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6 dic 2023

Anecdotario grotesco del Real Club Deportivo de La Coruña: La charla de Fernando Vázquez con los niños de Arzúa


  •          Puedes leer todo el 'Anecdotario grotesco del Real Club Deportivo de La Coruña' aquí 

La temporada 13/14 dejó la última alegría completa de la historia del Dépor hasta la fecha. Con Fernando Vázquez como entrenador, el equipo consiguió el que sería su último ascenso a la máxima categoría (y también su último ascenso a cualquier otra división). Pero el verano siguiente distaría mucho de ser tranquilo en el banquillo como se espera cuando un proyecto cumple objetivos.

Fernando Vázquez durante la charla en Arzúa que motivó su destitución (fuente)

El éxito de Vázquez consiguiendo el ascenso fue rotundo. Con una plantilla que a priori no parecía estar entre las mejores de la categoría consiguió afianzarse a mediados de la primera vuelta en los puestos de ascenso directo y ya no los soltó hasta el final. Hubo algún altibajo, pero se consiguió por segunda vez en tres temporadas algo muy complicado: Ascender de nuevo la temporada después de bajar de categoría.

A pesar del buen resultado, el entrenador no llegó a empezar la pretemporada. En la primera semana de julio, Vázquez acudió a Arzúa para dar una charla en un campus infantil. El técnico gallego manifestó allí que su club nunca conseguía la primera opción en materia de fichajes. "Normalmente llega la opción seis o siete", comentó añadiendo que aquella temporada había dinero suficiente como para luchar por algo más.

Las palabras del entrenador sentaron mal en la dirección del club, que optó por destituirlo tres días después alegando "falta de confianza". La directiva presidida por Tino Fernández ya había mostrado cierta falta de sintonía con el técnico, que había llegado al club bajo el mandato de su predecesor, Augusto César Lendoiro. Entre las explicaciones dadas para tomar la decisión explicaron además, en un comunicado, que las declaraciones de Vázquez habían incluso dificultado el cierre de las operaciones en curso y que no se correspondían con alguien motivado con el proyecto. El sustituto en el banquillo fue Víctor Fernández, que también sería destituido antes de acabar la campaña.

Aquel verano, los fichajes fueron los de Lucas Pérez, Medunjanin, Isaac Cuenca, Postiga, Diakité y Luisinho, además de las cesiones de Luis Fariña, Cavaleiro, Canella, Juanfran, Sidnei y José Rodríguez. Cada uno podrá valorar quien tenía razón en base a los resultados obtenidos.

11 ene 2021

El Deportivo no funciona


Desde hace un tiempo tengo la firme sensación de que a Fernando Vazquez no le ilusiona ahora mismo estar al mando del Dépor, que está hastiado y que eso, para un entrenador tan emocional como él, es algo muy negativo. Yo soy defensor de su trabajo y lo entendería si así fuera, porque existen muchos varapalos recientes: el descenso cuando todo parecía estar encarrilado, las formas en las que se corroboró, lo atípico de esta nueva temporada o la constante cantinela de que, a pesar de todo lo hecho, se diga sin matices que la culpa del descenso aún habiendo logrado números de ascenso directo la tuvo su planteamiento contra el Extremadura (ni a los jugadores les temblaron las piernas ni existió la primera vuelta, por lo que parece, las culpas en esta ciudad son siempre verdades absolutas). En cualquier caso, no estoy aquí para hablar de eso. Si estamos seguros, tan seguros como se estuvo con Oltra, Mel, Victor Fernández, Víctor Sanchez del Amo, Natxo González o unos cuantos otros más, de que el entrenador es un inútil y que la solución es cesarlo, no pondré objeción. Espero que, esta vez sí, De la Barrera, Sacchi o Abel Resino lleguen a Coruña para convertirse finalmente en el mesías.

A lo que quiero llegar con este artículo es a otro lugar, y es que el Deportivo no funciona. No hablo de lo visto en el campo, eso es más que evidente. Hasta un orangután de espaldas al césped puede ver que lo que demuestra el equipo recientemente no tiene ni pies ni cabeza y que el partido de Zamora, en el que ni yendo por detrás en el marcador durante casi todo el encuentro se dio una simple muestra de querer empatar, fue un despropósito. No quiero hablar del campo, quiero hablar del por qué, año tras año, más pronto o más tarde, llegamos a la fase de esperpento y desilusión a la que ya estamos acostumbrados y que asimilamos antes siquiera de empezar las temporadas.

Llevamos mucho tiempo siendo una caricatura, y por ello me parece ilógico pensar que la única persona capaz de dar con la tecla del equipo en más de un lustro sea la única razón de que la temporada no esté yendo bien. Hay quien habla de que con racanería es imposible conseguir los objetivos, pero por este club pasaron excelsos manejadores de la pizarra como Natxo González que no cumplieron objetivos, conservadores extremos como Anquela que se estamparon con todo el equipo o gente sin conocimiento de causa como Clarence Seedorf. Aquí no funciona ni uno sólo de los múltiples estilos de juego propuestos desde tiempos inmemoriales. Que esto no sirva para excusar el nulo juego planteado en los últimos tiempos, pero que ese nulo juego no sirva de excusa para pensar que todo el problema es ese.

Es evidente que el Deportivo no funciona, pero no funciona a nivel de club y no creo que se pueda cargar todo ese peso sobre el entrenador. Es un puesto en el que no hubo pudor en pasar, de una temporada a otra, de pagar un clausulazo por Natxo para darle el futuro del proyecto a dejarle el mando a su antítesis Anquela un año después, todo bajo la misma gerencia deportiva. No puede ser que todos sean inútiles y no valga nadie, ni un Garitano que más tarde demostró (aunque haya sido recientemente cesado) que puede defender un proyecto en primera, ni un Parralo que venía de hacer un trabajo colosal con el filial, ni un Víctor Fernández que pudo haber dejado atrás su mejor época, pero de entrenar sabe bastante. Es totalmente imposible que entrenadores de dilatada carrera en el fútbol se conviertan en absurdos peleles justo en el momento en el que llegan a Coruña y al irse de aquí, en algunos casos, vuelvan a ser capaces de conseguir algo más que la indecencia.

A mí me gustaría poder sentenciar este tema con alguna certeza evidente, pero lo cierto es que no tengo certezas, sólo tengo opiniones de lo que mi limitado conocimiento sobre lo que puede ocurrir a nivel interno de club me puede permitir opinar. Una de las cuestiones que veo problemáticas de este equipo es su absurda tendencia a recrearse en la endogamia, esa manía por tener a la misma gente de siempre en la agenda y marcar los mismos números cuando hay huecos que cubrir. En este club se dieron segundas partes a Çolak, Lucas Pérez, Celso Borges... Y aplaudimos a todos ellos con las orejas y promocionamos esas vueltas, incluso se llegó a mencionar a Sissoko recientemente al conocerse que estaba libre. Voy más lejos aún: Incluso se volvió a dar el mando de la dirección deportiva a la misma persona que hace pocos años no cumplió expectativas. Sinceramente, todos los futbolistas mencionados tuvieron sus buenas aportaciones en el club y quizás (lo desconozco) Barral sea el mejor director deportivo disponible para el Dépor, pero creo que esa tendencia a casarte siempre con los mismos que en el pasado ofrecieron cosas pero pertenecieron a proyectos fallidos es un problema . 

Hay varios motivos por los que creo que en el fútbol las segundas partes nunca fueron buenas, la primera de ellas es la evidencia de que un futbolista al que tuviste en un momento de plenitud de su carrera será más viejo de lo que era cuando vuelva. Otra cuestión a tener en cuenta es que cuando alguien (quizás pueda hacerse una excepción con la gente de la casa, pero no siempre) vuelve a un lugar en el que ya estuvo suele hacerlo porque en ese lugar tiene una zona de confort, y eso está reñido con el hambre. Llega con la sensación de ya ser alguien y buscando comodidad. Desde un primer momento te arriesgas a que sienta que no tiene nada que demostrar y que a poco que consiga se le aplaudirá. En definitiva, te arriesgas a tener a alguien de vacaciones, igual que si fichas a gente "de categoría superior" para jugar en campos de hierba artificial y no te aseguras antes de que no piensen que se quedan contigo para hacerte un favor. 

En el fútbol, como en la vida, es importante echar un vistazo a lo que hay alrededor. Echando la vista a casos de éxito reciente, vemos que el reciclaje de piezas que no dieron resultado colectivo no es algo que se utilice en las recetas interesantes, como norma general. ¿Recuperó la Real Sociedad a Claudio Bravo para convertirse en una de las revelaciones recientes de la Liga? ¿Entró el Getafe en Europa gracias a confiar de nuevo en aquel Guaita que tanto rindió en malos momentos y dándole el banquillo a Laudrup? No, eso no pasó. El éxito se consiguió con fichajes cuidados, savia nueva, líderes marcados y proyectos claros a los que se les dio confianza. Imanol continua en San Sebastián a pesar de momentos complicados, Bordalás lo mismo. Si se van, probablemente sea porque ellos se sienten desgastados. Si pienso en casos de viejas glorias que volvieron al club donde fueron felices, los casos que se me ocurren son los de Gareth Bale comiendo (al menos por ahora) banquillo en los Spurs, Cesc tirando los mejores años de su carrera en Barcelona o Torres volviendo al Atlético para tener un par de años siendo un muy buen suplente. Hay honrosas excepciones (Ibrahimovic ahora mismo en Milán, por ejemplo), pero los ejemplos más abundantes que se me vienen a la cabeza son esos, y no los de gente que haya vuelto a su equipo para llevarlos a ganar una Champions como estrella indiscutible.

Otro detalle que evidencia que las cosas no funcionan está en el filial. Podemos consolarnos pensando en que están en la categoría más alta en la que podrían estar ahora mismo, pero pasar en poco más de un par de años de ser un equipo con potencial para ascender a segunda a jugarse el plato de callos sufriendo en Tercera División no deja a la gestión en muy buen lugar. Es cierto que las canteras son fluctuantes, que hay generaciones buenas y generaciones malas, pero en cualquier caso la caída exponencial del segundo equipo no es más que otro síntoma más de que hay cosas que no van bien. Confío en que lo saben y que los cambios que se dieron en el organigrama de base hace un tiempo ayuden a paliar la sangría, al menos parece que en cuanto a juego empiezan a funcionar con Valerón al mando y a encontrar algunos jugadores de interés.

Después, más allá de lo dicho, están pequeñas cosas que van minando las posibilidades económicas y deportivas de manera constante y acumulativa. Aquí meto, por ejemplo, el lastre autoimpuesto a nivel de plantilla. Siempre se prefirió confiar en lo malo conocido o comprar productos más quemados que Roger Moore en su última película como 007, y eso nos deja situaciones como la de haber mantenido en nuestro viaje desde 1ª hasta 2ªB al que consistentemente se mostró como el peor jugador de la plantilla en cualquiera de las categorías (aunque como profesional tiene mi respeto total) o la de fichar a futbolistas que desde el primer día se huele que no están para dar rendimiento (Miku, Jovanovic, Luis Ruiz...) y cortar con ellos progresión de gente de la casa que no lo haría peor. 

Otra pequeña gran cosa es la eterna urgencia impuesta, obligada o no. Aquí siempre hay prisas, conseguir el objetivo siempre es cuestión de vida o muerte, y es cierto que la situación económica es extrema pero también es verdad que haciéndolo todo con la idea del cortoplacismo lo único que consigues es una máquina de fundir dinero, quemar proyectos y generar frustración. Es imposible que, haciendo cosas con prisas, salga nada bien. Si te marcas el objetivo de ascender a la de ya, más te vale saber exactamente lo que estás haciendo, porque en caso contrario te arriesgas de formar una plantilla de calidad sobrada para la categoría que te da un muy buen nivel cuando juega contra gente que no es de su liga, como el Alavés, pero no sabe cómo encarar la competición en el Municipal Luis Ramos contra un Guijuelo con las ideas muy claras.

Habrá quien piense que este artículo dice muchas cosas sin decir nada, y precisamente es el objetivo. Porque hay muchas cosas que decir y el dardo sólo se pone sobre la que interesa. Las filias y las fobias llevan a señalar, con grados de respeto muy fluctuantes, a diversos puntos del organigrama blanquiazul, pero yo creo que nombrar responsables puntuales a la situación que vive el club no es más que ponerle una tirita a un elefante para salvarlo mientras es comido por los leones. El Deportivo no funciona, pero no hay dardos para tanta diana. Podría estar mucho más tranquilo pensando que esto lo arregla para siempre cambiar el nombre de quien se sienta en el banquillo, pero a priori no lo pienso. A priori lo que pienso es que este club necesita pensar muy bien en lo que funciona y en lo que no funciona, y cambiarlo prácticamente todo. Porque cuando año tras año eres el equipo de los esperpentos y los fracasos la situación no es casual. Cuando eso pasa el fracaso es un problema endémico y la única manera de solucionarlo es empezar de nuevo y construir algo muy diferente a lo que te llevó a pasar en sólo 15 años de jugar en Europa a vagar por el fútbol semiprofesional. Esa es mi opinión.

2 nov 2020

Iago Gandoy en la mejora del Deportivo contra Unionistas


En el día de ayer el Deportivo sacó tres valiosos y sufridos puntos en el Reina Sofía, defendiendo hasta el final un 0-1 anotado en el minuto 2 de partido que se mantuvo como resultado final. El partido, si bien dio señas de cierta mejoría deportivista con respecto a los anteriores partidos, volvió a dejarnos a un Dépor todavía lejos de la fluídez ofensiva que cabría esperar de un equipo con sus mimbres. 

La capacidad blanquiazul para hilar pases en zonas de peligro aumentó a partir del minuto 65, cuando Iago Gandoy entró al campo sustituyendo a Nacho Gonzalez. El canterano se situó por delante de Borges y Uche y consiguió ofrecerse en la zona en la que más se necesitaba encontrar a alguien y aportar soluciones para conectar entre el mediocampo y el ataque y para mantener el control del balón. Se generó, por tanto, una situación de control del juego sin sobresaltos por parte del equipo de Fernando Vázquez que se mantuvo hasta los últimos 10 minutos de juego, cuando Unionistas comenzó a ir con todo al ataque y encontró algunas acciones de peligro.

Viendo la clara mejoría con Gandoy en el campo, es fácil caer en decir que es un error que Fernando Vázquez no lo use como titular. Yo comparto la idea de que debe acabar siendo titular más pronto que tarde, porque es un futbolista de un perfil necesario en el juego de un equipo como el Dépor, pero no opino esto por lo visto ayer, sino por hechos como que creo que es el único futbolista capaz de liberar a Keko de funciones en zonas atrasadas o de encontrar a Lara entre líneas. Lo visto ayer me confirma que es un futbolista en el que confiar, pero no me lo tomo como un "tras ver esto está claro que debe jugar siempre", sino como un "jugó cuando mejor podía jugar". Porque los minutos que jugó ayer no son los minutos que se encontraría si partiese como titular.

Si vemos cómo era el contexto habitual de recepción y conducción en la zona de influencia de Gandoy durante la primera parte, encontramos una situación bastante asfixiante para los jugadores que buscaban acceder al balón desde ahí. En la IMAGEN 1 y en la IMAGEN 2 se muestran dos ejemplos de que Unionistas planteó una defensa orientada a cortocircuitar el ataque deportivista en esa zona, sabiendo que es donde más sufre el equipo de Fernando Vázquez para hacer fútbol y que es la fase del ataque en la que más sencillo resulta dejarles sin ideas.

IMAGEN 1: Keko conduce un balón en una situación de presión muy desfavorable
 

IMAGEN 2: Nacho conduce el balón y Keko se ofrece demasiado marcado

 

Por su parte, con Gandoy ya en el campo las urgencias apremiaban más a Unionistas, que abrió más a sus hombres, separó más sus líneas y el contexto de juego ofensivo deportivista en campo rival fue más favorable. La IMAGEN 3, IMAGEN 4 e IMAGEN 5 muestran cómo Gandoy supo encontrar espacios que en la primera parte, con la menor ida y vuelta del juego y el mayor empeño rival por ahogar esa zona, habría sido casi imposible conseguir.

 

IMAGEN 3: Gandoy recibe el balón en una zona totalmente despoblada y con las líneas de Unionistas separadas

IMAGEN 4: Gandoy está en posición de recibir en una posición muy aislada. Tiene además el recurso del compañero junto a él para atacar la línea de centrales y crearle más espacios

IMAGEN 5: De nuevo, situación de recepción favorable

Una parte vital de la lectura de los partidos que ofrece un entrenador desde el banquillo y le puede llevar a ganar o perder partidos se basa en la búsqueda de situaciones favorables para las características de cada uno de sus jugadores. Gandoy salió cuando el partido estaba para él y contribuyó de manera importante a dejar morir el partido y a intentar sentenciarlo. Pero probablemente si hubiese jugado desde el inicio habría estado tan ahogado como lo estuvieron sus compañeros, porque el partido era otro y Unionistas no jugaba a lo mismo.

Este Deportivo no es un equipo que salga a los partidos a mandar en el juego, y esa circunstancia no es la ideal para un jugador como Gandoy salvo que el rival lo permita, y eso fue lo que ocurrió cuando entró en el campo. Yo también defiendo que debe tener oportunidades como titular y que ojalá se conviertan en grandes partidos que le hagan ser indiscutible, tiene condiciones para ello, pero debe tenerse presente lo comentado aquí antes de pensar que el hecho de que no lo juegue todo le perjudica. Porque si lo analizamos de esta forma podría decirse que incluso le beneficia de cara a ganar confianza y creerse lo buen jugador que puede llegar a ser.

Desconozco las intenciones de Vázquez y no sé si sus planes con el futbolista son esos, pero a mí empezar a usarlo, en este primer año en el primer equipo, en los minutos más favorables me parece una buena forma de madurarlo mediante la confianza que da ver que las cosas te salen bien. Y también se magnifica su nivel en esos minutos, al estar fresco. No se puede eternizar como revulsivo, claro, en algún momento la apuesta debe dar un paso más, pero teniendo en cuenta que estamos en la jornada 3 no parece ningún despropósito tomárselo con calma con un jugador cuya personalidad y necesidades para coger confianza conoce su entrenador, y no quien lo ve desde fuera.

No tengo dudas de que Gandoy debe ser protagonista esta temporada, pero si Vázquez cree que hay que ir con calma con él, démosle ese tiempo. Hay quien tiene ya las escopetas cargadas reprochándole no confiar en los canteranos (y la crítica aparece incluso cuando es algo obligado, pues no faltó quien criticó la no convocatoria de Adri Castro a este último partido cuando la realidad era que debía cumplir sanción). Yo pienso que en su anterior etapa demostró sobradamente que siempre tiene muy en cuenta a los de casa.  A final de temporada se podrá mirar hacia atrás y juzgar, a día de hoy es muy pronto.

1 jul 2020

La locura que da la experiencia


Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com


El Deportivo jugó ayer el que sin duda fue uno de los mejores partidos de la temporada, no carente de esa dosis de dramatismo que acompaña a cada uno de los encuentros de este equipo en los que lo normal ya comienza a ser el surrealismo. En Tenerife se consiguió dejar a un lado ese polémico aplatanamiento mencionado por Fernando Vázquez en la previa y se jugó como debe jugar un equipo que aspira a salir del pozo: de tú a tú y sin arrugarse. Y dentro de ese buen encuentro hubo un detalle curioso: Borja Valle jugó en el doble pivote durante buena parte del encuentro y Bergantiños actuó en el centro de la defensa.

Haber visto esto no es trivial. Es cierto que Álex había jugado ya de central en diferentes ocasiones en el pasado, pero lo cierto es que en mi opinión no lo había hecho nunca a un nivel ni siquiera cercano al mostrado en los últimos partidos. En esa posición de líbero moderno, decidiendo según el contexto si actuar como tercer central o dar un paso adelante para contribuir en el centro del campo, el coruñés se está encontrando cómodo dentro del contexto creado a su alrededor y está resultando ser un plan de emergencia ante las bajas que funciona incluso mejor que el plan que había antes de las lesiones que llevaron al capitán a ocupar este puesto. 

En cualquier caso, el hecho de que Bergantiños juegue de central, como ya dije, no es inédito. El caso realmente sorprendente es el de un Borja Valle que hasta hace días nadie lo veía como otra cosa que como un atacante más impetuoso que ordenado. Cuando en el último tramo del encuentro contra la Ponferradina sustituyó a Uche la incomprensión fue la sensación predominante, pero lo único cierto es que con su presencia se remontó un partido que estaba perdido en el tiempo añadido. Muchos de los mejores minutos de fútbol jugados por el Dépor esta temporada se jugaron con él sobre el campo en un puesto en el que nunca se le había visto y eso es digno de mención y reflexión.

A la vista de esto (y también a la vista del caso de Mollejo, que durante varios partidos ejerció de forma notable como lateral izquierdo de emergencia a pesar de que también era un puesto desconocido para él) debemos darle el merecido crédito al entrenador, porque su labor es ver cosas que los demás no ven y en este caso lo logró con creces. Hay que tener mucho fútbol interpretado a tus espaldas para saber ver que ese Borja Valle que siempre actuó de extremo o delantero podía aportar cosas muy interesantes situándolo en un puesto en el que estaba inédito. En ese doble pivote supo ocupar el puesto de manera solvente, dar continuos apoyos tanto en la distribución de balón como en la presión y, sobre todo, contribuir de manera impecable a mantener la posesión del balón. Con él en el campo el Dépor supo ser dominante con la pelota y no pasar apuros sin ella de una forma que no había visto en toda la temporada. No todo el mundo es capaz de intuir este buen rendimiento potencial y casi nadie es capaz de atreverse a probarlo en partido oficial.

Es cierto que los números desde la llegada de Vázquez son impresionantes, pero a mí me gusta ir más allá de la simple estadística y resaltar también que todo esto no se limita a la reactivación psicológica conseguida: Su lectura de juego y su capacidad para buscar lo mejor de sus jugadores está siendo de un altísimo nivel. Es cierto que en ocasiones sus planteamientos iniciales resultan especulativos y eso probablemente no es lo que necesita un equipo que se embota cuando las ideas no están claras, pero es igual de cierto que en cada uno de sus partidos supo hacer reaccionar al equipo en los momentos de necesidad y no es lo habitual saber dar siempre o casi siempre con la tecla. Vázquez tiene un punto de locura, pero esa locura es, igual que su experiencia, un grado. Sin ella no habríamos visto al Valle centrocampista, al Bergantiños líbero ni al Mollejo lateral, y con ello nos habríamos perdido tres de las buenas noticias que nos dejó esta temporada. La situación sigue siendo complicada, pero con lo que estamos viendo es imposible no confiar.

20 ene 2020

Olvidarnos del absolutismo





El Deportivo aún está muy lejos de su objetivo, pero a día de hoy al menos respira y eso es algo que hace menos de un mes (cuando llegaba a debatirse la idoneidad de planificar ya desde enero un plan la siguiente temporada en Segunda B), parecía imposible. La llegada, por un lado, de un nuevo consejo dispuesto a cambiar cosas por fin para salvar a un club que no merecía arrastrarse como hasta ahora y, por otro, de un Fernando Vázquez que consiguió una vez más hacer creer a un equipo desahuciado, lo cambiaron todo. Ahora, cuando las cosas parecen estar más calmadas (sin que por ello la situación deje de ser crítica) es un momento interesante para echar la vista atrás y juzgar el contexto en el que vivimos en los últimos tiempos, inspeccionando las bases verdaderas y falsas de nuestro pasado más reciente.

¿Por qué se hace necesario este ejercicio de introspección y juicio? Simplemente porque venimos de períodos muy convulsos en los que se miró más a lo de fuera del campo que lo de dentro y, ahora que el césped otorga algo digno de ver, estamos en el momento idóneo para dar un portazo definitivo a unos años que fueron oscuros. Ese portazo no sería justo sin antes ver con qué nos podemos quedar y qué debemos rechazar de todas las cosas que escuchamos durante todo este tiempo para formarnos nuestra idea definitiva.

No comulgo con las ideas absolutas ni con las sentencias con ánimo de irrebatibilidad. En un debate puede haber muchos puntos de vista válidos, pero siempre deben partir de una base que a menudo es la que es y no se puede tergiversar porque hacerlo nos aleja de la verdad. Y las bases de esa verdad sobre los principales debates que rodearon a este club son la temática a explorar en este artículo. Iremos por partes:

Plantilla 2019/2020: A día de hoy no pasa nada por decir que esta plantilla no era el desastre que parecía ser hasta hace muy poco tiempo, aunque tampoco podamos decir que era una maravilla. Teniendo en cuenta que estos cuatro partidos seguidos se ganaron con la misma columna vertebral, resulta evidente que la clasificación no marcaba la realidad. No obstante, la realidad no estaba tan lejana, de los puestos de descenso, y eso también es evidente. El hecho de que los últimos partidos se ganaran con goles de los dos fichajes debutantes y actuaciones de mérito de ambos nos dice que la plantilla estaba falta, por un lado, de un jugador determinante y, por otra, de alguien no peleado con la portería que materializara las ocasiones. En cualquier caso, el no tener a un goleador en racha es secundario cuando no se llega a zonas de peligro, y hasta hace no mucho ver llegadas a portería del Dépor era un hecho poco habitual. No podemos decir que los delanteros fallasen cuatro ocasiones claras cada partido, porque no solía haberlas, con lo que algo cambió también en las posiciones de atrás, en las que siguen estando los mismos.

Por tanto, creo que no pasa nada por utilizar como base de este debate el hecho de que el verdadero problema de los resultados estuvo en la incapacidad por encontrar un técnico capaz de trabajar con esta plantilla, una plantilla que sin duda estaba descompensada (especialmente en las bandas) pero a la que se le podía sacar rendimiento para más que lo visto hasta diciembre.

Carmelo del Pozo: Hablar de calidades de plantilla nos lleva inevitablemente también a revisar el consenso sobre el máximo responsable de las mismas en las últimas temporadas. Me parece indiscutible que su marcha es una de las noticias más gratas de la temporada, pues pecó de vicios graves que nos llevaron al borde del desastre. El párrafo anterior deja claro que erró estrepitosamente en la gestión del entrenador esta temporada y que le faltó encontrar una referencia y un equilibrio a una plantilla que, por mucho que no fuera para arrastrarse como colista, dista muchísimo de ser digna del sexto presupuesto de la categoría. No debería haber dudas sobre el hecho de que el paso de Carmelo por el Dépor es, globalmente, muy negativo, pero tampoco pasa nada por reconocerle grandes aciertos como el tener la pasada temporada una pareja de centrales muy por encima del nivel de la categoría y un delantero (Carlos Fernández) igualmente superior. No pasa nada por decir la verdad, que el primer verano de del Pozo fue notable y los dos mercados de fichaje restantes que se vivieron con él (invierno 2019 y verano 2019) resultaron ser un despropósito muy dañino para el club. Pecó de buscar, de manera ególatra, hacerse un equipo a su imagen y semejanza rompiendo totalmente con el pasado (y criticando públicamente a su predecesor) para no conseguir más que un rotundo fracaso que gracias a esa actitud fue lo que sí pasó a ser sólo suyo.

Tino Fernández: Algo parecido pasa con el que fue presidente hasta el pasado verano, con una nota global a su gestión que sin duda debe ser de suspenso, ya que en lo deportivo dejó al club en una situación peor de la que lo cogió cinco años antes. Su etapa al frente del Dépor pasará a la historia como mediocre en lo que a resultados futbolísticos se refiere, cayendo en decisiones muy cuestionables como la destitución de Fernando Vázquez tras conseguir el ascenso, comenzando una ida y venida de entrenadores que nunca funcionaron salvo en una efímera etapa con Víctor Sánchez del Amo. Otros errores fueron más bien apuestas que salieron mal y que no se le pueden reprochar realmente, como una vuelta de Lucas en forma de cara cesión que a su llegada todos habríamos firmado. Tino dejó una hoja de servicios que, en el global, no dan para aprobarlo, pero no pasa nada por decir que no todo fueron equivocaciones.

Durante un tiempo, aunque fuese a duras penas, el club fue reduciendo deuda mientras subsistía en la máxima categoría, con lo que sin demasiado brillo se fue cumpliendo el objetivo. Es imposible equivocarse continuamente durante cinco años y, de nuevo, no pasa nada por decirlo incluso aunque desapruebes su gestión global como es mi caso. Tampoco pasa nada por haber pensado en su día que su trabajo era positivo y haber cambiado de opinión con el tiempo, como también es mi caso.Y, por último, tampoco pasa nada por decir que su traición real al Dépor no pasó durante su tiempo como presidente, sino con su marcha sin marcharse, siendo determinante para dejar a cargo del club a quien le interesaba sin pararse a pensar en su capacidad, que el tiempo destapó como nula.

Paco Zas: Al final, el único de quien podría decirse que lo hizo todo mal durante su etapa en el Deportivo durante estos años oscuros que empezaron con el primer descenso a segunda fue el consejo de Paco Zas. Su inmovilismo extremo y negligente, totalmente incomprensible, fue una losa insalvable para la viabilidad del equipo. Siempre me preguntaré cómo el capitán puede ver su nave camino de estrellarse y su única reacción es soltar el timón para entretenerse escuchando la orquesta esperando que todo se enderece por sí mismo. Puedes equivocarte, puedes hacer cosas sin sentido, pero lo que nunca es admisible es que el máximo responsable de un club no haga absolutamente nada por salvarlo cuando las cosas van extremadamente mal. En cualquier caso, tampoco pasa nada por decir que, con total seguridad, su inutilidad no fue intencionada y simplemente se vio superado por la situación. No es de recibo acosar a nadie por no hacerlo bien en su trabajo, aunque sí es necesario hacer todo lo posible por quitarlo de su puesto y más si está en juego el futuro de un ente cuya existencia afecta a tanta gente.



En resumen, puede decirse que nadie es ajeno a su humanidad y casi nadie es responsable absoluto de todo lo bueno ni de todo lo malo que ocurre a su alrrededor. Incluso Vázquez, el indiscutible principal artífice que a día de hoy veamos la luz al final del túnel, tuvo la fortuna de llegar justo en el momento en el que el equipo acababa de lograr una victoria, haciendo más sencillo su trabajo inicial. Reitero que es importante poder establecer las bases en las que se puede mover el debate y que no pasa absolutamente nada por tener en cuenta cosas positivas de gestiones globalmente negativas ni por reconocer que las gestiones positivas necesitan su punto de fortuna o de ayuda para llevarse a buen puerto. Tampoco es ningún deshonor cambiar de opinión ni pensar algo que con el tiempo se muestra manifiestamente equivocado. Parece obvio, pero la polarización que vivió el contexto que rodea al Dépor (y que, no nos engañemos, todavía sigue rodeándolo pero con los polos girados) hace necesario mencionarlo.


Decía Fernando Vázquez tras el partido contra el Cádiz que la afición era lo que hacía grande a este club por su omnipresencia en las buenas y en las malas. No tengo ninguna duda de ello, la afición del Deportivo es grande y responde con muy poco que reciba. No obstante yo creo que cambiaría el sentido del agradecimiento que siguió a esas palabras del técnico. Seguramente sea la grada quien tenga que darle las gracias a él por permitirnos volver al camino de mostrar esa grandeza en base a la tranquilidad que dan unos resultados alejados del ridículo cotidiano y crispante al que estábamos acostumbrados. Si todo sigue así, podremos dejar atrás el constante enfrentamiento y pasar página hacia la ilusión de un futuro que puede que ya no sea incierto ni oscuro. Al menos podremos hacerlo los que tengamos voluntad de hacerlo

Ahora, por fin, podemos ver con perspectiva y pasado y presente y podemos centrarnos en hablar de fútbol y futuro en vez de matar la frustración hablando de nosotros y contra nosotros. Podemos asentar las bases con las cuáles formarnos nuestra visión definitiva entorno a lo vivido, pero dejando atrás todo lo que generó problemas y conflictos. Empiezan unos nuevos tiempos, de los que todavía no se puede decir si vendrán acompañados de brillo o no, pero al menos son nuevos. Hoy podemos ser esa afición de la que Vázquez habla en ruedas de prensa y dejar de ser esa afición sobre la cuál solían existir reproches velados de la gente de dentro del club cada vez que venían mal dadas.

Seámoslo.

19 dic 2019

Una mirada al pasado para intentar tener un futuro


Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com


Parece prácticamente confirmado que Fernando Vázquez sucederá próximamente a Luis César Sampedro como entrenador del Deportivo. Su nombramiento, en mi opinión, es quizás la noticia más grata de lo que va de temporada aunque lo cierto es que tal y como se están desarrollando los acontecimientos decir eso no parece gran cosa. No obstante, creo que su llegada al banquillo de Riazor es una de las pocas cosas que podrían hacerme confiar en que algo va a cambiar, aunque lo cierto es que el cambio a estas alturas se ve como algo casi imposible y ni siquiera la llegada de Jürgen Klopp podría hacer confiar en una mejoría firme, ya que todo hace aguas por tantos costados que difícilmente una única persona puede lograr achicar todo el líquido que está hundiendo el barco blanquiazul.

En cualquier caso, el presumible fichaje del entrenador gallego de la mano de la que con alta probabilidad será la futura directiva del Dépor parece un primer paso para encontrar algo que hace tiempo que se perdió, y que parte de una búsqueda de volver a todo aquello que somos. El deportivismo y el club en general necesita referentes con los que sentirse cómodos, gente que genera esa identificación con lo que significa el escudo que se vio minada por la gestión deportiva de Carmelo del Pozo, que buscó crear un equipo a su imagen y semejanza eliminando todo rastro del pasado para inventarse un ególatra futuro que convirtió en rotundo fracaso. El pasado del que procede Vázquez no es tan glorioso como otros pasados más remotos, ni mucho menos, pero es un pasado que evoca algunas alegrías que en Coruña hace demasiado que ni se intuyen en lo referente al fútbol. Los argumentos futbolísticos ofrecidos en aquella etapa no fueron dignos de elogio formal, pero sí dignos de lo que se espera de un equipo de fútbol, que no es otra cosa que buscar lograr los objetivos utilizando unos ideales básicos reconocibles. Yo, a estas alturas, es lo único que pido, sabiendo que eso es la base de que llegue todo lo demás.

Entiendo que pueda haber críticas a la elección de Fernando Vázquez como nuevo entrenador del Dépor. No es un técnico al que los analistas comparen con Guardiola, no es un técnico de los que se llevan titulares en los tiempos modernos y ni siquiera es una de esos antiguas estrellas del fútbol recientemente retirada que viene a comerse el mundo en su nueva etapa como entrenador. Entiendo que posiblemente (aunque nunca se sabe lo que puede llegar a pasar) no es un entrenador para un proyecto largo en el que asentar las bases de un futuro que a día de hoy es más incierto que nunca, pero eso no me preocupa ya que asentar las bases del futuro no es lo principal ahora mismo: lo principal es asegurarse de que el club pueda tener dicho futuro. No sé si las cosas mejorarán y no sé si existe una opción factible que sea mejor que Vázquez para entrenar a este equipo, pero sí estoy seguro de que su llegada tiene motivos para ser vista con gran positividad y de que su anterior marcha del club fue una de las decisiones más injustas y carentes de lógica deportiva que se tomaron en el Dépor en los últimos años.

Nunca debió irse, al menos no en aquel momento. El entrenador gallego tuvo, en su etapa en Coruña, dos objetivos a conseguir: uno casi imposible y otro factible. El factible fue el de su segunda temporada, el ascenso desde la categoría de plata, y aunque hubo momentos de inquietud lo cierto es que resolvió la papeleta de manera digna y dando confianza a gente de la casa con un juego que nunca fue brillante pero casi siempre fue sólido. El casi imposible fue el de su primer año, y los paralelismos con la situación actual hacen que su desempeño en aquel momento sirva al menos para tener un clavo ardiendo al que agarrarse. Llegó a un equipo roto, sin salvación y en un momento en el que el ambiente entorno al club estaba completamente desgarrado por dentro y por fuera. En ese contexto impracticable no consiguió el milagro, pero sí consiguió acercarse a él contra todo pronósitico y llevar a todo el mundo a unirse entorno a él y a creer, porque él fue el único que creyó cuando hacía falta que creyese alguien y contagiase ese sentimiento a todos los demás.

El fichaje de Fernando Vázquez no es populismo, es confianza en la última persona (dejando aparte esos brillantes meses de Víctor Sánchez del Amo) que trajo al club algo más que mediocridad, porque salirse de la mediocridad en el fútbol no está en jugar bonito sino en que la afición reciba desde el césped algo con lo que identificarse, y Riazor recibió en aquellos tiempos un equipo al que era imposible reprochar casi nada incluso cuando las cosas no salían. En A Coruña nunca se pidió jugar bien, sólo se pide poder creer en el equipo, y Vázquez demostró saber conseguir eso en el pasado. ¿Hay elecciones factibles que mejoren a la suya? Quizás, no lo sé. ¿Es el mejor entrenador del mundo? Evidentemente no. ¿Puede acabar en desastre? Por supuesto que puede hacerlo, pero el desastre es el único destino al que lleva abocado este equipo desde hace casi cuatro meses y sólo sería la continuación de un rumbo heredado.

Al menos esta vez tenemos a alguien que sabemos que moverá cielo y tierra para intentar que ese desastre final no se produzca, porque si algo no se le puede negar a Vázquez es que, más allá de aciertos o equivocaciones, la pasión que pone en conseguir que las cosas funcionen es la que cualquier aficionado en su puesto mostraría pero añadiendo a mayores los conocimientos de un profesional, innegables en alguien con décadas de carrera a sus espaldas. De esta forma sobreviviremos o moriremos, confiando en uno de los nuestros, en alguien como nosotros que sabemos que dará todo por recuperar esto y nunca se dejará llevar por la corriente. Es lo único que nos queda.