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1 jul 2020

La locura que da la experiencia


Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com


El Deportivo jugó ayer el que sin duda fue uno de los mejores partidos de la temporada, no carente de esa dosis de dramatismo que acompaña a cada uno de los encuentros de este equipo en los que lo normal ya comienza a ser el surrealismo. En Tenerife se consiguió dejar a un lado ese polémico aplatanamiento mencionado por Fernando Vázquez en la previa y se jugó como debe jugar un equipo que aspira a salir del pozo: de tú a tú y sin arrugarse. Y dentro de ese buen encuentro hubo un detalle curioso: Borja Valle jugó en el doble pivote durante buena parte del encuentro y Bergantiños actuó en el centro de la defensa.

Haber visto esto no es trivial. Es cierto que Álex había jugado ya de central en diferentes ocasiones en el pasado, pero lo cierto es que en mi opinión no lo había hecho nunca a un nivel ni siquiera cercano al mostrado en los últimos partidos. En esa posición de líbero moderno, decidiendo según el contexto si actuar como tercer central o dar un paso adelante para contribuir en el centro del campo, el coruñés se está encontrando cómodo dentro del contexto creado a su alrededor y está resultando ser un plan de emergencia ante las bajas que funciona incluso mejor que el plan que había antes de las lesiones que llevaron al capitán a ocupar este puesto. 

En cualquier caso, el hecho de que Bergantiños juegue de central, como ya dije, no es inédito. El caso realmente sorprendente es el de un Borja Valle que hasta hace días nadie lo veía como otra cosa que como un atacante más impetuoso que ordenado. Cuando en el último tramo del encuentro contra la Ponferradina sustituyó a Uche la incomprensión fue la sensación predominante, pero lo único cierto es que con su presencia se remontó un partido que estaba perdido en el tiempo añadido. Muchos de los mejores minutos de fútbol jugados por el Dépor esta temporada se jugaron con él sobre el campo en un puesto en el que nunca se le había visto y eso es digno de mención y reflexión.

A la vista de esto (y también a la vista del caso de Mollejo, que durante varios partidos ejerció de forma notable como lateral izquierdo de emergencia a pesar de que también era un puesto desconocido para él) debemos darle el merecido crédito al entrenador, porque su labor es ver cosas que los demás no ven y en este caso lo logró con creces. Hay que tener mucho fútbol interpretado a tus espaldas para saber ver que ese Borja Valle que siempre actuó de extremo o delantero podía aportar cosas muy interesantes situándolo en un puesto en el que estaba inédito. En ese doble pivote supo ocupar el puesto de manera solvente, dar continuos apoyos tanto en la distribución de balón como en la presión y, sobre todo, contribuir de manera impecable a mantener la posesión del balón. Con él en el campo el Dépor supo ser dominante con la pelota y no pasar apuros sin ella de una forma que no había visto en toda la temporada. No todo el mundo es capaz de intuir este buen rendimiento potencial y casi nadie es capaz de atreverse a probarlo en partido oficial.

Es cierto que los números desde la llegada de Vázquez son impresionantes, pero a mí me gusta ir más allá de la simple estadística y resaltar también que todo esto no se limita a la reactivación psicológica conseguida: Su lectura de juego y su capacidad para buscar lo mejor de sus jugadores está siendo de un altísimo nivel. Es cierto que en ocasiones sus planteamientos iniciales resultan especulativos y eso probablemente no es lo que necesita un equipo que se embota cuando las ideas no están claras, pero es igual de cierto que en cada uno de sus partidos supo hacer reaccionar al equipo en los momentos de necesidad y no es lo habitual saber dar siempre o casi siempre con la tecla. Vázquez tiene un punto de locura, pero esa locura es, igual que su experiencia, un grado. Sin ella no habríamos visto al Valle centrocampista, al Bergantiños líbero ni al Mollejo lateral, y con ello nos habríamos perdido tres de las buenas noticias que nos dejó esta temporada. La situación sigue siendo complicada, pero con lo que estamos viendo es imposible no confiar.

20 may 2019

No es sólo el quién, también es el cómo


Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com

El Dépor dejó encarrilada su permanencia en Segunda División de cara a la siguiente temporada con su inerte actuación en el Anxo Carro el pasado domingo. El equipo de Martí dejó ver vicios anteriormente mostrados y convirtió en espejismo todo lo que en anteriores partidos había parecido parte de una lenta pero esperanzadora progresión. Quizás simplemente fuera una mala tarde y realmente sí existe tal progresión, pero a estas alturas no había ya margen para malas tardes. Haría falta ahora no fallar en los partidos que restan para tener alguna opción, y no parece lo más probable viendo que en la presente temporada el Deportivo nunca fue capaz de encadenar tres victorias seguidas.

Teniendo en cuenta que la temporada está casi perdida, cabe pensar en qué fue lo que la llevó al probable fracaso. Si en la etapa de Natxo se abusó de dar confianza a jugadores poco confiables en contextos desfavorables, lo cierto es que con Martí se minimizó ese protagonismo de los jugadores de perfil más bajo y se apostó por los que a priori tienen mayor calidad, al menos en la parcela ofensiva. Las presencias en el once de jugadores como Didier Moreno o Pedro Sánchez pasaron a ser anecdóticas, aunque el extremo alicantino todavía tiene un peso inexplicable en las segundas partes. Otra cosa que se frenó con Martí fueron los bandazos: a día de hoy la idea y la estructura es clara. 

No obstante, hay un aspecto que continua a la orden del día en el Dépor, y es la negligente elección del contexto en el que se hace desenvolver a los futbolistas. Con una plantilla hecha para dominar, el entrenador tiene que esforzarse siempre por encajar a los mejores, eso se da por descontado, pero además tiene que rodearlos de un contexto favorable aprovechando sus virtudes y minimizando sus defectos. Es cierto que no siempre se puede favorecer a todos, pero al menos se debe buscar el equilibrio, algo que no pasa desde hace demasiado tiempo en Coruña, no es un defecto sólo de esta temporada. El equipo lleva años haciendo caer en picado el valor de sus jugadores, jugadores que en muchos casos demostraron de nuevo su valía al salir de Coruña, y esa desvalorización tiene mucho de explicable en clave de contexto de juego al que se enfrentó aquí. Hay jugadores que en este equipo no sólo no son aprovechados con sus mejores virtudes, sino que se les mata haciéndoles actuar en situaciones desfavorables. Y, si buscamos  particularizar, hay nombres propios para regalar:

  • Saúl lleva varios partidos siendo un futbolista mediocre e incluso nefasto por momentos. El lateral tiene nivel más que demostrado en la categoría y es probable que acabe siendo un jugador de primera durante bastantes años, con lo que no debemos buscar las razones sólo en él, sino también en lo que le rodea. ¿En qué beneficia a Saúl, un jugador con predilección por seguir las jugadas, ofrecerse como apoyo y participar siempre en la combinación, encontrarse un solar desierto de apoyos en su zona? En los últimos partidos, es habitual verlo recibir sin compañeros ofreciéndose en su banda, viéndose obligado a algo tan impropio de un lateral como darse la vuelta y buscar un amigo en zonas retrasadas. Su influencia en ataque está perdida totalmente porque no es un lateral sorpresivo, sino un llegador gradual, y perder la presencia de un interior con el que buscar subidas como era Vicente le perjudicó evidentemente. 
  • Edu Expósito lleva bastante tiempo sin deslumbrar y posiblemente el menos culpable de ello sea él. Lo cierto es que se está viendo obligado a actuar en un entorno que le obliga a la intrascendencia aunque, paradójicamente, le obligue también a la omnipresencia. ¿En qué beneficia a Edu verse obligado a dar varios pasos hacia atrás para desatascar la función de salida de balón porque Bergantiños no es un jugador solvente realizándola, cuando la principal aportación de Edu es la de ser determinante con el balón en tres cuartos y cuando la labor de construcción previa puede ser realizada por jugadores que sí son específicos para ella como Vicente o Mosquera? Y, sobre todo, ¿en qué beneficia al equipo tener a Expósito ahogado en el minuto 60 por esa ida y vuelta, haciendo labores propias de tres posiciones diferentes y siendo incapaz por ello de no brillar en ninguna? Por si fuera poco, ayer no fueron pocas las ocasiones en las que teniendo Expósito el balón fue incapaz de encontrar apoyos para soltarlo.
  • Carlos Fernández es el jugador más diferencial del equipo, un futbolista que facilita enormemente el mantener la posesión en zonas altas por su juego de espaldas y capacidad combinativa. ¿En qué beneficia a Carlos caer en el juego brusco y rápido, de ida y vuelta, al que se entrega el Dépor sin reticencia a instancias de sus rivales? Cuando el balón llega a Carlos, el panorama inmediatamente detrás de él es desolador. Edu, incapaz de estar en todos sitios, no siempre está en el apoyo y Fede en ataques rápidos no tiene tiempo de cubrir su hueco desde la banda. Al final, los balones que llegan a los dos de arriba acaban siendo en muchas ocasiones una invitación agresiva a que se busquen la vida ellos mismos y no se puede vivir de la pegada en un equipo en el que tus dos delanteros, aunque solventes y de calidad, no son Messi y Cristiano Ronaldo.
  • Marí y Duarte son dos defensas que se sienten muy cómodos desde el dominio. No se tensan cuando hay que sacar el balón con calma y se toman su tiempo moviendo al rival y tocando entre ellos todo lo que sea necesario si así se requiere. Son jugadores con un muy buen posicionamiento, pero no son centrales excelsos cubriendo campo, cuando el control se pierde sufren, cuando los ataques pillan desordenado al equipo y la transición defensiva es errática lo pasan mal. ¿De qué les sirve también a ellos esa continua ida y vuelta que acaba casi siempre con pérdidas rápidas y transiciones a trompicones que conllevan contras inmediatas del rival, contexto que especialmente cuando el delantero es rápido (y, contra el Dépor, los rivales suelen usar esta opción conociendo este detalle) tiene grandes posibilidades de hacer especial daño?
  • Bergantiños es un destructor puro, necesita a alguien cerca para dársela inmediatamente cuando recupera, un jugador que haga lo que hizo Juan Domínguez cuando los dos fueron jugadores muy destacados hace unas temporadas en segunda. Por lo explicado anteriormente, es evidente que Edu no es el hombre adecuado para hacerlo. ¿En qué beneficia a Álex y, sobre todo, en qué beneficia al equipo, que sea la base del juego de ataque? Su habilidad para sacar el balón mejoró considerablemente de hace unos años a esta parte, pero nadie sale beneficiado de hacerle resolver papeletas en las que sufre.
  • Todos los jugadores de banda están a un nivel horrendo, sin excepción, desde hace tiempo. Y ni Cartabia, ni Valle ni Nahuel son jugadores horrendos. Es evidente que existe un problema estructural en su irrelevancia, que la existencia en la pierna cambiada es un invento sin pies ni cabeza dentro de la sistemática de juego del equipo porque no aporta nada en la estructura habitual de ataque y limita tanto a ellos como a los delanteros, porque siempre va a sobrar un jugador, un jugador que además al estar a pie cambiado tampoco te va a dar la capacidad de sacarte un centro en la mayoría de ocasiones. Me parece adecuado el recurso de las bandas cambiadas en esquemas con un sólo delantero, algo que te permite usar a un jugador para mover la defensa y sorprender introduciendo a un jugador en conducción desde el exterior, o en aspectos puntuales de los partidos, pero utilizarlo como recurso por defecto carece de sentido si no es con argumentos de peso que resulta evidente que no existen.
Se podría entrar a valorar más cosas, muchas más, pero haríamos de este artículo una sucesión infinita de párrafos. El resumen se basa simplemente en que poner a los mejores es sólo una parte esencial del plan, pero no la única. Saber por qué son los mejores y permitirles serlo es realmente la clave de todo. Pero seguramente sea ya muy tarde para todo esto, porque el fútbol es un juego orquestal que no cambia de la noche a la mañana. Habrá que confiar en la ciencia infusa y en la suerte.

2 sept 2018

Un Dépor que aún no se cree lo que puede llegar a ser



Creo no estar diciendo ninguna locura si afirmo que el primer tiempo del Dépor en Tenerife dio la sensación de que estamos ante un equipo con potencial para ser dominante en la categoría. Ideas preclaras en la creación de juego, fluidez en las cercanías del área rival y la capacidad de crear peligro con diversidad de recursos, principalmente utilizando la inventiva de Carles Gil por la zona central y la habilidad para el centro de un Caballo que está demostrando tener un guante en su pie izquierdo. El Dépor estaba tan tranquilo sobre el césped del Heliodoro Rodríguez López que no existía apenas nada que hiciera presagiar que el partido iba a cambiar demasiado tras el descanso.

No obstante, el mencionado cambio ocurrió para desesperación de un Natxo González que vio como el Tenerife comenzó la segunda parte con descaro y manifiesta superioridad. Durante la práctica totalidad del segundo tiempo el equipo local fue quien llevó el peso del partido y el balón permaneció en el campo del Dépor más tiempo del debido. En ese contexto de superioridad, el gol tinerfeño hizo acto de presencia apenas transcurridos diez minutos de la segunda mitad y tras el empate se pudo ver que el nuevo guión que había empezado a seguir el partido no tenía visos de cambiar. El monólogo tinerfeño continuó hasta que Didier Moreno cogió el ritmo del partido tras salir desde el banquillo en el minuto 64. El colombiano, al que se le nota que llegó a Coruña con ritmo de competición, demostró superioridad física e incomodó a la defensa rival abarcando mucho campo y contribuyendo tanto en llegada como en presión, ejerciendo de contrapeso justo para que la balanza cambiara de posición. Llegó con peligro y tuvo una ocasión de gol que no acertó a rematar adecuadamente y suya fue la asistencia a Borja Valle que puso por delante al Dépor hasta que un error en la salida de Dani Giménez provocó el empate rival a escasos segundos del final.

Una vez contado el aspecto objetivo de lo ocurrido en el partido de ayer, ¿qué análisis queda por sacar de lo visto en el campo y por qué el Dépor mostró dos caras tan diferenciadas? Mi opinión es que el equipo supo jugar mientras estuvo cómodo. El Tenerife está teniendo problemas para salir enchufado a los partidos y el de ayer no fue una excepción. El equipo herculino supo aprovechar eso y asentarse antes sobre el terreno de juego, echando del encuentro a su rival hasta la llegada del descanso. No obstante, en la segunda mitad el conjunto canario salió con otra mentalidad y con la remontada entre ceja y ceja, dejándose todas las inseguridades en el vestuario y haciendo que aparecieran las del equipo dirigido por Natxo González, que vio una vez más cómo aparecían los problemas para plantar cara a un rival que quería conseguir mandar en el partido.

Creo que este Dépor tiene un potencial enorme que dejó ver sobradamente en el primer tiempo, pero también posee el que probablemente sea el peor defecto que puede tener un equipo nacido para buscar dominar una categoría: no llegan a creerse lo que son. Hay miedo a ejercer de favoritos cuando las cosas se complican y miedo a no ser lo suficientemente buenos como para ir a sentenciar el partido. Habrá quien le llame falta de personalidad del conjunto, pero creo más bien que es una cuestión de 

Por otra parte, es fácil caer en señalar a Dani Giménez como el jugador que  costó dos puntos en el último momento, pero su partido hasta ese instante (y también su temporada hasta hoy) fue más que digna y no es del todo justo cargarle las culpas de un error que compensó con aciertos importantes previos. Antes de pensar en Giménez debemos ver que existieron también otras imprecisiones que contribuyeron de manera clave en el marcador, como un mal cabeceo de Quique a un gran centro de Caballo en los instantes iniciales o un mano a mano con el portero muy mal gestionado por Pedro en el 85'. Giménez erró a final, pero también dio seguridad en los restantes tramos, y si alguien quedó señalado tras el partido de Tenerife fue más bien un Eneko Bóveda que sigue dejando tantas dudas en el centro de la defensa como la pasada temporada. Difícil recordar una buena acción del ex jugador del Athletic en el partido de ayer, en el que ofreció demasiadas carencias tanto en la marca como, sobre todo, en la salida de balón. No sería demasiado comprensible que en la próxima jornada no viésemos a Marí o a Somma acompañando a Duarte.

En resumidas cuentas, este Dépor tiene mucho para ilusionar, pero también deja bastante lugar a la preocupación. El aspecto psicológico falla, y eso no es fácil de gestionar. Es un mal endémico en este club desde hace demasiado tiempo y puede traer muchos disgustos si en los momentos clave siguen apareciendo los peores miedos. El error real no fue defender la falta decisiva en el área pequeña, ni la mala salida del portero. El error fue no saber ni siquiera intentar discutir el dominio de la segunda parte al rival. Habrá que esperar que la vuelta a Riazor sepa curar las carencias de un equipo que promete más de lo que da pero que, por ver la nota positiva, lleva unos más que decentes 5 puntos en 3 partidos fuera de casa.

15 abr 2018

Sensaciones tras el Athletic - Deportivo




Da la sensación de que el partido de San Mamés llega bastante tarde para el Dépor. El equipo herculino demostró por primera vez esta temporada que sabe ser claramente superior a su rival, aunque dicha superioridad sólo durara 45 minutos y en la segunda parte tocara sufrir como siempre, pero queda la sensación de que esta plantilla es más aprovechable de lo que dejó ver hasta ahora. A falta de que el Levante dispute su partido de esta jornada el equipo blanquiazul está a unos 5 puntos de la salvación que todavía son un mundo, pero visto el rendimiento ofrecido en su último encuentro puede que los más osados se animen a creer en la épica.

La primera parte permitió ver a un equipo con ideas, capaz de afrontar la creación de juego con temple y de defender sin ansiedad. El Athletic no hizo peligro en la primera mitad y Rubén no tuvo trabajo más allá de acciones intrascendentes que no crearon inquietud alguna. Adrián puso el marcador a favor en los primeros minutos y volvió a anotar de nuevo bastante antes del ecuador del primer tiempo para dejar en el marcador en el 0-2 con el que llegó al descanso. En la segunda mitad, no obstante, la historia cambió demasiado y los blanquiazules acabaron pidiendo la hora, pero la segunda victoria consecutiva se convirtió en realidad y consiguió dar alas a los más optimistas. Más allá de los datos crudos sobre lo que ocurrió en la globalidad del partido, hay también particularidades que se pueden deducir de lo visto en el césped bilbaíno:

- La portería sigue siendo un gran problema: Rubén no tiene nivel para defender una portería de Primera División. Su desempeño en ambos goles fue deficiente, especialmente en el segundo, y en el tanto anulado a Raul García tampoco supo hacer más que la estatua. Es cierto que tuvo un par de paradas de mérito, pero no hacen olvidar que posiblemente el Dépor a día de hoy tendría un puñado más de puntos si la portería estuviese en manos de alguien de mayor nivel.

- La suplencia de Schär no es un sinsentido: Es cierto que el suizo tiene una calidad con el balón en los pies fuera de toda duda, pero a un central han de pedírsele principalmente otras cosas. Cuando debe defender dentro del área sufre sobremanera y a menudo comete errores flagrantes de posicionamiento que acaban en sustos que podrían haberse evitado. También suele pecar de una falta de contundencia que no puede admitirse en un defensor de un equipo que se juega tanto como el Dépor a estas alturas. Quizás Albentosa luzca menos, pero en los últimos partidos se mostró muy entonado y no merece perder su plaza en favor del helvético.

- La reconciliación con el fútbol de Juanfran y Mosquera: El partido de Juanfran ante el Athletic fue, por primera vez en la temporada, digno de aquel lateral atrevido que llamó la atención al Barcelona. Sin fallos en defensa y con influencia en ataque, la línea ascendente que lleva el madrileño en las últimas jornadas es tan digna de mención como su ínfimo nivel del resto de temporada. En cuanto a Pedro Mosquera, resulta esperanzador ver cómo de nuevo da signos de ser el futbolista que Riazor conoció en su primera temporada en el club. Capaz de llevar la manija y ofreciendo soluciones a sus compañeros en todo momento, hay motivos para creer que puede ser un futbolista muy importante en este tramo final de campaña.

- Lo que quiera Emre Çolak : Si algo permitió ver el encuentro de San Mamés es que el Dépor se muestra como el día y la noche si se compara su juego con el turco en el campo y sin él. Emre debería ser innegociable sobre el césped, pues su salida del terreno de juego dio alas a un Athletic que se encontró ante un rival mucho más predecible en la construcción y fácil de defender. El arreón del conjunto bilbaíno estuvo también, por supuesto, motivado por la entrada de un Muniain que supo hacerse cargo de la creación de peligro y se ofreció en todo momento como guía del ataque de los locales, pero la salida de Çolak fue también determinante.

- Adrián y Borja Valle en su mejor momento: Los movimientos de Adrián López en los últimos partidos siempre están resultando enormemente valiosos para un Dépor que encuentra en él a un futbolista muy dinámico entre líneas y con mucha creación goleadora (4 tantos en los últimos dos encuentros). También Borja está en un momento dulce después de verse relegado a la intrascendencia toda la temporada. Erigido como un revulsivo efectivo e incluso estableciéndose como una opción por encima de Florin Andone, el delantero de Ponferrada aporta frescura y oficio en un ataque que necesita jugadores de su perfil en las segundas partes.

- Lucas, recordando viejos tiempos: Pocos podrán debatir que el partido de Lucas en San Mamés fue de grandísimo nivel. Dio dos penúltimos pases clave en los goles de Adrián y asistió a Borja Valle en el 1-3 con un gran balón cruzado, pero más allá de eso fue una pesadilla para los centrales del equipo de Ziganda. Siempre al límite de la línea de fuera de juego, preparado para romper líneas con un simple movimiento de desmarque, el coruñés está volviendo a recordar cómo ser la referencia de un equipo que necesita que recupere su mejor versión

- Seedorf, de nuevo suspenso en los cambios: Hay en una cosa en la que hay que darle la razón a Clarence Seedorf, y es que la psicología es una pieza clave para afrontar la lucha de la salvación. Una vez demostró el equipo que podía hacer partidos buenos e incluso ganarlos, el nivel de juego comenzó a aumentar y con ello estas dos victorias consecutivas hicieron acto de presencia. No obstante, no se puede negar que la lectura de los partidos del técnico neerlandés resulta ser bastante deficiente a menudo. En el día de hoy, el cambio de Çolak hizo que el equipo perdiera toda capacidad de pelear de tú a tú por el dominio del juego y dio pie a la mejoría de un Athletic que no empató de casualidad. Parece que el método del técnico empieza a dar frutos, pero la mentalidad ganadora debe ir apoyada también por un mínimo de táctica ganadora.

En resumen, el Deportivo lucha por su vida pero, más allá de ver esta frase como algo negativo, lo cierto es que tiene tintes optimistas. Un optimismo que no nace, evidentemente, de que la vida esté en juego, sino de ver que ahora al menos se lucha por ella en vez de dejarse arrastrar por una corriente cuyo destino no era otro que el desastre. El desenlace se verá en poco tiempo, y esperemos que sea feliz, aunque eso sea esperar demasiado.