26 ago 2019

Baño de realidad en Huesca


Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com

Duro golpe en Huesca para el Dépor en todos los sentidos en la segunda jornada del campeonato de liga. El palo a nivel deportivo es evidente y deja ver que a día de hoy el equipo blanquiazul es muy inferior a un teórico rival directo, pero sin duda lo más doloroso es el golpe de realidad que se sufrió con lo que se pudo ver en El Alcoraz. Nada que ver con esa propaganda de equipo luchador y entregado que vendió Anquela en la pretemporada. Esas palabras hicieron a muchos temblar presagiando un equipo especulador, ramplón y tosco, pero en el último partido ni siquiera eso fue ofrecido por el cuadro coruñés. Salvo 20 minutos al final del encuentro en los que el Huesca bajó el pistón y se vio a un Dépor más capaz de hacer cosas con el balón, el resto del encuentro fue una masacre a favor del equipo local. Sólo hicieron falta dos jugadores en ataque para hacer añicos al Dépor, Mikel Rico y Dani Raba. Ellos solos se bastaron para combinar en la débil zona izquierda de la zaga blanquiazul y hacer que los tres puntos se quedaran en casa.

El principal punto negro en el que haya que poner la lupa es precisamente esa banda zurda, en la que Luis Ruiz hizo aguas en todo momento y demostró por qué fue suplente en un equipo que casi desciende la temporada pasada. Incapaz de ganar duelos (algo de lo que no hay que exculpar a las escasas ayudas efectivas que ofreció Borja Valle, su compañero de banda) y falto de recursos como el balón en los pies, incluso la mala suerte se cebó con él en el primer gol al no ser capaz de reaccionar para dejar un espacio necesario para que Gaku despejara el balón de una zona delicada y obstruir de esa manera un en envío que acabó llegando a un delantero rival que fabricó el tanto inicial. En el tercero, de nuevo, volvió a ser protagonista al no estar ni remotamente cerca del extremo que dio el pase de gol a placer a Pulido tras un mal movimiento de Bergantiños. En cualquier caso, es inexcusable que desde el banquillo no se buscara proteger especialmente ese flanco al ver los incesantes problemas que ahí existían. Ruiz, con todos sus defectos, se vio a menudo solo ante el peligro.

La figura de Bergantiños vuelve a necesitar ser comentada. Fuera de toda duda está su condición de jugador de garra y compromiso, pero esta forma de jugar, en la que se ve envuelto en un contexto de ida y vuelta descontrolada, es la antítesis de su habitat natural. Es un jugador desordenado en lo posicional y debido a esa tendencia al balonazo del equipo blanquiazul se ve continuamente superado al correr hacia delante y también cuando hay que ir hacia atrás. No es igual jugar a esto que jugar teniendo a Marí y a Duarte detrás con una salida limpia de balón que permite más tiempo para ubicarse sin perder balones continuamente haciendo vivir al mediocentro en una constante transición. Incluso hay fases en las que Gaku destaca más que él en la destrucción y eso no debería ser así. Sobre todo porque con Gaku en esa zona se pierde al japonés para hacer lo que realmente sabe hacer.

Hablando de Gaku, la tendencia vuelve a ser verlo demasiado retrasado y ejerciendo como base de creación, al menos en el plan A que vimos en la primera parte, dando unos pasos hacia el campo rival en los últimos minutos del partido. Esto le obliga a empequeñecerse, haciendo que deba correr hacia atrás con más frecuencia que hacia delante y perdiéndole en el área de influencia donde puede ser importante. Incluso Aketxe se vio obligado en algunas ocasiones a ir a la base de creación para conseguir tener algo de incidencia en el juego, algo que no debería ocurrir nunca


Todo este panorama se tradujo, en el ámbito ofensivo, en posesiones breves y sin control alguno sobre el juego, relegándolo todo en la primera parte a que Koné consiguiera sacar petróleo de balones que llegaban a su zona para ser peleados, algo que no parece demasiado eficiente. En los últimos minutos y con Longo y Santos sobre el campo, la estrategia cambió y se adelantó al equipo en bloque para intentar llegar al área con mayor superioridad. Los ataques en ese contexto fueron más exitosos, pero sin que la diferencia fuera suficiente más allá del gol conseguido por Santos.

En cualquier caso, lo preocupante debe ser el desbarajuste defensivo en el que habitó el equipo y que se iniciaba ya desde que el Huesca empezaba sus jugadas. Mucho espacio en la zona de mediocampo en el comienzo de los ataques rivales hizo muy sencillo que rompieran líneas en las primeras fases de su juego, pudiéndose plantar con suma facilidad en la zona de peligro con un complemento de lujo para ello como resultó ser la calidad de Raba, un suplicio caído a la banda más débil.

No es exagerado decir que la línea defensiva titular del Deportivo está hoy por hoy muy lejos del nivel que debería tener un aspirante al ascenso. La pareja formada en su centro por Lampropoulos y Somma está a años luz de lo que ofrecían Duarte y Marí, y los laterales no pasan de tener nivel para ser simples suplentes cumplidores en un equipo de segunda división. No hay más de donde sacar, y la baja de Peru durante el próximo mes hace que las perspectivas al respecto no sean las mejores. Hay poquísimo margen de maniobra en tiempo y dinero, pero parece evidente que, salvo milagro, con esta línea de cuatro es imposible optar a luchar por nada.

Creo que también debo mencionar el partido de un Pedro Mosquera con el Huesca que generó mucha superioridad para su equipo gracias a su buen juego posicional y distribución. Rompió líneas y cortó ataques mostrando una solvencia notable por alto. En Coruña nunca se confió en darle esa manija y tuvo que irse para demostrar su valía en ese ámbito. Además, no sólo fue relevante en campo propio, sino que también tuvo acciones meritorias en la zona de tres cuartos. El tercer gol de su equipo, por ejemplo, nace de una buena decisión suya al leer las posiciones de la defensa deportivista que deja al bloque ofensivo del Huesca en una situación muy ventajosa. Actuando de pivote  y acompañado de dos interiores bastante adelantados no sufrió en ningún momento hasta que empezó a perder un poco de fuelle a partir del minuto 70, y eso es decir mucho de un jugador que en Coruña "no servía" para ese rol (aunque la labor de su técnico actual protegiéndolo de los aspectos del juego en los que sufre también tiene algo que ver). Su único error, no obstante, fue grave: un pase que acabó en las botas de Álex Bergantiños y dio pie al gol de Christian Santos. La capacidad para el remate del delantero venezolano es quizá la única noticia positiva del encuentro.

En resumen, es muy rácano confiar en que Koné consiga crearse la oportunidad a partir de balonazos. Es muy rácano hablar de que el fútbol es una guerra y hacen falta soldados y, sobre todo, es muy rácano confiar en el caracter cuando el único plan fuera de casa parece ser el jugar a no perder, lo que muestra una total carencia de él. Cuando juegas a ser un equipo ordenado necesitas jugadores capaces de hacer eso, necesitas jugadores muy superiores tacticamente en los puestos clave y no sólo no los hay sino que el orden en la fase defensiva en general es de chiste. No hay equipos exitosos en este estilo de fútbol sin un central imperial, sin un mediocentro defensivo posicionalmente enorme y con dos laterales muy por debajo del nivel de los titulares de la categoría. Si además lo acompañas de unos jugadores en los extremos que no aportan nada diferencial en ataque, el cóctel es de órdago.

Este equipo no es superior en nada al del año pasado, y lo preocupante no es analizarlo en clave de individualidades, sino en clave de equipo. Todo lo visto en el primer encuentro se evaporó en Huesca, no hay una idea a la que encomendarse más allá de la especulación. Si esta es la apuesta que se va a llevar a cabo no hay duda: Carmelo creó un equipo de segunda fila con el que vamos a sufrir en una decisión que tomó forma desde el mismo momento en el que se eligió el técnico. Cinco goles encajados (que podrían haber sido bastantes más) en dos partidos dejan bastante claro que a día de hoy al Dépor no le queda ni siquiera agarrarse al clavo ardiendo de pensar que somos un equipo rácano pero ordenado y sólido como se dice que son todos los equipos de Anquela. Sólo nos queda la racanería.

19 ago 2019

Lo que se intuye y lo que le falta al Dépor de Anquela


Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com
 
Este domingo la liga volvió a Riazor enfrentando al equipo local con el Oviedo. No fue en primera, como todos habríamos deseado en junio, pero lo que comienza es una nueva oportunidad para regresar al lugar al que el club blanquiazul busca volver cuanto antes y el resultado no fue un mal comienzo, pues a pesar del sufrimiento los 3 puntos se quedaron en Coruña. Fue un partido de altibajos, que sirve para ver las intenciones, las virtudes y las carencias de un equipo que empieza a rodar y que se intentarán resumir en este artículo.

La primera parte fue interesante. En ella se vieron los principios de juego, unos principios que se adecuaron bien a lo que se dispuso sobre el campo. Se renunció a tener el balón en muchos aspectos, pero es algo que no me parece realmente censurable si hay un plan y en este partido lo había. Se alineó a un equipo que quiso dar el máximo en los contextos muy favorables, en los que abundaban espacios para ser explotados por los de arriba, y dio manifiestamente el protagonismo y el balón al rival cuando no los había y la situación no era propicia para ir al ataque. Se quiso economizar el esfuerzo y también guardarse las espaldas.

El Dépor buscó con frecuencia la creación activa de esos espacios en el esquema del rival, sobre todo mediante movimientos de Koné y riesgos tomados en el pase (para mí excesivos y propiciadores de un número alto de errores no forzados) de Gaku. Eso aportó capacidad para sacar el máximo de las contras y optimizar su eficiencia recurriendo a ellas sólo cuando la ocasión era lo suficientemente clara como para apostar por ella. Complementando ese recurso con la poca intención de mantener la posesión, se consiguió tener al equipo asentado en campo propio sin sobresaltos. Quizás esto último parezca algo contradictorio, pero no lo es. Renunciar a mantener la posesión reduce las fases críticas de creación en campo propio y minimiza, de esa manera, los sustos que puede dar la presión alta del rival. Teniendo una primera fase de creación en la que el balón pasa irremediablemente por jugadores como Bergantiños, Lampropoulos o Bóveda, parece inteligente buscar maneras de atacar que sean diferentes a la continua construcción. En ese contexto, construir sólo cuando el riesgo vale la pena parece prudente y permitió que en el minuto 56 el equipo fuera ganando por un aparentemente cómodo 2-0.

Hay ciertas incógnitas que me parece interesante abordar en este juicio de la idea básica de juego, como la de si Aketxe puede llegar a ser ese metrónomo necesario en su zona para jugar al contrataque, ese tipo de jugador del que el mejor Özil es paradigma. De Aketxe vimos bastantes cosas, vimos que tiene llegada y descaro pero quizás se echa demasiado a banda como para ofrecer el rol comentado y Gaku juega demasiado atrás como para cumplirlo. Habrá que ver cómo se acopla eso en futuros partidos.

La cara menos amable la dejó una segunda parte que respondió a una incógnita que rondaba por la mente de cualquier espectador en la primera: La pareja de centrales está formada por dos jugadores no muy destacables por alto (ningún jugador defensivo de este Dépor lo es) ni muy capaces de correr hacia atrás. ¿Qué pasaría ante equipos que buscaran su espalda o buscasen colgar balones? Egea había planteado de inicio un ataque buscando que la sorpresa la dieran sus jugadores de segunda línea, planteamiento en el que la defensa blanquiazul estuvo cómoda al no tener que competir contra ninguna de las carencias comentadas. Pero cuando el Oviedo juntó a dos puntas y cambió la estrategia todo se complicó. A partir de ese momento, el estilo de ataque del conjunto asturiano pudo volverse más imprevisible y variado, atacando a las evidentes carencias de la pareja de centrales con éxito. Aparecieron los balones laterales y las espaldas descubiertas, y llegó el empate. Al Dépor no le quedaba más remedio que defenderse utilizando su ataque y alejando el balón del área y por ello salieron al campo Santos y Longo. Una gran acción del delantero venezolano dio al Depor el 3-2 definitivo.


Si buscamos resumir lo bueno y lo malo, veo una idea de base que podría llegar a funcionar en ataque (en la que tener a Koné sano es capital, y si las lesiones le respetan va a ser un gran fichaje) pero con piezas defensivas que rechinan y en las que debe buscarse un parche como sea, porque son potencialmente insostenibles.Las primeras piezas a revisar ya las mencioné y son la pareja de centrales. Otra de ellas es Álex Bergantiños. Siempre se le cuestiona y al final siempre acaba siendo importante, pero en este tipo de juego es en el que más difícil adaptación puede tener. En un estilo de juego como el planteado contra el Oviedo es vital un mediocentro posicionalmente muy pulido y Álex dista mucho de ser eso. Es un jugador de oficio, empeño y pulmón, pero la colocación no es su virtud.Se le vio fuera de sitio en acciones clave, limitándose a ver pasar el balón por encima de su cabeza o incluso estando a diez metros de la jugada a taponar. Lo hizo mejor incluso con el balón en los pies que en la destrucción, y por ello me gustaría ver ahí a Peru y comprobar si puede dar una alternativa.

Queda mucho trabajo, todo está muy verde todavía.Este juego podría funcionar, pero debe haber incorporaciones defensivas para que tenga éxito y eso es lo que me hace replantearme su validez. El entramado defensivo es demasiado endeble como para conseguir un bloque compacto atrás sin fichajes que den un salto de nivel importante, y sin esa solidez sólo se conseguirá perder para la causa a un jugador creativo como Gaku, que sufre de lo mismo que Edu Expósito sufrió la temporada pasada: una multiplicación de funciones que no le benefician. Habrá que esperar.