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15 abr 2018

Sensaciones tras el Athletic - Deportivo




Da la sensación de que el partido de San Mamés llega bastante tarde para el Dépor. El equipo herculino demostró por primera vez esta temporada que sabe ser claramente superior a su rival, aunque dicha superioridad sólo durara 45 minutos y en la segunda parte tocara sufrir como siempre, pero queda la sensación de que esta plantilla es más aprovechable de lo que dejó ver hasta ahora. A falta de que el Levante dispute su partido de esta jornada el equipo blanquiazul está a unos 5 puntos de la salvación que todavía son un mundo, pero visto el rendimiento ofrecido en su último encuentro puede que los más osados se animen a creer en la épica.

La primera parte permitió ver a un equipo con ideas, capaz de afrontar la creación de juego con temple y de defender sin ansiedad. El Athletic no hizo peligro en la primera mitad y Rubén no tuvo trabajo más allá de acciones intrascendentes que no crearon inquietud alguna. Adrián puso el marcador a favor en los primeros minutos y volvió a anotar de nuevo bastante antes del ecuador del primer tiempo para dejar en el marcador en el 0-2 con el que llegó al descanso. En la segunda mitad, no obstante, la historia cambió demasiado y los blanquiazules acabaron pidiendo la hora, pero la segunda victoria consecutiva se convirtió en realidad y consiguió dar alas a los más optimistas. Más allá de los datos crudos sobre lo que ocurrió en la globalidad del partido, hay también particularidades que se pueden deducir de lo visto en el césped bilbaíno:

- La portería sigue siendo un gran problema: Rubén no tiene nivel para defender una portería de Primera División. Su desempeño en ambos goles fue deficiente, especialmente en el segundo, y en el tanto anulado a Raul García tampoco supo hacer más que la estatua. Es cierto que tuvo un par de paradas de mérito, pero no hacen olvidar que posiblemente el Dépor a día de hoy tendría un puñado más de puntos si la portería estuviese en manos de alguien de mayor nivel.

- La suplencia de Schär no es un sinsentido: Es cierto que el suizo tiene una calidad con el balón en los pies fuera de toda duda, pero a un central han de pedírsele principalmente otras cosas. Cuando debe defender dentro del área sufre sobremanera y a menudo comete errores flagrantes de posicionamiento que acaban en sustos que podrían haberse evitado. También suele pecar de una falta de contundencia que no puede admitirse en un defensor de un equipo que se juega tanto como el Dépor a estas alturas. Quizás Albentosa luzca menos, pero en los últimos partidos se mostró muy entonado y no merece perder su plaza en favor del helvético.

- La reconciliación con el fútbol de Juanfran y Mosquera: El partido de Juanfran ante el Athletic fue, por primera vez en la temporada, digno de aquel lateral atrevido que llamó la atención al Barcelona. Sin fallos en defensa y con influencia en ataque, la línea ascendente que lleva el madrileño en las últimas jornadas es tan digna de mención como su ínfimo nivel del resto de temporada. En cuanto a Pedro Mosquera, resulta esperanzador ver cómo de nuevo da signos de ser el futbolista que Riazor conoció en su primera temporada en el club. Capaz de llevar la manija y ofreciendo soluciones a sus compañeros en todo momento, hay motivos para creer que puede ser un futbolista muy importante en este tramo final de campaña.

- Lo que quiera Emre Çolak : Si algo permitió ver el encuentro de San Mamés es que el Dépor se muestra como el día y la noche si se compara su juego con el turco en el campo y sin él. Emre debería ser innegociable sobre el césped, pues su salida del terreno de juego dio alas a un Athletic que se encontró ante un rival mucho más predecible en la construcción y fácil de defender. El arreón del conjunto bilbaíno estuvo también, por supuesto, motivado por la entrada de un Muniain que supo hacerse cargo de la creación de peligro y se ofreció en todo momento como guía del ataque de los locales, pero la salida de Çolak fue también determinante.

- Adrián y Borja Valle en su mejor momento: Los movimientos de Adrián López en los últimos partidos siempre están resultando enormemente valiosos para un Dépor que encuentra en él a un futbolista muy dinámico entre líneas y con mucha creación goleadora (4 tantos en los últimos dos encuentros). También Borja está en un momento dulce después de verse relegado a la intrascendencia toda la temporada. Erigido como un revulsivo efectivo e incluso estableciéndose como una opción por encima de Florin Andone, el delantero de Ponferrada aporta frescura y oficio en un ataque que necesita jugadores de su perfil en las segundas partes.

- Lucas, recordando viejos tiempos: Pocos podrán debatir que el partido de Lucas en San Mamés fue de grandísimo nivel. Dio dos penúltimos pases clave en los goles de Adrián y asistió a Borja Valle en el 1-3 con un gran balón cruzado, pero más allá de eso fue una pesadilla para los centrales del equipo de Ziganda. Siempre al límite de la línea de fuera de juego, preparado para romper líneas con un simple movimiento de desmarque, el coruñés está volviendo a recordar cómo ser la referencia de un equipo que necesita que recupere su mejor versión

- Seedorf, de nuevo suspenso en los cambios: Hay en una cosa en la que hay que darle la razón a Clarence Seedorf, y es que la psicología es una pieza clave para afrontar la lucha de la salvación. Una vez demostró el equipo que podía hacer partidos buenos e incluso ganarlos, el nivel de juego comenzó a aumentar y con ello estas dos victorias consecutivas hicieron acto de presencia. No obstante, no se puede negar que la lectura de los partidos del técnico neerlandés resulta ser bastante deficiente a menudo. En el día de hoy, el cambio de Çolak hizo que el equipo perdiera toda capacidad de pelear de tú a tú por el dominio del juego y dio pie a la mejoría de un Athletic que no empató de casualidad. Parece que el método del técnico empieza a dar frutos, pero la mentalidad ganadora debe ir apoyada también por un mínimo de táctica ganadora.

En resumen, el Deportivo lucha por su vida pero, más allá de ver esta frase como algo negativo, lo cierto es que tiene tintes optimistas. Un optimismo que no nace, evidentemente, de que la vida esté en juego, sino de ver que ahora al menos se lucha por ella en vez de dejarse arrastrar por una corriente cuyo destino no era otro que el desastre. El desenlace se verá en poco tiempo, y esperemos que sea feliz, aunque eso sea esperar demasiado.

14 mar 2018

Emre Colak y el orden anárquico



Si hay un futbolista diferente en el Deportivo de Coruña ese es Emre Çolak. El turco es un jugador cuya calidad está fuera de toda duda, pero su principal problema es otro. Siempre parece desconectado de todo lo demás y su nivel de compromiso suele ser como mínimo cuestionable. No obstante, el equipo está en una situación extrema (calificativo que resulta incluso optimista) que necesita soluciones cuanto antes.

Al Dépor no le sobra fútbol, y en ese aspecto debe intentar aferrarse a algo que solvente una papeleta tan complicada como verse incapaz de tener mecanismos para hacer daño al rival en plena jornada 30. Es cierto que algunas de sus actitudes fueron indefendibles, que tiene carencias que en ocasiones cuestan sustos y que su nivel de algunos partidos no es del todo aceptable, pero si no conseguiste formar un esquema que permita crear fútbol en toda la temporada y te ves metido en una situación insostenible como la actual resulta evidente que la solución pasa por buscar a jugadores que aporten algo diferente y Çolak es el único jugador en plantilla que puede dar algo así.

Emre no es un futbolista válido para correr detrás de un balón, pero sí puede solucionar el problema de tener que resignarse a jugar así. Es capaz de tener clarividencia en el último pase, de juntar las líneas de su equipo y desordenar las del rival. Continuar haciendo lo de siempre no tiene pinta de ir a dar resultados diferentes por mucho que el entrenador defienda que lo único que falta por llegar es la victoria.

Si se apuesta por él, no obstante, hay que hacerlo creyendo en sus aptitudes. No es admisible resignarlo a la banda, donde su presencia pierde todo el sentido. Es influyendo en el centro cuando mediante la posesión de balón es capaz de permitir a sus compañeros posicionarse en lugares donde pueden resultar dañinos. Ayer hablé de Lucas y de cómo el coruñés necesita a alguien que le busque, y utilizar en ese aspecto a Emre puede ser la única baza que tiene el equipo para aprovecharse de él de manera efectiva.

Es cierto que al turco le falta regularidad, aunque sería casi utópico que la consiguiera entrando y saliendo del equipo con tanta frecuencia como lo hace. En cualquier caso, si fuese capaz de rendir al nivel de sus mejores partidos con frecuencia resulta evidente que su equipo actual no sería el Dépor. Es un futbolista diferente y capaz de decantar partidos. El nivel de cualquiera de los jugadores de arriba es exactamente igual de irregular y siguen jugando partido tras partido, con lo que no hay motivo en ese sentido para prescindir de Emre. En mi concepción del equipo, en la situación actual sólo Çolak y Lucas serían innegociables en el ataque.

El incidente de enero con Parralo a punto estuvo de llevarlo a la puerta de salida, pero finalmente se quedó en plantilla para tener un protagonismo bastante leve. Seguramente no sea un futbolista fácil de llevar y frecuentemente se vivan situaciones a su alrededor que no tienen demasiado sentido en un equipo de fútbol, pero si aún se tiene una levísima esperanza de salvación ha de pasar por recuperar al único jugador que tiene fútbol suficiente para dar criterio a un ataque inocuo. 

En resumen, no se puede tomar la irregularidad de Çolak como penalización para juzgar su capacidad. Sí, en cuanto a calidad está varios peldaños por encima del resto, pero castigar que no siempre dé ese nivel es absurdo. Hay otros jugadores que no tienen su capacidad de determinación y fluctúan tanto o más que él sin perder su lugar en el once. Es una tendencia milenaria en el fútbol la de castigar más la irregularidad de aquel que tiene mayor talento cuando simplemente lo que la hace destacar es el hecho de que cuando está bien es capaz de alcanzar un nivel que otros no consiguen, pero renunciar a la oportunidad de disfrutar de ese recurso porque no lo va a conseguir ofrecer los 90 minutos de las 38 jornadas me parece una negligencia flagrante.

Los únicos minutos realmente buenos del partido contra el Espanyol, tan alabado por Seedorf, se dieron a partir de la entrada de Emre en el campo y sólo hace falta repasarlo para ver que su incidencia fue la clave de las llegadas de los coruñeses en la última fase de la segunda parte. También es necesario recordar que todas las victorias de este equipo salvo la conseguida en el Estadio de Gran Canaria contaron con la participación de Emre. El futbolista turco aporta la única clarividencia con la que cuenta el conjunto blanquiazul en ataque y cerrarse a esa evidencia es resignarse al juego que llevamos toda la temporada viendo: una orquesta de atacantes solistas incapaz de hacer casi nada en conjunto, a la que ahora se le añadió el tan manifiestamente inefectivo recurso de los balonazos arriba de Muntari. No nos engañemos, Çolak tiene muchos defectos y quizás su presencia en el equipo también reste bastantes cosas, pero no aprovechar lo que suma en esos 90 minutos a la semana que son los que realmente importan es pedirle al descenso que llegue cuanto antes.

También puede ser que la cabeza del futbolista turco esté en otro lugar y su compromiso se desvaneciera ya por completo desde sus incidentes de enero. En ese caso hay otro futbolista que puede ofrecer prestaciones similares jugando por dentro, que es Carles Gil, pero parece que su rol con Seedorf se limita al más puro ostracismo. Quizás haya que resignarse a seguir viendo a un Dépor falto de ideas en ataque hasta final de año y esperar que en la planificación para Segunda División en la temporada que viene se consiga por fin formar un equipo equilibrado y fichar a un entrenador con los conceptos asentados.

24 oct 2017

Un puzle con piezas descolocadas



Ayer en Riazor el Dépor volvió a exponer todos sus males, todas esas debilidades que lleva dejando ver desde hace ya demasiado tiempo en una sangría que nadie es capaz de parar y que se encamina, si no se le pone remedio, hacia un fracaso cuya magnitud esta todavía por ver. El Girona ganó su primer partido fuera de casa en la máxima categoría después de seis jornadas consecutivas sin sumar los tres puntos, y el equipo coruñés dejó escapar de Riazor una vida que en la jornada 38 puede hacerles llevarse las manos a la cabeza. Ocho puntos en nueve encuentros es un bagaje que no invita al optimistmo.

Jornada tras jornada da la sensación de que Pepe Mel no está sabiendo utilizar sus piezas, pues la idea de juego no encaja para nada con los futbolistas clave. El estilo hace sufrir a los jugadores de más talento, pues se da predominancia a un juego rápido y que busca las bandas como fin para acabar en centro, y Lucas no es un delantero que se sienta cómodo esperando en el área. El coruñés destaca por dos cosas: por participar en la jugada creando superioridades con toques puntuales o rompiendo y por dar frenetismo en los últimos metros cuando tiene espacio para desequilibrar a las defensas. Es un jugador que por características no suele estar en el área cuando el ataque llega rápido a línea de fondo, con lo que basar el juego en hacer daño por los flancos y centrar el balón con prontitud es banal. A Lucas le gusta adentrarse en el área con el balón en su posesión, no pelear el remate por alto.

Más de lo mismo pasa con Çolak (y su ostracismo está en parte relacionado con la incapacidad de Lucas para ser determinante esta temporada, pues podrían formar una asociación perfecta), que ve cómo su capacidad para aportar pausa y romper líneas se ahoga en la más absoluta nada cuando lo que busca el equipo es achicar balones hacia las bandas. No se recuerda un partido este año en el que el turco tuviera influencia, y no todo se puede achacar a su habitual apatía. Mel no está sabiendo utilizar a Emre igual que no está sabiendo utilizar a Lucas, y eso es un lujo que no se puede permitir el Depor, pues son sus dos únicos hombres con capacidad real para decantar partidos.

Un futbolista que sí está sabiendo usar el técnico del Dépor es Fede Cartabia, pues llegar con prontitud a su posición le deja tiempo para pensar e irse al centro cuando la línea defensiva rival está todavía reajustándose, pero viendo su alineación ayer cuesta saber si su buen rendimiento esta temporada está siendo coyuntural o si realmente Mel lo utiliza sabiendo que le da una ventaja a su juego. Ayer el argentino no brilló, y era fácil teorizar antes del partido que sus condiciones no eran las ideales para el juego contra un equipo de tres centrales, al menos no más ideales que las de otras opciones disponibles. Debido a las condiciones de la defensa del Girona, alineando un trío de defensas flanqueados por dos carrileros, me quedaros las ganas de ver desde el inicio a una doble punta formada por Andone y Lucas con Emre por detrás y renunciar a los extremos puros, pues tanto Cartabia como Valverde son dos jugadores con tendencia a irse hacia dentro cuando poseen el balón, y eso no es la mejor opción en ese contexto. A una defensa de tres puede hacérsele mucho daño por velocidad aprovechando espacios a sus espaldas o cayendo a banda desde el centro, pues se obliga a desplazar marcas y se crean huecos. Son acciones que tanto Florin como Lucas tienen entre las mejores de su repertorio, y tener a dos compañeros en banda coarta libertad de movimientos para realizar dichas acciones. Cartabia sabe crear superioridades contra defensas más compactas, pero el de ayer no parecía el encuentro idóneo para su fútbol, y no consiguió ser útil como en otras fechas.

Los partidos del Dépor contra rivales directos por la permanencia suelen acabar con esa sensación de que el partido podía haberse decantado hacia cualquiera de los dos lados, y es normal. Los futbolistas que compiten por objetivos iguales tienen niveles muy similares y saben jugar al fútbol lo suficientemente bien para competir partidos a gente de su misma enjundia, pero es en ese contexto, en el que el equipo está disputando de tú a tú el encuentro, cuando necesitan un golpe de pizarra que cree superioridades tácticas para dar estocadas. Y esta temporada Pepe Mel perdió la práctica totalidad de esos duelos de pizarra, y los que ganó fueron sin demasiada lucidez. Ayer Gil Manzano no estuvo para nada acertado, pero de la misma forma que se inventó un penalty de Albentosa también fue totalmente severo a la hora de compensarlo con un rigurosísimo penalty pitado en los albores de la segunda mitad que acabó transformando Lucas. Si bien no se puede obviar que permitió al Girona irse al descanso en superioridad, también es cierto que tampoco se puede utilizar como excusa clave: cuando el partido estaba en tablas fue el Girona el que supo dar el hachazo final.

Da la sensación de que el equipo no encuentra apoyo desde fuera del césped para sacar adelante situaciones desfavorables, en cada final de partido es habitual ver a los futbolistas intentando tirar de espíritu y frustrándose cuando ven que no funcionan las cosas para acabar corriendo como pollos sin cabeza temiendo un gol en contra que sentencie el partido a favor del rival. Echar toda la culpa encima del entrenador es una tontería, por supuesto, es algo que existía antes de la llegada de Mel, pero simplemente no supo arreglarlo en ningún momento. La idea de juego, como dije, no encaja con los futbolistas clave y tampoco otorga comodidad en el campo al conjunto, y jornada tras jornada nos limitamos a ver a un equipo que no sabe ganar partidos y que cuando lo hace no convence. Cuando un técnico tiene un ultimátum sobre su cabeza a veces es positivo y quizás en ocasiones salga bien, pero cuando lleva más de uno el dirigente ha de saber que lo único que está haciendo es intentar reanimar un cadáver. Pepe Mel no debería seguir ni una jornada más al frente de un equipo al que no supo dar vida y no porque la culpa de todo sea suya, sino porque simplemente no supo hacer que funcionara lo que tiene y el rendimiento fue en todo momento muy inferior a los nombres. La sangre nueva nunca garantiza el éxito, pero lo malo conocido en el fútbol nunca es la mejor opción. El Deportivo no tiene carácter, y eso es lo que marca la diferencia entre los que sacan la papeleta hacia adelante y los que se quedan por el camino.