El deporte del pueblo, negocio elitista
El problema viene cuando los intereses económicos entran en juego. Todos sabemos que en este país (como en cualquier otro, sólo que en este caso con poca elegancia, sin inteligencia y tocando la pandereta) el dinero manda más que los principios, y el objetivo es ganar más y cuanto antes mejor, no vaya a ser que lo echen a uno de su acomodado puesto sin tener el bolsillo lleno del todo. Es aquí donde llegan los negocios que poco tienen que ver con el deporte (patrocinadores, televisiones y demás) y que tratan al fútbol como una empresa más, algo que, por otra parte, es una realidad desde hace ya demasiado tiempo.
La cuestión preocupante llega al ver como los organismos que regulan la competición (vease LFP y derivados) son simples marionetas que se dejan guiar por el que más paga, dándole al 'generoso' empresario un metafórico bastón de mando para que imponga sus leyes a sus anchas y con mano de hierro si le apetece. Este poder, en la actualidad, lo poseen en gran parte las televisiones.
Los poderosos amigos del señor Astiazarán tienen claro el nuevo objetivo: convertirse en los 'dueños del fútbol' y que las reglas se confeccionen para favorecer a sus beneficios, por algo son los que pagan y por algo los aficionados somos meros instrumentos que ayudan a su enriquecimiento siendo tan tontos como para seguirles la corriente. Su último objetivo se centra en impedir que las radios, un medio que se mantenía aparte de todo el circo desde hace un siglo, puedan trabajar como llevan un siglo haciendo.
Otro aspecto a tener en cuenta es el que lleva a pensar qué sería del fútbol no profesional sin las radios. La 2ªB se alimenta de este medio, y si las emisoras tienen que pagar por emitir los partidos de 1ª y 2ª, lo más normal sería desentenderse de la categoría de bronce (y ya ni hablemos de las inferiores). El fútbol semiprofesional necesita a las radios, pero parece que a los jefazos poco les importa. Brotóns y Roures, dos de las cabezas visibles de Mediapro, ya expusieron su punto de vista sobre el asunto [1] [2]. Pero de lo que no se hicieron eco ya puestos a hablar de dinero fue de la deuda que guardan con algunos clubes y que pudo motivar que no pudiesen emitir el partido de ayer entre Zaragoza y Real Madrid, ya que si hubieran querido, el equipo maño tendría el derecho de prohibir el paso a las cámaras (ya que a pesar de ser emitido por C+, la producción pertenecía a la empresa catalana, que debe 7 millones al club aragonés).
Dicho esto sí, es lo normal cobrar derechos a un medio que se lucra del fútbol, pero antes, para no hundirles, habría que arreglar otras cosas menos amables y que no aportarían dinero, por lo que no interesa. Por no hablar que de ese pastel, Mediapro y compañía no deberían llevarse ni un euro, ya que su excusa para defender el cobro es la compensación a los clubes, pero luego ponen el cazo hipócritamente para que los equipos se lleven menos dinero. Jefazos del fútbol español, dejen de dar vergüenza ajena, mírense al espejo y piensen si quieren que la cara que ven pase a la historia al lado de la palabra 'gilipollas' en el diccionario, porque desde luego están haciendo méritos para ello.