Una carencia difícil de cubrir para el Dépor de Imanol Idiákez
Por Rubén Pedreira
El Dépor vuelve a tener un problema. Un problema más grave aún que el de los últimos años, porque el equipo nunca había caído tan peligrosamente bajo en la clasificación en las temporadas que lleva en la tercera categoría. Tras siete partidos, el equipo de Idiákez se encuentra en el puesto 14, empatado a puntos con el equipo que marca el límite del descenso tras encadenar dos derrotas dolorosas y preocupantes.
Lo más preocupante de las citadas derrotas, más allá del resultado, fue comprobar que ya ni nos podemos consolar pensando que el equipo hace las cosas bien pero tiene mala suerte, como se decía en los primeros partidos. Ahora mismo los últimos encuentros nos dejan más bien la sensación de que el equipo ya entró en esa fase en la que la cabeza piensa más en el miedo a un nuevo fracaso que en pelear por el objetivo. Y cuando esa inseguridad hace que te tiemblen las piernas ante un filial que te gana en casa no solo en resultado y en juego, sino también en intensidad y desparpajo sobre el campo, queda claro que las cosas están muy cuesta arriba. Más aún cuando ese filial es el de tu máximo rival.
El temido estado psicológico vuelve a estar presente un año más, pero no quiero hablar de eso sino de lo puramente futbolístico. Quiero opinar sobre lo que separó a estos jugadores de llegar a funcionar del todo antes de empezar a dar señas de que quizás no llegarán a funcionar nunca. De aquello que falta en ese equipo del que hasta hace un par de jornadas se decía "no juegan mal, pero falta algo", y que provocó que un conjunto solvente en defensa (2 goles encajados en cinco partidos era una buena marca) y que mostraba cosas interesantes en ataque no llegase a conseguir materializar esas sensaciones para sumar de tres en tres.
Empezaré diciendo que este equipo me recuerda, en ciertos aspectos, a aquel Dépor de las primeras jornadas de la primera temporada de Oltra. Lo acoto solo a "ciertos aspectos" porque aquel equipo tenía unas cuantas peculiaridades diferentes, como el hecho de tener una plantilla contrastada de un nivel muy superior a la media de la categoría y el de ser capaz de ganar partidos con solvencia por arranques de calidad incluso cuando las cosas no funcionaban. Aún así, estaba claro que a pesar de que se veía que el equipo tenía sus cosas buenas, no convencía y estaba lejos del puesto en la tabla que debía tener porque a esas cosas buenas les faltaba lo importante: Algo que las uniera y les diera sentido. A partir de la entrada en el once de Juan Domínguez, esa piedra angular necesaria hizo su aparición y todo fue rodado hasta un ascenso con récord histórico de puntos en la categoría.
Esta temporada, la sensación es la misma en lo que se refiere a la falta de un futbolista que regule el juego. Por algún motivo, está establecido que el Dépor debe jugar en 1ªRFEF dominando y abusando del balón, que no hay otra opción válida aunque la plantilla pida otras cosas. Parece que no hay otra forma posible de jugar, pues desde que se cayó a esta categoría casi siempre se buscó ese estilo. Es una forma lícita de enfrentar los partidos, igual que otras muchas, pero cuando haces eso pasa una cosa relevante: Siempre vas a necesitar ese estilo de futbolista que una y dé sentido a lo que haces en fase defensiva y ofensiva. Porque cuando dominas un partido, el acierto defensivo y ofensivo es mucho más coyuntural que cuando lo delegas todo a las contras o al juego directo. Cuando acaparas el balón, es difícil distinguir cuándo estás haciendo las cosas bien y cuando estás cayendo en la trampa del rival, muchas veces la seguridad en defensa es aparente y las buenas maneras en ataque son inofensivas si no manejas bien las fases en las que tienes que poner especial énfasis en ese contexto: Las transiciones y el manejo de los tiempos. Es la vieja historia, de nada sirve tener un 80% de posesión si terminas el partido con tres tiros a puerta inofensivo y el rival te mete dos goles a la contra.
En estos momentos, el Dépor vuelve a jugar (de hecho, es habitual que el propio rival le invite a jugar a eso, sabiendo que será sencillo anularlo) a este juego de posesión sin un jugador que le permita que el dominio del juego sea efectivo. Ese futbolista que consiga que el equipo deje de ser un equipo que da buenas sensaciones en fase ofensiva y defensiva y pase a ser un equipo que da buenas sensaciones en general, uniendo las dos mitades del campo. El doble pivote con Villares y José Ángel consta de dos jugadores de garantías, sí, pero que sumados no se adecúan a las necesidades del juego. Ninguno de los dos es un futbolista solvente contemporizando, midiendo los tiempos y abriendo espacios para romper líneas en función de los movimientos de sus compañeros y rivales. A día de hoy el equipo busca dominar los partidos con un destructor de juego y un centrocampista de recorrido y despliegue. Son roles necesarios, pero si buscas la posesión en una liga de equipos que en su mayoría se van a sentir cómodos dejándote el balón y metiéndote en su trampa, necesitas otra cosa. No hay nada más fácil de defender que un bloque que mantiene la posesión sin un futbolista que sepa manejar las líneas rivales.
Para encontrar soluciones, la única manera que existe en este mundo es hacer cosas distintas, y si la intención es seguir con esta idea y este esquema, la única opción viable que se me ocurre es la de recuperar para el fútbol a Salva Sevilla. En los partidos que jugó se le vio muy falto de ritmo y alejado del jugador que fue, pero es el único perfil de la primera plantilla que puede dar lo necesario para arreglar esto, siempre que consiga dar el rendimiento que se le presuponía al llegar y que todavía ni insinuó. Con ese rol cubierto satisfactoriamente en el campo se podría aspirar a desatascar todo lo demás y seguramente jugadores que ahora parecen mediocres empezarían a destacar.
A día de hoy uno de los principales problemas está en que desde la lesión de Yeremay, salvo fogonazos de Mella, nadie parece funcionar en el puesto de extremo. Yo no creo que ni Davo,ni Cayarga sirvan para jugar al fútbol, y no es casualidad que los extremos que funcionaron en este equipo en los últimos años fuesen extremos peculiares como Quiles o el propio Yeremay, capaces de generar sus ocasiones con recursos que van más allá de los del jugador típico de banda y que cuentan con mecanismos difíciles de defender. De hecho, la lesión de Yeremay es otro de los puntos claves de este bache: La capacidad de desborde y sorpresa del canario son también un mecanismo efectivo a la hora de generar roturas y espacios en las defensas rivales para que sus compañeros de ataque encuentren lugares en los que hacer daño. Una vez perdido eso, defender al Dépor es un trabajo rutinario.
Las lesiones, en cualquier caso, no deben de ser excusa porque un equipo que aspira a ascender debe ser una estructura y funcionar como un todo dependiendo lo mínimo posible de nombres individuales. Por ello es necesario un futbolista que, independientemente del estado físico de Yeremay, ejecute ese papel de crear y moldear el paso del balón desde la defensa al ataque, haciendo que la gente que tiene por atrás juegue menos exigida en labores de creación y la que tiene por delante vea recompensados sus movimientos en mayor medida. Creo que uno de los jugadores que más puede salir ganando en el momento en el que tenga alguien por detrás con voluntad de romper líneas y tomar riesgos es precisamente uno de los más criticados en este inicio de temporada: Davo. No le está saliendo nada, pero también es cierto que nadie le acompaña en sus intentos por generar situaciones favorables. Es un jugador que suele tener mucha movilidad, que tira muchos movimientos interesantes sin balón y busca dar alternativas en el pase al poseedor de la pelota, pero solo le buscan cuando es la opción obvia y no cuando tira desmarques de rotura, nadie se arriesga a ello. En el momento en el que alguien lo intente puede ser importante tener un jugador con esa movilidad en zona de tres cuartos.
El resumen de todo este es que, a día de hoy, las únicas soluciones factibles para el Dépor si quiere perseverar en la idea actual pasan por tener a Yeremay sano y por recuperar el nivel de Salva Sevilla, el único futbolista de los disponibles (junto con Jairo, que solo dentro del club sabrán en qué etapa de desarrollo real está) capaz de ejercer lo que el equipo necesita. Mientras tanto, el equipo podrá aspirar a dejar buenas sensaciones o a empezar el trabajo de cero y jugar a otra cosa. Pero pienso que difícilmente podrá aspirar a ser un equipo.