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15 abr 2018

Sensaciones tras el Athletic - Deportivo




Da la sensación de que el partido de San Mamés llega bastante tarde para el Dépor. El equipo herculino demostró por primera vez esta temporada que sabe ser claramente superior a su rival, aunque dicha superioridad sólo durara 45 minutos y en la segunda parte tocara sufrir como siempre, pero queda la sensación de que esta plantilla es más aprovechable de lo que dejó ver hasta ahora. A falta de que el Levante dispute su partido de esta jornada el equipo blanquiazul está a unos 5 puntos de la salvación que todavía son un mundo, pero visto el rendimiento ofrecido en su último encuentro puede que los más osados se animen a creer en la épica.

La primera parte permitió ver a un equipo con ideas, capaz de afrontar la creación de juego con temple y de defender sin ansiedad. El Athletic no hizo peligro en la primera mitad y Rubén no tuvo trabajo más allá de acciones intrascendentes que no crearon inquietud alguna. Adrián puso el marcador a favor en los primeros minutos y volvió a anotar de nuevo bastante antes del ecuador del primer tiempo para dejar en el marcador en el 0-2 con el que llegó al descanso. En la segunda mitad, no obstante, la historia cambió demasiado y los blanquiazules acabaron pidiendo la hora, pero la segunda victoria consecutiva se convirtió en realidad y consiguió dar alas a los más optimistas. Más allá de los datos crudos sobre lo que ocurrió en la globalidad del partido, hay también particularidades que se pueden deducir de lo visto en el césped bilbaíno:

- La portería sigue siendo un gran problema: Rubén no tiene nivel para defender una portería de Primera División. Su desempeño en ambos goles fue deficiente, especialmente en el segundo, y en el tanto anulado a Raul García tampoco supo hacer más que la estatua. Es cierto que tuvo un par de paradas de mérito, pero no hacen olvidar que posiblemente el Dépor a día de hoy tendría un puñado más de puntos si la portería estuviese en manos de alguien de mayor nivel.

- La suplencia de Schär no es un sinsentido: Es cierto que el suizo tiene una calidad con el balón en los pies fuera de toda duda, pero a un central han de pedírsele principalmente otras cosas. Cuando debe defender dentro del área sufre sobremanera y a menudo comete errores flagrantes de posicionamiento que acaban en sustos que podrían haberse evitado. También suele pecar de una falta de contundencia que no puede admitirse en un defensor de un equipo que se juega tanto como el Dépor a estas alturas. Quizás Albentosa luzca menos, pero en los últimos partidos se mostró muy entonado y no merece perder su plaza en favor del helvético.

- La reconciliación con el fútbol de Juanfran y Mosquera: El partido de Juanfran ante el Athletic fue, por primera vez en la temporada, digno de aquel lateral atrevido que llamó la atención al Barcelona. Sin fallos en defensa y con influencia en ataque, la línea ascendente que lleva el madrileño en las últimas jornadas es tan digna de mención como su ínfimo nivel del resto de temporada. En cuanto a Pedro Mosquera, resulta esperanzador ver cómo de nuevo da signos de ser el futbolista que Riazor conoció en su primera temporada en el club. Capaz de llevar la manija y ofreciendo soluciones a sus compañeros en todo momento, hay motivos para creer que puede ser un futbolista muy importante en este tramo final de campaña.

- Lo que quiera Emre Çolak : Si algo permitió ver el encuentro de San Mamés es que el Dépor se muestra como el día y la noche si se compara su juego con el turco en el campo y sin él. Emre debería ser innegociable sobre el césped, pues su salida del terreno de juego dio alas a un Athletic que se encontró ante un rival mucho más predecible en la construcción y fácil de defender. El arreón del conjunto bilbaíno estuvo también, por supuesto, motivado por la entrada de un Muniain que supo hacerse cargo de la creación de peligro y se ofreció en todo momento como guía del ataque de los locales, pero la salida de Çolak fue también determinante.

- Adrián y Borja Valle en su mejor momento: Los movimientos de Adrián López en los últimos partidos siempre están resultando enormemente valiosos para un Dépor que encuentra en él a un futbolista muy dinámico entre líneas y con mucha creación goleadora (4 tantos en los últimos dos encuentros). También Borja está en un momento dulce después de verse relegado a la intrascendencia toda la temporada. Erigido como un revulsivo efectivo e incluso estableciéndose como una opción por encima de Florin Andone, el delantero de Ponferrada aporta frescura y oficio en un ataque que necesita jugadores de su perfil en las segundas partes.

- Lucas, recordando viejos tiempos: Pocos podrán debatir que el partido de Lucas en San Mamés fue de grandísimo nivel. Dio dos penúltimos pases clave en los goles de Adrián y asistió a Borja Valle en el 1-3 con un gran balón cruzado, pero más allá de eso fue una pesadilla para los centrales del equipo de Ziganda. Siempre al límite de la línea de fuera de juego, preparado para romper líneas con un simple movimiento de desmarque, el coruñés está volviendo a recordar cómo ser la referencia de un equipo que necesita que recupere su mejor versión

- Seedorf, de nuevo suspenso en los cambios: Hay en una cosa en la que hay que darle la razón a Clarence Seedorf, y es que la psicología es una pieza clave para afrontar la lucha de la salvación. Una vez demostró el equipo que podía hacer partidos buenos e incluso ganarlos, el nivel de juego comenzó a aumentar y con ello estas dos victorias consecutivas hicieron acto de presencia. No obstante, no se puede negar que la lectura de los partidos del técnico neerlandés resulta ser bastante deficiente a menudo. En el día de hoy, el cambio de Çolak hizo que el equipo perdiera toda capacidad de pelear de tú a tú por el dominio del juego y dio pie a la mejoría de un Athletic que no empató de casualidad. Parece que el método del técnico empieza a dar frutos, pero la mentalidad ganadora debe ir apoyada también por un mínimo de táctica ganadora.

En resumen, el Deportivo lucha por su vida pero, más allá de ver esta frase como algo negativo, lo cierto es que tiene tintes optimistas. Un optimismo que no nace, evidentemente, de que la vida esté en juego, sino de ver que ahora al menos se lucha por ella en vez de dejarse arrastrar por una corriente cuyo destino no era otro que el desastre. El desenlace se verá en poco tiempo, y esperemos que sea feliz, aunque eso sea esperar demasiado.

21 mar 2018

La ilusión robada




Hay una canción que la afición del Deportivo aceptó como suya hace tiempo y que acompaña a los éxitos del club desde hace casi dos décadas. Esta canción, tan escuchada en las buenas épocas del equipo blanquiazul (y que tanto llevamos sin oír debido al poco ambiente de celebración que vivimos desde hace tiempo) reza la ya famosa frase de 'y pobre del que quiera robarnos la ilusión'. Pues bien, si nos tomamos esa frase como lema, tengo que decir que este último fin de semana es el punto que tomo como aquel en el que considero definitivamente robada la ilusión.

¿Por qué justamente este fin de semana? pensará quien lea esto creyendo, quizá, que debería haber puesto el marcador un poco antes incluso. Y es cierto que esta temporada tuvo innumerables motivos para dejar de creer increíblemente pronto, pero es que he de decir que me ilusiono con poco en lo que al Dépor se refiere e incluso cuando llegó Seedorf intenté tomármelo por el lado bueno. Es una seña de identidad de la afición coruñesa eso de crear mucho con lo poco que recibe, pero como digo esta última jornada fue el punto de inflexión que dicta que ya no hay ilusión posible. El partido de Riazor ante Las Palmas, infame como pocos, dejó a las claras que Seedorf no va a salvar esto pero tampoco hubo movimiento alguno para darle el timón a alguienque sí pueda ser capaz. La señal es inequívoca: el capitán ya cree estar seguro de que el barco está hundido y simplemente lo deja irse a pique sin perder el tiempo con maniobras infructuosas.

Lo cierto es que llama la atención que el técnico neerlandés siga teniendo otra oportunidad a pesar de los 15 días que había de margen hasta la próxima jornada y la total incapacidad que mostró para cambiar nada a mejor. También, como opinión personal, me llama la atención que siempre que sale a rueda de prensa se tiene una excesiva benevolencia en las preguntas que se le realizan, como evitando que explique cuestiones tácticas (aunque sobre el césped no se atisba señal alguna de que exista pizarra alguna) y limitándose a cuestiones sobre esa psicología de la que tanto le gusta hablar al entrenador o sobre algún que otro chascarrillo o banalidad que siempre se cuela entre las preguntas pre y postpartido. Quizás esto sea una simple sensación mía, pero tengo la impresión de que entrenadores con una media de puntos mucho mejor y estilo de juego infinitamente más aseado tuvieron que vivir ruedas de prensa mucho más duras en sus momentos malos. Quizás se explique simplemente por el hecho de que ya todo da un poco igual, o quizás no.

En cualquier caso, lo único que podría haberse hecho para al menos encender una pequeña llama en la grada que diera motivos para creer que se puede cambiar la imagen sería un nuevo cambio de técnico. Sé que no todo se soluciona cambiando a un entrenador y a la vista está en base a lo experimentado estos años, pero en este caso es tan evidente (ojalá me equivoque) que Seedorf no es capaz de mejorar el rumbo que no queda otra que plantearse esa opción como vía única de escape ya no de un descenso que parece ineludible, sino del ridículo absoluto.

Sólo se me ocurren un puñado de motivos por los que a día de hoy el banquillo del Dépor no esté vacante o con un nuevo dueño, que ordeno de menor a mayor gravedad: o realmente la banca está ya en números rojos hasta un nivel extremo, o se le firmaron a Seedorf por contrato un número mínimo de partidos a dirigir o el consejo de administración no quiere realizar un cambio porque si la cosa va a mejor su decisión con Seedorf quedaría aún más en evidencia de lo que ya fue quedando con el paso del tiempo. La opción de la confianza en el proyecto no la contemplo, porque la media de puntos en la fase más asequible del campeonato es casi de record negativo en la historia de la competición.

Quizás 'robo' no sea la palabra adecuada para definir el final de la ilusión por la permanencia, porque no se la quedó nadie sino que simplemente se dejó que se desvaneciera. Seguramente en los peores años de la historia del club ocurriera alguna vez algo así, pero yo no viví nunca un final de temporada con la sensación de que los meses de competición que restan son puro relleno a la espera de un pésimo final. Al fin y al cabo, el descenso no es el fin del camino y simplemente hay que trabajar por volver.

18 mar 2018

Miedo y asco en Riazor



No suelo hablar de la grada ni cuando escucho cosas inauditas a mi alrededor (cosa bastante más común de lo que me gustaría, que nadie piense que Riazor es un oasis de cordialidad) debido a que no me parece un aspecto demasiado relevante del juego. Que sí, que la afición puede dar alas o cortarlas dependiendo de la situación, pero 30000 personas actuando como entes casi individuales no resultan ser un factor realmente determinante casi nunca. Si algo enseña la física es que la actuación de un número muy alto de cuerpos dejados a su libre albedrío durante un tiempo suficientemente alto tenderá a anular la acción conjunta global de todos ellos. No obstante hoy voy a comentar algunas impresiones con respecto al tema porque creo que el partido de ayer tuvo tintes fenomenológicos en la grada de la misma forma que los tuvo el jugado ante el Granada en la 12/13.

Si algo me llamó la atención de ayer fue la alevosía de ciertos cánticos. En una afición que se vangaloria (cada vez menos) de ser una de las mejores de España choca bastante el hecho de que vaya deliberadamente contra su propio equipo cuando todavía tiene opciones manifiestas de ganar un encuentro. A nivel táctico, el partido de ayer fue infame y se vio a las claras que Seedorf no tenía mayor plan que dejarlo todo a la casualidad después de elegir a sus once jugadores, pero también es innegable que Las Palmas no supo proponer mucho más y el Dépor llegó a hacer más peligro que sus rivales hasta los últimos minutos. Este partido se perdió porque la casualidad falló y es cierto que aunque se ganara no habría motivos para la alegría ante semejante esperpento táctico, pero desde luego que los cánticos burlones contra el equipo desde el comienzo de la segunda parte hicieron muy poco para ayudar a decantar la balanza en la última oportunidad de supervivencia. Si ahora estaba difícil, en la segunda categoría lo estará más todavía.

¿Es esto un reproche a todo aquel que se dedicó a reírse del equipo en lugar de intentar ayudar a que consiguieran una victoria que ayer habría podido llegar sin ningún tipo de problema? La respuesta es no, no me corresponde esa autoridad moral para decirle a nadie lo que ha de hacer. Creo que cada uno está en su derecho de comportarse de la manera que desee y a exponerse al juicio ajeno en base a ello y, en el caso de este artículo, a mi juicio. En mi opinión, lo realmente grave de ayer fueron las mofas a Lucas Pérez. El jugador está dando un nivel muy alejado del rendimiento esperado en base a lo que dio en el pasado y lo que cobra en el presente, pero si alguien duda de su implicación en cada partido es porque no le presta atención alguna y no ve que al menos es de los pocos que tira de orgullo. En cualquier caso, aunque no se dejara los pulmones en el campo, yo tengo claro quien es de los mios y creo que Lucas era de los que vestían de blanquiazul y de los que sienten innegablemente el escudo. Mofarse de él es mofarse de todos nosotros, porque veo evidente que lo que hace en el campo es lo que haría cualquiera de la grada si estuviera en su lugar, porque es la imagen de la impotencia y la desesperación que sentimos todos. Y debo decir que no defiendo esto porque sea Lucas, ni mucho menos, sino porque no me parece normal. Igual que no me parecieron normales otros acosos como los sufridos por Albentosa o Juan Domínguez en su día.

Quedan nueve partidos y ayer vimos a una afición que parecía querer perder el partido para poder despacharse a gusto y señalar a sus odiados. Y qué queréis que os diga, yo también espero una pronta convocatoria de elecciones y un cese fulminante de un técnico que no consiguió más en el Dépor que hacer que sus jugadores hicieran el ridículo, pero no a costa de dispararnos en el pie. En cualquier caso, felicidades: ahora sí que estamos en segunda y el estadio contribuyó ayer en su justa medida a destrozar la última bala con la inestimable ayuda de los que corrían sobre el césped. Ahora ya todo el mundo puede criticar sin miedo todo lo que quiera, porque ya no hay nada que perder. Nos vemos en segunda.

14 mar 2018

Emre Colak y el orden anárquico



Si hay un futbolista diferente en el Deportivo de Coruña ese es Emre Çolak. El turco es un jugador cuya calidad está fuera de toda duda, pero su principal problema es otro. Siempre parece desconectado de todo lo demás y su nivel de compromiso suele ser como mínimo cuestionable. No obstante, el equipo está en una situación extrema (calificativo que resulta incluso optimista) que necesita soluciones cuanto antes.

Al Dépor no le sobra fútbol, y en ese aspecto debe intentar aferrarse a algo que solvente una papeleta tan complicada como verse incapaz de tener mecanismos para hacer daño al rival en plena jornada 30. Es cierto que algunas de sus actitudes fueron indefendibles, que tiene carencias que en ocasiones cuestan sustos y que su nivel de algunos partidos no es del todo aceptable, pero si no conseguiste formar un esquema que permita crear fútbol en toda la temporada y te ves metido en una situación insostenible como la actual resulta evidente que la solución pasa por buscar a jugadores que aporten algo diferente y Çolak es el único jugador en plantilla que puede dar algo así.

Emre no es un futbolista válido para correr detrás de un balón, pero sí puede solucionar el problema de tener que resignarse a jugar así. Es capaz de tener clarividencia en el último pase, de juntar las líneas de su equipo y desordenar las del rival. Continuar haciendo lo de siempre no tiene pinta de ir a dar resultados diferentes por mucho que el entrenador defienda que lo único que falta por llegar es la victoria.

Si se apuesta por él, no obstante, hay que hacerlo creyendo en sus aptitudes. No es admisible resignarlo a la banda, donde su presencia pierde todo el sentido. Es influyendo en el centro cuando mediante la posesión de balón es capaz de permitir a sus compañeros posicionarse en lugares donde pueden resultar dañinos. Ayer hablé de Lucas y de cómo el coruñés necesita a alguien que le busque, y utilizar en ese aspecto a Emre puede ser la única baza que tiene el equipo para aprovecharse de él de manera efectiva.

Es cierto que al turco le falta regularidad, aunque sería casi utópico que la consiguiera entrando y saliendo del equipo con tanta frecuencia como lo hace. En cualquier caso, si fuese capaz de rendir al nivel de sus mejores partidos con frecuencia resulta evidente que su equipo actual no sería el Dépor. Es un futbolista diferente y capaz de decantar partidos. El nivel de cualquiera de los jugadores de arriba es exactamente igual de irregular y siguen jugando partido tras partido, con lo que no hay motivo en ese sentido para prescindir de Emre. En mi concepción del equipo, en la situación actual sólo Çolak y Lucas serían innegociables en el ataque.

El incidente de enero con Parralo a punto estuvo de llevarlo a la puerta de salida, pero finalmente se quedó en plantilla para tener un protagonismo bastante leve. Seguramente no sea un futbolista fácil de llevar y frecuentemente se vivan situaciones a su alrededor que no tienen demasiado sentido en un equipo de fútbol, pero si aún se tiene una levísima esperanza de salvación ha de pasar por recuperar al único jugador que tiene fútbol suficiente para dar criterio a un ataque inocuo. 

En resumen, no se puede tomar la irregularidad de Çolak como penalización para juzgar su capacidad. Sí, en cuanto a calidad está varios peldaños por encima del resto, pero castigar que no siempre dé ese nivel es absurdo. Hay otros jugadores que no tienen su capacidad de determinación y fluctúan tanto o más que él sin perder su lugar en el once. Es una tendencia milenaria en el fútbol la de castigar más la irregularidad de aquel que tiene mayor talento cuando simplemente lo que la hace destacar es el hecho de que cuando está bien es capaz de alcanzar un nivel que otros no consiguen, pero renunciar a la oportunidad de disfrutar de ese recurso porque no lo va a conseguir ofrecer los 90 minutos de las 38 jornadas me parece una negligencia flagrante.

Los únicos minutos realmente buenos del partido contra el Espanyol, tan alabado por Seedorf, se dieron a partir de la entrada de Emre en el campo y sólo hace falta repasarlo para ver que su incidencia fue la clave de las llegadas de los coruñeses en la última fase de la segunda parte. También es necesario recordar que todas las victorias de este equipo salvo la conseguida en el Estadio de Gran Canaria contaron con la participación de Emre. El futbolista turco aporta la única clarividencia con la que cuenta el conjunto blanquiazul en ataque y cerrarse a esa evidencia es resignarse al juego que llevamos toda la temporada viendo: una orquesta de atacantes solistas incapaz de hacer casi nada en conjunto, a la que ahora se le añadió el tan manifiestamente inefectivo recurso de los balonazos arriba de Muntari. No nos engañemos, Çolak tiene muchos defectos y quizás su presencia en el equipo también reste bastantes cosas, pero no aprovechar lo que suma en esos 90 minutos a la semana que son los que realmente importan es pedirle al descenso que llegue cuanto antes.

También puede ser que la cabeza del futbolista turco esté en otro lugar y su compromiso se desvaneciera ya por completo desde sus incidentes de enero. En ese caso hay otro futbolista que puede ofrecer prestaciones similares jugando por dentro, que es Carles Gil, pero parece que su rol con Seedorf se limita al más puro ostracismo. Quizás haya que resignarse a seguir viendo a un Dépor falto de ideas en ataque hasta final de año y esperar que en la planificación para Segunda División en la temporada que viene se consiga por fin formar un equipo equilibrado y fichar a un entrenador con los conceptos asentados.

10 mar 2018

Callejón sin salida



Quedan diez jornadas para el final de la liga, pero este Dépor ya está totalmente muerto. Y sí, aún tras volver a protagonizar un esperpento en Girona está tan solo a dos puntos de la salvación (tres si tenemos en cuenta el goal average con el Levante), pero no hay ningún motivo para la esperanza. El énfasis de la frase inicial ha de ponerse, no obstante, en el 'este' que precede a 'Depor'. No es que no haya esperanza para el equipo coruñés, pero simplemente no la hay para esta versión del equipo. No la hay para el proyecto de un Clarence Seedorf cuyo crédito ya está en números rojos y que después de no marcar un solo gol en seis partidos (el único gol a favor fue en propia puerta), encajar ocho y lograr 2 puntos de los 18 posibles sin ofrecer una idea de juego ilusionante deja a las claras que no hay nada que hacer si se tira por este camino.

Es cierto que el equipo está encajando menos goles que antes, pero lo cierto es que es más una consecuencia lógica del estilo plano que de una mejora defensiva. Estamos ante un conjunto que especula y no toma riesgos, completamente inocuo. En esa situación, los riesgos tomados se minimizan y por supuesto que se reciben menos goles, pero a la vez también se imposibilita la creación de ocasiones. La reducción de goles encajados simboliza más un problema que una solución.

Ahora, las decisiones que quedan por tomar en Plaza Pontevedra deberían ser ineludibles. ¿Despedir a Seedorf es una opción a día de hoy? Quizás no para la directiva, pero es sin duda la única alternativa razonable si lo que se quiere es intentar evitar lo que parece inevitable. Es bastante obvio que tampoco dio con la tecla y que el equipo está siendo un cadaver todavía más manifiestamente que con sus predecesores, pero con el agravante de que disputó la fase más sencilla del campeonato. No obstante, a pesar de esta obviedad, quizás ya no valga la pena pagar un tercer finiquito (que posiblemente ya no sea asumible por las arcas del club) sin tener ninguna garantía de salvación con un nuevo cambio de timonel y haya que centrarse en fichar a gente válida para la dirección deportiva para que el próximo año, con unas posibilidades alarmantes de que sea en segunda, no se repita el esperpento de esta temporada. De cualquier forma, las elecciones están a la vuelta de la esquina y cualquier fichaje que se realice para la gestión deportiva estará sujeto a evaluación por una teórica directiva entrante, con lo que tampoco sería garantía de nada.

En este contexto, ¿cuál es la mejor opción para el equipo coruñés? Lo cierto es que es complicado saberlo. Un descenso a segunda división sería poco menos que la antesala de un cataclismo, pero bajar es prácticamente la única opción para un equipo que no da ni la menor sensación de poder plantar cara en ninguno de sus partidos. No puede engañarnos un empate contra un Espanyol que lo buscaba descaradamente ni unas nuevas tablas ante un Eibar contra el que por una vez el ataque consiguió crear peligro pero sin hacer herida: las sensaciones son las sensaciones, y estas son peores incluso que con los entrenadores anteriores. Tres meses sin conseguir la victoria no son dignos de un club con el decimotercer límite salarial más alto de la categoría. Algo se hizo muy mal, y el hecho de que el actual entrenador no esté a la altura de la exigencia no es más que la punta del iceberg. Un cúmulo de horribles decisiones de dirección deportiva (que, dicho sea de paso, no tiene a día de hoy a un gestor reconocible) hacen que por un lado parezca que el mejor de los escenarios sea el de certificar el descenso cuanto antes y convocar elecciones inmediatas para que alguien con ideas nuevas llegue cuanto antes y empiece a gestionar la temporada en la división de plata. Sabemos que un descenso es mucho peor todavía de lo que asemeja y que las opciones de supervivencia del club pasarían por conseguir un rápido regreso a primera por tercera vez, tarea que resulta mucho más complicada de lo que podría parecerle hasta al más pesimista, pero ya que es el desenlace más esperable que al menos llegue cuanto antes daría mayor capacidad de reacción.

Nunca antes había perdido la esperanza de conseguir el objetivo a diez partidos del final (que es más de un cuarto de la competición, no es una cifra despreciable), pero esta vez resulta imposible no hacerlo. Este equipo no ofrece nada más que incapacidad para hacer frente a los partidos, no muerde y no da sensación de ser capaz de incomodar al rival en ningún momento. Y lo peor no es ver cómo el equipo se dedica a vagar por los campos, sino que la guinda llega en las ruedas de prensa, en las que Seedorf suele desbordar un insondable optimismo sobre las actuaciones de los suyos muy alejado de la realidad hasta unas dimensiones casi políticas. Ayer no había nada que destacar en lo positivo, pero el neerlandés ofreció un discurso que nuevamente estaba lleno de adornos y cuentos de hadas. No podemos engañarnos y pensar que el Dépor supo dominar en algunas fases a su rival, porque la sensación que personalmente tuve durante todo el partido fue que el Girona simplemente gestionó esfuerzos sabiendo que muchos de sus jugadores tienen mucha carga de partidos y era una ocasión ideal para dejarse llevar, dejando hacer a un rival incapaz de crear peligro real y vaciándose solamente en la presión, a sabiendas de que les hacía falta muy poco para conseguir robar.

Tras el fichaje de Seedorf intenté con todas mis fuerzas encontrar motivos para la ilusión y hasta me pareció muy interesante lo que dijo en su rueda de prensa de presentación. Incluso intenté sacar la lógica a sus alineaciones y en alguna ocasión me gustaron a priori, pero después de ver lo que ofrecían en el campo todo se iba al traste. Ojalá me equivoque y el optimismo del técnico esté justificado. Espero que estemos en la antesala de una racha de resultados épica, pero mucho me temo que la realidad es simplemente que el crédito del entrenador está más que agotado y que la única opción para conseguir luchar el ya increíblemente complicado objetivo pasa por un nuevo cambio en el banquillo con un perfil de técnico forjado en mil batallas como esta. Pero, por otra parte, viendo las continuas decisiones negligentes de una dirección deportiva que no tiene a nadie a los mandos me resulta inevitable pensar que cualquier otro cambio volvería a ser a peor.

9 mar 2018

El reloj sigue corriendo




Creo que las dos principales labores que ha de realizar un entrenador son tan fáciles conceptualmente como complicadas en la práctica: hacer lo más sencilla posible la vida de sus jugadores cuando están sobre el campo y maximizar sus virtudes. Si tomamos esto como dogma y echamos la vista sobre lo que estamos viendo en la primera etapa de Clarence Seedorf en el Dépor creo que existen varias cosas que atentan de forma importante contra lo dicho.

Para comenzar, la búsqueda efectiva de automatismos es algo que suele marcar la diferencia entre ser un equipo y ser un fracaso. Aquellos equipos cuyo estilo de juego tiene pautas reconocibles (sin llegar a ser fácilmente predecibles) indican que se realizó un buen trabajo y los jugadores saben jugar al fútbol en conjunto. En el caso del Dépor de Seedorf (aunque no se puede decir que sea algo que empezara con la llegada del entrenador neerlandés, ni mucho menos) esto dista mucho de ser así. En sus 5 partidos hasta ahora se vieron cosas muy variopintas, desde la búsqueda de ganar el mediocampo y atacar de manera ordenada que se dio contra el Espanyol hasta el descarado y burdo recurso de poner a Muntari a lanzar balonazos arriba durante todo el partido en Getafe. Estos cambios de paradigma siempre van en contra del equipo, pues dejan claro que no se encontró la forma de jugar y que, una jornada más, la búsqueda de esos automatismos en el juego no puede ponerse en marcha. En cualquier caso creo que ya es demasiado tarde para el técnico de Surinam en este aspecto, pues este acoplamiento entre conjunto y estilo de juego no es algo que se pueda lograr en cuestión de días.

Por otro lado, los bandazos en cuanto a rotaciones del equipo titular en situaciones extremas siempre me parecieron una locura. La estructura básica debe ser una en la que se confíe de manera casi ciega y tocarla lo justo y necesario.  Si echamos la vista a la progresión del Alavés desde que empezó a salir del pozo se ve que Abelardo tardó un partido en encontrar su once tipo a su llegada, pero al segundo encuentro definió ya su columna vertebral y su esquema. En el mercado de invierno los fichajes y la recuperación de Laguardia le dieron más posibilidades y se volvió a amoldar rápidamente al nuevo contexto sin bandazos, lo que le permitió seguir adelante sin sobresaltos. En el caso del equipo coruñés, en tan solo 5 jornadas con Seedorf 21 futbolistas disputaron al menos un partido saliendo como titulares. Todos los futbolistas salvo Tyton, Valentín, Valle y Carles Gil tuvieron oportunidad de salir de inicio en algún encuentro, un dato que habla bastante claro sobre las vueltas bruscas de timón que está dando el equipo. Las probaturas continuadas cuando la liga se acerca a la jornada 30 suelen acabar en desastre.

Si pasamos a hablar de la maximización de virtudes de los futbolistas, me resulta imposible no echar la vista a un ámbito en el que llevamos toda la termporada viendo algo que sólo puede catalogarse de esperpéntico: Lucas Pérez es el lanzador de córners de un equipo que necesita gol como el comer y en el que (bache de nivel aparte) es su mejor rematador. Quizás Lucas no sea un cabeceador nato y su capacidad goleadora se fundamente más en otras habilidades, pero tampoco es un buen lanzador y no tiene sentido renunciar a tener a un goleador cerca de la portería en un contexto de peligro si no aporta una precisión milimétrica en el saque. Tampoco se está encontrando la manera de hacer que los jugadores de ataque, la principal baza que debería utilizar el Dépor para hacerse fuerte, se complementen de manera útil. Los balones que llegan a los futbolistas de arriba suelen acabar en alguien haciendo la guerra por su cuenta y eso no es admisible cuando tienes a futbolistas que dan un salto cualitativo respecto al resto del equipo.

Seedorf lleva todas sus jornadas en el cargo desbordando una optimismo que nadie más en A Coruña tiene y apelando a que todavía hay tiempo. No obstante, el tiempo es efímero y más todavía cuando juega contra ti. La recámara se está quedando sin balas y hoy ante el Girona no vale nada que no sea una victoria. Todo el crédito se irá por la borda si no se suma de tres esta jornada.