferenciales para la categoría. El que más destacó ayer fue Juergen, al que poco pudimos ver en verano y dejó dos asistencias dignas de colgar en la pared, pero otros como Quiles o Villares confirmaron que serán referencias, aunque en el caso de estos dos últimos sorprendió menos porque ya nos lo habían dejado claro vistiendo la blanquiazul.

Cabe preguntarse, eso sí, lo que pasará en partidos menos idóneos para desplegar el juego mostrado. El plan de juego del Celta B está entre los más propicios para desarrollar el plan de dominio y búsqueda del espacio que vimos ayer. El filial vigués jugó abierto y mirando hacia adelante, y eso permite encontrar con más facilidad las debilidades que se encontraron ayer. Hacerlo tan bien ante un equipo con calidad y que se quedó cerca del ascenso el año pasado no es sencillo, pero sí queda todavía la incógnita de ver qué pasará ante equipos de los que se espera que tengan la vista más puesta en su propia portería que en la contraria contra el equipo blanquiazul

La temporada pasada se vio perfectamente en la segunda vuelta: El partido ante el Celta B, si bien era un equipo con mucho talento, fue más exitoso para ese Dépor que buscaba ser proactivo que los jugados contra otros equipos más centrados en protegerse y hacer daño a la contra. Seguramente Juergen tendrá espacios menos evidentes para explotar la espalda de la línea defensiva en partidos futuros y los movimientos claros de rotura de Miku o Quiles serán menos habituales. Queda por ver si al equipo se le sigue haciendo de noche en la zona de tres cuartos en esas situaciones como ocurría la temporada pasada o por fin habrá armas (hay motivos para creer que sí) para romper defensas dispuestas a enrocarse en su área.

Esto acaba de empezar y nadie aprendió más que Coruña lo que es quedarse sin éxitos que celebrar incluso cuando el camino está mucho más avanzado que ahora. Pero también cabe tener confianza plena después de ver los mimbres del equipo. Al final, estamos jugando básicamente a algo que ya sabemos que es buena idea: Balones a Villares y que él marque los tiempos. Y este año, por lo que parece, los acompañantes de ataque son mucho más capaces de generar cosas cuando les llega el turno.

29 ago 2021

Anecdotario grotesco del Real Club Deportivo de La Coruña: Con un par... de goles


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La temporada 07/08 fue un gran año para Xisco. Con 9 goles anotados en 25 partidos jugados, se ganó el interés de varios clubes de Europa y acabó fichando por el Newcastle ese verano por algo más de cinco millones de euros.


De esos nueve goles, dos de ellos los marcó en la jornada 31, en un Racing - Deportivo que acabó con victoria coruñesa por 1-3. El primero de los tantos lo anotó el delantero balear ya en el minuto 1 de partido, y la sorpresa se apoderó de todos cuando en la celebración se dirigió hacia Julián de Guzmán para efectuar un palpamiento mutuo en zonas habitualmente no exploradas por el prójimo en lugares públicos, como se ve en la imagen.

Al ser preguntado años después sobre la original forma de festejar el gol, Xisco lo explicó de la siguiente manera: "Julian es mi hermano negro. Siempre estamos de broma y un día me comentó que teníamos que hacer una celebración en condiciones. Lo habíamos hablado y marqué, nos acordamos y lo celebramos. Fueron bromas nuestras, pero hubo varios del equipo que se quedaron flipados como diciendo: '¿Pero estos dos qué hacen?'. Nos reíamos mucho. Este mismo verano estuve con él en Toronto, nos acordamos de la celebración y hasta estuvimos viendo fotos. Fue algo divertido".

27 ago 2021

Anecdotario grotesco del Real Club Deportivo de La Coruña: Dos hombres y un destino


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Cuando se habla de peleas de vestuario, todavía hoy se sigue recordando con nitidez aquella que protagonizaron los dos porteros de la plantilla del Dépor en la temporada 07/08. 


Con el pelo desaliñado, un ojo visiblemente hinchado y hablando por teléfono al volante. La imagen de Dudú Aouate en Abegondo tras su encontronazo con Munúa, su rival por el puesto de portero titular en Coruña allá por el año 2008, sólo se podría definir diciendo "todo mal". Y la intrahistoria de la imagen no ayuda en nada a mejorar esa sensación.

Corría el mes de enero perteneciente a aquella temporada 07/08 cuando todo se desató. Una mala racha de resultados y de actuaciones hizo que Aouate perdiera el puesto en favor de un Gustavo Munúa con el que las cosas no mejoraron demasiado. La leyenda cuenta que el detonante del desencuentro fueron las declaraciones en rueda de prensa que el portero israelí hizo el 10 de enero, en las que calificaba su suplencia como "injusta". Esas palabras no habrían sentado nada bien a su compañero uruguayo, que acabó acercándose a él en el vestuario al día siguiente para, tras espetarle un marrullero "¿y tú qué miras?", sorprenderle con un puñetazo en todo el ojo delante del resto de componentes de la plantilla, que presenciaron el golpe sin entender qué estaba pasando allí. Los doctores tuvieron que hacer acto de presencia para suturarle a Dudu la herida provocada por el certero derechazo (o izquierdazo, las fuentes no lo aclaran).  Lo que más pareció molestarle al receptor del golpe, no obstante, fueron las formas más que el fondo, pues reprochó: "Por lo menos, si quiere pelear, que lo diga, que lo haga como un hombre y no como una chica".

La versión que el uruguayo ofreció días después al pedir perdón por su acto, eso sí, aportaba matices a la historia. Según Munúa, la discusión habría empezado a partir de un enfrentamiento que se les fue de las manos a ambos y en el que fueron "el uno a por el otro". La decisión de Lotina fue apartar del equipo a ambos guardamentas, incluso llegó a decir públicamente que ninguno de ellos jugaría más aquella temporada, aunque finalmente no fue así. Fabricio, en aquel momento portero del filial, jugó los 6 encuentros siguientes, pero más tarde Aouate volvería para ocupar la portería hasta el final. Ambos porteros continuaron sorprendentemente en plantilla la temporada siguiente, aunque por poco tiempo y sin volver nunca a ganarse el favor de Lotina.

La consecuencia legal de todo esto fue una pena de seis meses de prisión a Munúa (conmutable por una multa de 3650€), y la consecuencia deportiva fue que el Dépor empezó a sondear el mercado en busca de un nuevo guardameta. Aranzubia fue el elegido y llegó en verano tras terminar contrato, estableciéndose como indiscutible. Aouate acabó marchándose al Mallorca en el siguiente mercado de invierno, en enero de 2009, mientras que Munúa lo hizo seis meses más tarde para llegar a Málaga.

25 ago 2021

Anecdotario grotesco del Real Club Deportivo de La Coruña: El transfer invisible de Javito


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La situación alrededor del Dépor era algo preocupante en el mercado de invierno de 2011. El equipo acabó enero en una posición no demasiado dramática (14º a 4 puntos del descenso), pero existía un problema recurrente que preocupaba y mucho: La falta de gol convertía al equipo entrenado por Miguel Ángel Lotina en el segundo equipo que menos anotaba en todo el campeonato y no parecía haber solución para ello sin fichajes.

En ese contexto, el club blanquiazul decidió tomar medidas y acudir al mercado de invierno en busqueda de pólvora ofensiva, presentando en el último día de mercado a tres futbolistas ofensivos: el argentino Pepe Sand, el retornado Xisco y un canterano del Barça que llegó con la credencial de haber debutado el mismo día que Messi: Javito.

El saldo final de los fichajes no fue positivo. Xisco, cuya vuelta ilusionaba tras haber tenido una buena etapa previa en el Dépor, solo tuvo tiempo de jugar dos partidos, para empezar a recuperar forma tras medio año sin entrar en los planes del Newcastle, antes de lesionarse el aductor y perderse todo un mes de competición. El balear acabó la temporada con 9 partidos disputados y dos goles anotados. El caso de Sand no fue mejor: el atacante argentino, que llegaba precedido por la fama de goleador que le convirtió en ídolo de Lanús, llegó muy fuera de forma tras dos años en el fútbol de Emiratos Árabes y en ningún momento dio muestras de estar en disposición de jugar al fútbol. Cero goles en cinco partidos disputados no contribuyeron en nada a evitar un descenso que se acabó consumando en la última jornada. En el caso del tercero de los fichajes, la historia da para más comentarios.

Javito llegaba tras convertirse en uno de los ídolos indiscutibles del Aris Salónica. Extremo habilidoso y con capacidad goleadora, fue referencia de un equipo que llegó a dar alguna que otra sorpresa en Europa (al Atlético de Madrid, por ejemplo) y plantó cara a los grandes en el campeonato doméstico. La situación del futbolista era curiosa, pues llegó para jugar medio año en Coruña habiendo fichado ya por el Olympiacos para llegar a Atenas a partir del verano siguiente. Por otro lado, a la hora de oficializar el fichaje, los datos suministrados a la FIFA por parte de ambos clubes implicados no coincidían: El Dépor hablaba de cesión mientras que el Aris hacía constar un traspaso, existiendo además retrasos en los plazos porque los griegos esperaron a recibir la primera cuota del pago para enviar los datos requeridos.

La situación generada fue incómoda. Las noticias sobre la situación del futbolista se sucedían y en ninguna de ellas parecía vislumbrarse un final. Tras la sorpresa inicial de Lotina al comunicársele que no podría contar con él en el primer partido de febrero, contra el Getafe, empezó una romería de titulares en la previa de cada jornada que seguían el mismo patrón: "Javito tampoco estará disponible contra el Villarreal", "Javito será baja también en Almería"... La FIFA acabó denegando el pase temporalmente y delegó la decisión definitiva a la Comisión del Estatuto del Jugador, decisión que se demoró mes y medio para dar finalmente un veredicto que no podría ser peor para los intereses deportivistas. No permitían cesiones de jugadores con menos de seis meses de contrato por delante, la llegada del transfer a Coruña quedaba prohibida. 

El jugador se fue de Coruña habiendo solo entrenado con el equipo, sin haber podido disputar ni un solo minuto y llegando finalmente a Olympiacos para cumplir el precontrato que había firmado antes de su llegada a Coruña, aunque en su vuelta a Grecia no cuajó y su carrera no llegó a despegar a partir de ese momento. Actualmente quema sus últimos cartuchos como futbolista en el CP Moraleja de la Primera División Extremeña.

17 ago 2021

Anecdotario grotesco del Real Club Deportivo de La Coruña: La llamada de la selva


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Después de casi 20 temporadas defendiendo los colores del Deportivo, Manuel Pablo se retiró con muchas anécdotas que contar a sus nietos. No obstante, seguramente nunca se habría imaginado que una de ellas fuera la que le ocurrío en San Mamés en la 13ª jornada de liga en la temporada 07/08.
 
 
El episodio se conoció en palabras del médico del club, Carlos Lariño, quien contó a los medios el apuro por el que pasó el lateral diestro en aquel partido contra el Athletic. Un virus estomacal afectó aquella semana a siete jugadores de la plantilla deportivista, siendo uno de ellos el antiguo defensa blanquiazul. El futbolista se acercó al banquillo en pleno partido y le comentó a Miguel Angel Lotina que se encontraba indispuesto, comentario sobre el que el técnico quiso saber más detalles. Cuando su entrenador le preguntó "¿cómo que indispuesto?" Manuel Pablo no se lo pensó dos veces antes de responder con un rotundo "¡que me cago!".

Al ser preguntado por el incidente, el propio jugador explicó que había esperado todo lo posible con la esperanza de llegar al descanso y poder quitarse ese marrón de encima, pero se lamentó explicando que "llegó un momento en el que no pude aguantar más", y acabó teniendo que pedir permiso al cuarto árbitro para salir corriendo hacia los vestuarios. Al final, con la profesionalidad característica del jugador, todo quedó en una anécdota y el lateral jugó el partido completo, salvo ese rato de ausencia forzada, hasta que el árbitro señaló el final con 2-2 en el marcador.

15 ago 2021

Anecdotario grotesco del Real Club Deportivo de La Coruña: Un paseo en Mini


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El Dépor encaró el mercado de verano de 2013 con ciertas urgencias. Recién descendido y con un tope económico marcado por la Liga que no daba para grandes alardes, el club coruñés llegó al final del mercado con algunos huecos en su plantilla todavía por cubrir.

 


Las últimas pinceladas para cerrar la plantilla deportivista serían un central que ya había vestido la camiseta blanquiazul la anterior campaña, Carlos Marchena, y un delantero propiedad del Udinese, Alex Geijo. Ambos se presentaron a día 2 de septiembre de 2013 a pasar reconocimiento médico con el club y fueron paseados por la ciudad de Coruña en un Mini descapotable, siendo fotografiados por periodistas y aficionados que daban por hechos ambos fichajes. No obstante, pocas horas después se confirmaba que la presencia de uno de los dos protagonistas en el paseo sobraba.

Con el club metido en un proceso concursal, cada fichaje era observado con lupa por los administradores del club, que debían dar el visto bueno antes de firmar a cualquier futbolista. El contrato de Marchena fue aceptado, pero en el caso del delantero la cosa no pintó igual de bien. Tras semanas de negociaciones y un reconocimiento médico pasado, el jugador del Udinese veía como, poco después de sacarse la foto que ilustra este artículo, el administrador concursal salía a declarar públicamente que su fichaje era "absolutamente inasumible" y que no llegaría a oficializarse. Así, en cuestión de escasas horas, Alex Geijo pasó de darse un baño de masas en Coruña en el asiento trasero de un descapotable a fichar por uno de los rivales del Dépor aquella temporada: el Mallorca.

8 jun 2021

Destrucción y construcción para crear un Deportivo funcional


Tardó bastante tiempo en llegar la estabilidad después de un periodo de incertezas en lo deportivo, pero parece que el Dépor ya tiene organigrama cerrado para empezar a destruir la plantilla 2021 y comenzar a construir la plantilla 2022. Durante estas épocas suele tratarse el tema con términos menos absolutos, se habla más de "confección de plantilla", pero creo que esa dualidad destrucción/construcción es más adecuada para describir el trabajo que tiene por delante el club coruñés de cara a cerrar nombres para el curso que viene.

No creo que se descubra nada nuevo si se dice que la plantilla de la temporada que acaba de finalizar no era apta para lo que se necesitaba. No sé si lo que tuvo más peso para llevar al equipo al fracaso final fueron los nombres, los hombres o la coherencia de las piezas, pero a día de hoy sabemos que la mala adecuación de cada una de esas cosas fue un hecho. Un hecho que sufrió especialmente Rubén de la Barrera al implementar sus ideas de juego, pues quedó patente que las sensaciones de atasco ofensivo de la primera parte de la temporada eran un problema intrínseco y no algo solucionable con una reorientación de las bases del juego.

De la Barrera llegó al equipo con la intención de conseguir un ascenso haciendo jugar al equipo de su ciudad según el estilo que propuso durante toda su carrera, un estilo cuyos cimientos están asentados sobre la idea del juego de posición, pero se encontró un contexto muy complicado para conseguirlo. La idea sobre la que se construye el concepto de 'juego de posición' se basa en la creación de superioridades con un objetivo muy claro: La oscilación de la pelota y los movimientos sin balón orientados a acumular hombres libres entre líneas que permitan una circulación fluida que facilite encontrar múltiples caminos posibles para hacer daño al rival en cada fase de la construcción. No se basa en dar pases para que el contrario se canse corriendo ni en conseguir un 90% de posesión durante el partido para alardear de ello, es una búsqueda activa de espacios para los receptores potenciales de pase que dejen vulnerables las líneas de presión del equipo contrario y la recepción llegue en un entorno liberado. Y si por algo se caracterizaba el equipo al que llegó Rubén, era precisamente por la nula capacidad de sus piezas para encontrar fluidez a partir de tres cuartos y para encontrar líneas de pases que rompieran la organización defensiva rival. 

La etapa de De la Barrera dejó algunos partidos interesantes, incluso buenos, pero eso no fue la norma y por lo general cuando triunfó fue en contextos favorables de entrada a su idea. Esto es, contra sistemas defensivos más abiertos por el caracter proactivo del rival, que dejaba las líneas contrarias más expuestas y la movilidad efectiva entre ellas más asequible (Celta B) o contra transiciones defensivas con presión laxa (como ese Langreo que ya no se jugaba nada en la última jornada y se dejó ir al encajar el primer gol). Cuando la búsqueda de las superioridades se encontró ante sistemas desfavorables a los que había que desordenar en favor propio de manera proactiva antes de poder explotarse, nunca se consiguió fluidez y nuca hubo un jugador capaz de conseguirla. A lo largo del año sólo Gandoy, brevísimamente y en el partido de la primera vuelta ante Unionistas, dio muestras en algún momento de ser un jugador capaz de tener herramientas propias para paliar esa falta de capacidad para encontrar debilidad en las líneas rivales en el último cuarto de campo, pero fue un espejismo. El canterano se fue difuminando por completo con el avance de la temporada. A falta tanto de un jugador diferencial en esa fase del juego como de capacidad grupal para solventar la carencia del futbolista específico, el resultado fue la impotencia ofensiva como norma.

Creo que un equipo cuyas piezas no son capaces de encontrar recursos para hacer daño a sistemas rivales desfavorables después de haber utilizado durante un año dos sistemas ofensivos muy diferenciados es un equipo que necesita una remodelación más que importante, una destrucción (por enésima vez, si hablamos de lo referente al Deportivo, y eso es preocupante). Este artículo, en cierta medida, exculpa a Rubén de la Barrera de no haber llegado a sacar el rendimiento necesario a lo que tenía, pero sobre todo busca fijar la lupa sobre lo que nos interesa ahora: Las salidas que habrá que buscar para que otros puedan llegar.

Si lo pensamos fríamente, no creo que haya más de 5 jugadores cuya marcha debería evitarse de manera decidida (y aquí no cuento a Lucho, pues los acontecimientos recientes invitan a pensar que su marcha está cercana). Esos jugadores, por una u otra razón, son en mi opinión Borja Granero, Alex Bergantiños, Héctor Hernández, Diego Villares y Celso Borges. Por otro lado, también me quedaría con Valín y Gandoy por su condición de sub 23 y con Adri Castro. Para todos los demás, pienso que otro vendrá que igual o mejor lo hará, así que la puerta debería estar abierta para ellos en todo momento. Toca, esperando que esta vez sea la definitiva, destruir la casa todo lo que la situación permita y construirla de nuevo sin reutilizar nada más que los verdaderos cimientos y los materiales de los que no sea posible desprenderse o que no se puedan sustituir.

27 may 2021

Razones para ver aciertos en la llegada de Borja Jiménez al Dépor


 

El otro día escribí unos tuits sobre por qué habría elegido a Yago Iglesias como entrenador. No obstante, el ocupante del banquillo del Dépor será Borja Jiménez, que llega a Coruña después de conseguir ascender a segunda por la vía rápida en sus dos últimos proyectos en la categoría y dejar muy buenas sensaciones en el anterior con el Rápido de Bouzas. A pesar de que no era la opción que yo tenía en mente en un primer momento, ¿es una buena noticia su fichaje? Yo creo que sí.

Hay algo a lo que estamos más que acostumbrados en Coruña, y es que nuestra forma de vida se basa en ver cómo las plantillas que creíamos buenas en agosto acaban siendo lamentables en enero. En Riazor no hay un virus que se contagia a los jugadores nada más llegar y que les hacen convertirse en algo que nadie esperaba, sino que los rendimientos catastróficos, en categorías profesionales, suelen ser cosa de recorrer en un orden concreto los dos escalones de la escalera hacia el fracaso absoluto:

1º - Falta de adecuación entre la plantilla y la idea

2º - Lastre psicológico derivado de los malos resultados, generalmente debidos al primer punto

El primer escalón, el de la falta de adecuación, es el único que se puede evitar en verano desde los despachos, y tiene una explicación simple. Una plantilla está cortada por un patrón, sea cual sea, y el hecho diferencial está en dársela a alguien que cumpla 2 características: Que hable el mismo idioma que la plantilla e, idealmente, que tenga experiencia en el objetivo marcado. Si echamos un vistazo a los últimos proyectos del Dépor, veremos que esto no es la tónica general y el mejor ejemplo me parece el del año del descenso en Segunda División: Los jugadores de aquella plantilla llamaban a ser explotados desde la versatilidad y tenía como principales talentos a jugadores que maximizan su rendimiento desde sistemas abiertos e ideas de juego permisivas con la libertad de ideas a partir de tres cuartos. Tener a jugadores como Aketxe o Gaku y confiar en un rematador de área como Longo para ser la referencia así lo pedía, y en cambio se delegó el juego del equipo en un entrenador de estilo cuadriculado como Anquela. El técnico, que tiene sus virtudes y lo está demostrando en su meritorio  desempeño reciente en el Alcorcón, no era el adecuado para aquel proyecto ni por ideas ni por experiencia en la tarea de pelear por el ascenso a la máxima categoría y el desenlace fue el que fue.

Una vez se sube al escalón de la falta de adecuación entre los jugadores y el banquillo, lo más lógico es que el impulso para subir al siguiente empiece a aparecer, y es que cuando el juego cortocircuita lo normal es que los resultados no lleguen y cuando los resultados no llegan lo normal es creerse mucho peor de lo que eres. Una vez empieza a aparecer el lastre psicológico, punto diferencial en el fútbol profesional entre el éxito y el fracaso, es muy difícil salir de esa dinámica. No obstante, aquí desde los despachos ya poco puede hacerse más que dar un nuevo vuelco al timón y ver si trayendo a otro entrenador la cosa cambia. Pero ese entrenador ya habrá empezado su trabajo condicionado por la situación y con una plantilla en la que no tuvo voz ni voto.

¿Qué tiene que ver todo esto con la llegada de Borja, estará pensando el lector más escéptico? La respuesta está en el primer punto mencionado y en lo difícil que es acertar revolucionando una plantilla para, desde cero (la plantilla del Dépor 20/21 se desveló no apta para mantener variante alguna de juego de posición), adecuarla a un entrenador como Yago Iglesias que trabaja un estilo muy concreto y que, sin que eso signifique que no sea solvente adaptándose, tuvo sus éxitos con dicho estilo y no con otros. Borja llega con la virtud de haber triunfado en el objetivo que se le propone y además con una virtud más esotérica pero que en un club con la losa de haber fallado durante demasiado tiempo en la adecuación de su plantilla puede ser un hecho diferencial: Es un entrenador al que, más que un estilo, se le asocia a la adecuación de sus ideas a los jugadores. Ese rasgo suele ser un cliché, lo primero que se enseña en las escuelas técnicas es que el buen entrenador es el que se adapta a lo que tiene en lugar de adaptar a sus jugadores a sus bases, pero lo cierto es que en la vida real es muy difícil encontrar a entrenadores que renuncien tan fácilmente a ese encorsetamiento. Saber que existe esa predisposición a buscar alternativas (aunque evidentemente no se planifica una temporada sin mostrar una ideología de base, pero eso no significa que la cosa no acabe por torcerse) es un añadido que puede ayudar a evitar ese mencionado primer escalón hacia el fracaso que llevamos años y años predestinados a subir.

Borja Jiménez llega sabiendo lo que es conseguir lo que se espera de él y sabiendo que los jugadores y el entrenador están condenados a entenderse aunque sea el técnico quien tenga que acudir a la escuela de idiomas para ello. Es capaz de conseguirlo, si tiene talento a su disposición y la suerte no se pone caprichosa, no hay motivo para no pensar que la vuelta al fútbol profesional no pueda ser una realidad. Eso sí, teniendo en cuenta los grandes problemas que suponen desde hace años en este club la visión cortoplacista y la exigencia del resultado inmediato.

24 ene 2021

El salmón


Acaba el partido y la ventana está abierta. La del vecino también lo está, y de los altavoces que tiene junto a ella sale la voz de Andrés Calamaro cantando aquello de "siempre seguí la misma dirección: la difícil, la que usa el salmón". Unos versos que, con las estadísticas de ese Deportivo 0-2 Compostela dominando todavía la emisión y contigo pensando hacia dónde se dirige tu equipo, no te generan más que ganas de asentir y decirle a Andrés, telepáticamente y desde la distancia, un vehemente: "Tú también ves la mierda que tenemos que aguantar, ¿verdad?".

El camino del Dépor lleva años siendo el mismo: La lucha contra la corriente, el apocalipsis inminente, la urgencia, la situación desesperada... Llevamos días escuchándolo, no hay experto que no lo dijera esta semana: SI EL DEPORTIVO NO GANA AL COMPOSTELA, LA SITUACIÓN SERÁ LÍMITE. Y te lo dicen así, en mayúsculas, porque cuando alguien es experto dice las cosas en grande. Yo no creo que sea tiempo aún de escribir en mayúscula, aunque evidentemente el tiempo pasa, la situación es horrible y lo preocupante es que no hay brotes verdes en cuanto a juego. Yo hasta el partido contra el Celta B sabía a lo que se trataba de jugar, aunque la idea no recibiera los elogios entusiastas de Jorge Valdano. Desde ese partido, en cuya previa se impuso la idea de que era imperativo jugar a otra cosa, ya no tengo ni la menor idea de qué es lo que se quiere conseguir cuando el equipo salta al campo. Matiz importante: En aquellos tiempos en los que el juego era inadmisible el Dépor era líder de la categoría.

Resulta insoportable ver cómo cada temporada empieza con la sensación de que hay un foso de caimanes rodeando el césped en cada partido y que si alguien tiene una acción desafortunada hay gente de sobra dispuesta a tirarlo al agua. Y esto es un estado mental alimentado por todos, desde el dirigente que tiene la ocurrencia de soltar en verano que tiene esperanzas de ganar la Copa con una plantilla que todavía no demostró nada hasta quien le dice al entrenador en rueda de prensa, después de una victoria, que el Deportivo está obligado a jugar a otra cosa. Como si al fútbol se jugara a cosas diferentes que a intentar lograr la victoria, sea con un 99% de posesión o con un 0% y un gol en propia de un rival que la lió al pasársela a su portero. Creo que en Coruña existe un estado psicológico instaurado que hace que lo bueno parezca siempre muy mejorable, la mejoría de lo bueno parezca insuficiente y lo malo sea totalmente inaceptable. Siempre es necesario dar más y siempre existe la obligación de conseguir lo máximo. Este club siempre está entre la pared y la obligación de lograr el más difícil todavía bajo amenaza de desaparición inminente. Y, aunque es posible que esta vez sí sea tristemente cierto, ningún proyecto se asienta en las prisas y en el conseguir cosas sí o sí.

Sinceramente, la planificación de este proyecto me generó cierto aroma a despotismo ilustrado.  Pura demostración de poderío, todos los lujos del mundo para el entrenador bajo promesas de construír "la mejor plantilla de la historia de la categoría", pero sin preguntarle al entrenador. Vinieron jugadores mundialistas, se quedaron futbolistas con sueldos de primera y se ficharon jugadores que deberían estar en una categoría superior. Todo eso para que, en una tarde de enero en Riazor, Bicho demuestre que quizás no es mejor jugador que Borges pero sí un fichaje mucho más coherente para la categoría o que Roberto Baleato, que lleva toda la vida currándoselo entre 2ªB y 3ª, salga en los últimos minutos a matar el partido conduciendo y calmando el juego ante un puñado de nerviosos jugadores con trayectoria en primera.

Hay una cosa evidente, y es que este equipo es una trituradora de futbolistas y eso no puede ser casual. Llevamos muchos años viendo cómo, entre los fichajes lamentables, aparecen también jugadores que son de un nivel muy superior al mostrado en Coruña. Se me ocurre un Carles Gil que siempre estuvo absurdamente bajo sospecha o un Fede Valverde que pasó sin pena ni gloria, por ejemplo. Algunos consiguieron recuperarse con el tiempo, como los mencionados, otros muchos nunca volvieron al nivel previamente mostrado o prometido una vez se marcharon de Coruña y este año está volviendo a pasar. Abad dejó de ser el coloso de inicio de temporada para dejar ver en cada una de sus acciones la sombra de la duda. Diego Rolán, jugador diferencial que venía a comerse la categoría lleva un par de partidos sin dar signos de ser un futbolista de otro nivel y Granero dejó de ser el central imperial de las primeras jornadas para pensar que si puede ser otro el que llegue al balón y evitarle a él la posibilidad de fallar mejor que mejor. Son sólo tres ejemplos, la trituradora nunca se apagó y la dolorosa (y merecida, el baño fue de proporciones bíblicas) derrota contra el Compostela es sólo la punta de ese iceberg.

Seguiremos, hasta que la realidad nos permita seguir, poniéndonos losas sobre las espaldas que contagian a todos. Siempre empezaremos las temporadas con la obligación de ganar todos los partidos, si empezamos ganando todos los partidos diremos que necesitamos jugar mucho mejor y si empezamos a jugar mejor exigiremos que los jugadores celebren los goles con coreografías bonitas. Eso pasa en todos sitios, en todo el mundo existe la crítica por absurda que sea. Pero nosotros tenemos un problema: nuestro club está instaurado en el fracaso desde hace mucho tiempo y además es un club de historia grande, pero en una ciudad pequeña. Aquí se sabe todo y todo llega a su receptor. En Coruña si alguien critica a otro en Os Mallos el aludido nota en Matogrande cómo le pitan los oídos. La urgencia nunca ayudó a nadie, y cuando vives en ella lo único que tienes es una corriente en contra ante la que tienes dos opciones: Tomarte un rato para parar, relativizar, salir del río y continuar a pie o seguir la misma dirección: La difícil, la que usa el salmón. 

Y al salmón, cuando llega al final de su carrera contracorriente y consigue desovar, no le espera generalmente un desenlace bonito.

17 ene 2021

Conclusiones imposibles y clavos ardiendo en Salamanca


El Dépor sacó de Salamanca un empate de los que hasta hace muy poco provocarían titulares apocalípticos en algunos medios coruñeses. Juego trabado, tiros a puerta brillando por su ausencia y un rival, colista de la categoría, que se sintió bastante más cómodo que el equipo coruñés durante casi todo el partido. Esto es el resumen que se puede hacer de lo visto hoy, pero también es cierto que no se puede decir mucho más si queremos analizarlo de cara al futuro. Es un encuentro que añade un bache más al camino de penurias del conjunto blanquiazul, pero a la vez cualquier conclusión a extraer sería precipitada.

En frente estaba un equipo, el Salamanca, que a pesar de ser colista tiene un equipo hecho para objetivos bastante mayores y que a partir del cambio en el banquillo sólo puede ir hacia arriba. El equipo salmantino también tiene entrenador nuevo, pero este tuvo mucho más tiempo para trabajar en las nuevas ideas que un Dépor que tuvo escaso margen de adaptación a la novedad. El Salamanca se encontró cada vez más cómodo según iba viendo que la nueva pizarra funcionaba mejor que la antigua y, con el paso de los minutos, se fue haciendo evidente que confiaban en el cambio de rumbo. Después de unos primeros instantes con un Dépor totalmente protagonista, el guión cambió y quienes decidían cómo se jugaba eran los locales. 

No se puede decir que el Dépor fuera superado, pues la portería de Carlos Abad no se vio comprometida en casi ningún momento, pero sí que vimos un partido en el que los coruñeses no supieron lo que debía hacerse para crear peligro. Como en algún otro partido de esta temporada, apenas se habría notado si el portero rival hubiese sido sustituido en mitad del encuentro por un muñeco de nieve. Una nieve que fue protagonista y condicionó también, a su modo, un partido en el que ambos querían reafirmarse como un equipo mejor de lo que habían demostrado ser y en el que sólo un bando se fue a casa habiendo conseguido ese objetivo. Eso sí, el resultado fue desastroso para ambos. 

No creo que haya mucho que comentar sobre fútbol en lo que atañe a los jugadores dirigidos por Rubén de la Barrera, pues fútbol vimos poco. Lo que vimos fue indecisión, errores pueriles en la combinación y la sensación eterna de que hay jugadores que individualmente son mejores de lo que muestran pero como engranajes de una misma máquina no son fácilmente compatibles. Aunque la plantilla del Salamanca sea mucho más barata que la del Dépor, por lo visto hoy cualquier habría cambiado a Ernest por Galán o a Anderson Arroyo por Valín y el mediocampo fue completamente dominado por Antonio Amaro en lugar de por el mundialista Borges. Sólo Mujaid, a su nivel habitual, demostró ser digno de decirse de él que es un jugador de categoría superior. La zona ofensiva volvió a ser un solar y Rui Costa, que hace unas cuantas jornadas demostró cosas que apuntaban a verlo como un delantero útil, volvió a pasar por el césped con mucha más pena que gloria en su nueva oportunidad desaprovechada de demostrar que puede ser el 9 de este equipo.

La mejor noticia es haber sacado, al menos, un resultado mejor que el peor de los resultados posibles, pero, ¿qué podemos extraer de este partido? Como decía en el primer párrafo, muy poco. Un entrenador nuevo y de ideas diametralmente opuestas a las preexistentes no puede cambiar todo en una semana y, por tanto, difícilmente lo que digamos hoy tendrá validez dentro de tres jornadas (y si la tiene será muy mala señal). Me quedo con que, al menos durante los primeros diez minutos, vimos a un equipo situando y buscando a Gandoy en la zona en la que este conjunto necesita un jugador de sus características y siendo capaz de combinar con fluidez y paciencia desde atrás. No hay margen para que la progresión entre tener diez minutos de buenas sensaciones y conseguir noventa minutos sólidos sea lenta, y en la siguiente jornada debería verse algo radicalmente distinto para que la temporada no se vea muy comprometida, pero supongo que es el clavo al que aferrarse cuando todo lo demás parece estar mal. Lo único que tenemos a día de hoy es eso, diez minutos de escasa relevancia pero haciendo cosas con sentido, hay que esperar un poco más para poder hablar de lo que nos espera en esta nueva etapa.

11 ene 2021

El Deportivo no funciona


Desde hace un tiempo tengo la firme sensación de que a Fernando Vazquez no le ilusiona ahora mismo estar al mando del Dépor, que está hastiado y que eso, para un entrenador tan emocional como él, es algo muy negativo. Yo soy defensor de su trabajo y lo entendería si así fuera, porque existen muchos varapalos recientes: el descenso cuando todo parecía estar encarrilado, las formas en las que se corroboró, lo atípico de esta nueva temporada o la constante cantinela de que, a pesar de todo lo hecho, se diga sin matices que la culpa del descenso aún habiendo logrado números de ascenso directo la tuvo su planteamiento contra el Extremadura (ni a los jugadores les temblaron las piernas ni existió la primera vuelta, por lo que parece, las culpas en esta ciudad son siempre verdades absolutas). En cualquier caso, no estoy aquí para hablar de eso. Si estamos seguros, tan seguros como se estuvo con Oltra, Mel, Victor Fernández, Víctor Sanchez del Amo, Natxo González o unos cuantos otros más, de que el entrenador es un inútil y que la solución es cesarlo, no pondré objeción. Espero que, esta vez sí, De la Barrera, Sacchi o Abel Resino lleguen a Coruña para convertirse finalmente en el mesías.

A lo que quiero llegar con este artículo es a otro lugar, y es que el Deportivo no funciona. No hablo de lo visto en el campo, eso es más que evidente. Hasta un orangután de espaldas al césped puede ver que lo que demuestra el equipo recientemente no tiene ni pies ni cabeza y que el partido de Zamora, en el que ni yendo por detrás en el marcador durante casi todo el encuentro se dio una simple muestra de querer empatar, fue un despropósito. No quiero hablar del campo, quiero hablar del por qué, año tras año, más pronto o más tarde, llegamos a la fase de esperpento y desilusión a la que ya estamos acostumbrados y que asimilamos antes siquiera de empezar las temporadas.

Llevamos mucho tiempo siendo una caricatura, y por ello me parece ilógico pensar que la única persona capaz de dar con la tecla del equipo en más de un lustro sea la única razón de que la temporada no esté yendo bien. Hay quien habla de que con racanería es imposible conseguir los objetivos, pero por este club pasaron excelsos manejadores de la pizarra como Natxo González que no cumplieron objetivos, conservadores extremos como Anquela que se estamparon con todo el equipo o gente sin conocimiento de causa como Clarence Seedorf. Aquí no funciona ni uno sólo de los múltiples estilos de juego propuestos desde tiempos inmemoriales. Que esto no sirva para excusar el nulo juego planteado en los últimos tiempos, pero que ese nulo juego no sirva de excusa para pensar que todo el problema es ese.

Es evidente que el Deportivo no funciona, pero no funciona a nivel de club y no creo que se pueda cargar todo ese peso sobre el entrenador. Es un puesto en el que no hubo pudor en pasar, de una temporada a otra, de pagar un clausulazo por Natxo para darle el futuro del proyecto a dejarle el mando a su antítesis Anquela un año después, todo bajo la misma gerencia deportiva. No puede ser que todos sean inútiles y no valga nadie, ni un Garitano que más tarde demostró (aunque haya sido recientemente cesado) que puede defender un proyecto en primera, ni un Parralo que venía de hacer un trabajo colosal con el filial, ni un Víctor Fernández que pudo haber dejado atrás su mejor época, pero de entrenar sabe bastante. Es totalmente imposible que entrenadores de dilatada carrera en el fútbol se conviertan en absurdos peleles justo en el momento en el que llegan a Coruña y al irse de aquí, en algunos casos, vuelvan a ser capaces de conseguir algo más que la indecencia.

A mí me gustaría poder sentenciar este tema con alguna certeza evidente, pero lo cierto es que no tengo certezas, sólo tengo opiniones de lo que mi limitado conocimiento sobre lo que puede ocurrir a nivel interno de club me puede permitir opinar. Una de las cuestiones que veo problemáticas de este equipo es su absurda tendencia a recrearse en la endogamia, esa manía por tener a la misma gente de siempre en la agenda y marcar los mismos números cuando hay huecos que cubrir. En este club se dieron segundas partes a Çolak, Lucas Pérez, Celso Borges... Y aplaudimos a todos ellos con las orejas y promocionamos esas vueltas, incluso se llegó a mencionar a Sissoko recientemente al conocerse que estaba libre. Voy más lejos aún: Incluso se volvió a dar el mando de la dirección deportiva a la misma persona que hace pocos años no cumplió expectativas. Sinceramente, todos los futbolistas mencionados tuvieron sus buenas aportaciones en el club y quizás (lo desconozco) Barral sea el mejor director deportivo disponible para el Dépor, pero creo que esa tendencia a casarte siempre con los mismos que en el pasado ofrecieron cosas pero pertenecieron a proyectos fallidos es un problema . 

Hay varios motivos por los que creo que en el fútbol las segundas partes nunca fueron buenas, la primera de ellas es la evidencia de que un futbolista al que tuviste en un momento de plenitud de su carrera será más viejo de lo que era cuando vuelva. Otra cuestión a tener en cuenta es que cuando alguien (quizás pueda hacerse una excepción con la gente de la casa, pero no siempre) vuelve a un lugar en el que ya estuvo suele hacerlo porque en ese lugar tiene una zona de confort, y eso está reñido con el hambre. Llega con la sensación de ya ser alguien y buscando comodidad. Desde un primer momento te arriesgas a que sienta que no tiene nada que demostrar y que a poco que consiga se le aplaudirá. En definitiva, te arriesgas a tener a alguien de vacaciones, igual que si fichas a gente "de categoría superior" para jugar en campos de hierba artificial y no te aseguras antes de que no piensen que se quedan contigo para hacerte un favor. 

En el fútbol, como en la vida, es importante echar un vistazo a lo que hay alrededor. Echando la vista a casos de éxito reciente, vemos que el reciclaje de piezas que no dieron resultado colectivo no es algo que se utilice en las recetas interesantes, como norma general. ¿Recuperó la Real Sociedad a Claudio Bravo para convertirse en una de las revelaciones recientes de la Liga? ¿Entró el Getafe en Europa gracias a confiar de nuevo en aquel Guaita que tanto rindió en malos momentos y dándole el banquillo a Laudrup? No, eso no pasó. El éxito se consiguió con fichajes cuidados, savia nueva, líderes marcados y proyectos claros a los que se les dio confianza. Imanol continua en San Sebastián a pesar de momentos complicados, Bordalás lo mismo. Si se van, probablemente sea porque ellos se sienten desgastados. Si pienso en casos de viejas glorias que volvieron al club donde fueron felices, los casos que se me ocurren son los de Gareth Bale comiendo (al menos por ahora) banquillo en los Spurs, Cesc tirando los mejores años de su carrera en Barcelona o Torres volviendo al Atlético para tener un par de años siendo un muy buen suplente. Hay honrosas excepciones (Ibrahimovic ahora mismo en Milán, por ejemplo), pero los ejemplos más abundantes que se me vienen a la cabeza son esos, y no los de gente que haya vuelto a su equipo para llevarlos a ganar una Champions como estrella indiscutible.

Otro detalle que evidencia que las cosas no funcionan está en el filial. Podemos consolarnos pensando en que están en la categoría más alta en la que podrían estar ahora mismo, pero pasar en poco más de un par de años de ser un equipo con potencial para ascender a segunda a jugarse el plato de callos sufriendo en Tercera División no deja a la gestión en muy buen lugar. Es cierto que las canteras son fluctuantes, que hay generaciones buenas y generaciones malas, pero en cualquier caso la caída exponencial del segundo equipo no es más que otro síntoma más de que hay cosas que no van bien. Confío en que lo saben y que los cambios que se dieron en el organigrama de base hace un tiempo ayuden a paliar la sangría, al menos parece que en cuanto a juego empiezan a funcionar con Valerón al mando y a encontrar algunos jugadores de interés.

Después, más allá de lo dicho, están pequeñas cosas que van minando las posibilidades económicas y deportivas de manera constante y acumulativa. Aquí meto, por ejemplo, el lastre autoimpuesto a nivel de plantilla. Siempre se prefirió confiar en lo malo conocido o comprar productos más quemados que Roger Moore en su última película como 007, y eso nos deja situaciones como la de haber mantenido en nuestro viaje desde 1ª hasta 2ªB al que consistentemente se mostró como el peor jugador de la plantilla en cualquiera de las categorías (aunque como profesional tiene mi respeto total) o la de fichar a futbolistas que desde el primer día se huele que no están para dar rendimiento (Miku, Jovanovic, Luis Ruiz...) y cortar con ellos progresión de gente de la casa que no lo haría peor. 

Otra pequeña gran cosa es la eterna urgencia impuesta, obligada o no. Aquí siempre hay prisas, conseguir el objetivo siempre es cuestión de vida o muerte, y es cierto que la situación económica es extrema pero también es verdad que haciéndolo todo con la idea del cortoplacismo lo único que consigues es una máquina de fundir dinero, quemar proyectos y generar frustración. Es imposible que, haciendo cosas con prisas, salga nada bien. Si te marcas el objetivo de ascender a la de ya, más te vale saber exactamente lo que estás haciendo, porque en caso contrario te arriesgas de formar una plantilla de calidad sobrada para la categoría que te da un muy buen nivel cuando juega contra gente que no es de su liga, como el Alavés, pero no sabe cómo encarar la competición en el Municipal Luis Ramos contra un Guijuelo con las ideas muy claras.

Habrá quien piense que este artículo dice muchas cosas sin decir nada, y precisamente es el objetivo. Porque hay muchas cosas que decir y el dardo sólo se pone sobre la que interesa. Las filias y las fobias llevan a señalar, con grados de respeto muy fluctuantes, a diversos puntos del organigrama blanquiazul, pero yo creo que nombrar responsables puntuales a la situación que vive el club no es más que ponerle una tirita a un elefante para salvarlo mientras es comido por los leones. El Deportivo no funciona, pero no hay dardos para tanta diana. Podría estar mucho más tranquilo pensando que esto lo arregla para siempre cambiar el nombre de quien se sienta en el banquillo, pero a priori no lo pienso. A priori lo que pienso es que este club necesita pensar muy bien en lo que funciona y en lo que no funciona, y cambiarlo prácticamente todo. Porque cuando año tras año eres el equipo de los esperpentos y los fracasos la situación no es casual. Cuando eso pasa el fracaso es un problema endémico y la única manera de solucionarlo es empezar de nuevo y construir algo muy diferente a lo que te llevó a pasar en sólo 15 años de jugar en Europa a vagar por el fútbol semiprofesional. Esa es mi opinión.