9 ago 2023

Anecdotario grotesco del Real Club Deportivo de La Coruña: La visita a Coruña del Fuenlabrada


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El año 2020 fue atípico para todos, y no solo en lo social sino también en lo deportivo. Los tiempos de pandemia trajeron descontrol a la vida de todos y el Dépor no podía quedar ajeno al caos, disciplina que tan magistralmente maneja. En la previa de la última jornada de la temporada 19/20, en la que los blanquiazules se jugaban el descenso a 2ªB, se desataron unos acontecimientos que iban a llenar páginas durante meses e incluso años.

Jeisson Martínez, delantero del Fuenlabrada, se encara con algunos futbolistas del Dépor durante el encuentro, disputado  medio mes después de lo debido, entre Dépor y Fuenlabrada (fuente)

El Deportivo se lo jugaba todo en aquel partido perteneciente a la 42ª y última jornada de liga. Ocupando el puesto más elevado de los cuatro que llevaban al descenso, no dependía de sí mismo para salvarse. Por supuesto, como manda la normativa, la última jornada debía disputarse en horario unificado entre todos los equipos peleando por objetivos y así estaba planeado. No obstante, algo inesperado (al menos para los equipos que no viajaron a Coruña sabiendo que tenían positivos en la expedición) ocurrió: Cuando estaba a punto de comenzar el encuentro entre Deportivo y Fuenlabrada en Riazor, apareció la noticia de que entre los integrantes del equipo madrileño se habían dado varios casos de positivo en Covid19. El protocolo existente en aquellos tiempos establecía que no se podía jugar el partido en esas condiciones.

Aquellos positivos, que más tarde se demostró que eran conocidos desde antes de viajar y se habían ocultado,  generaron una situación en la cuál el Deportivo tuvo que ver a los rivales enfrentarse entre ellos desde la televisión mientras no podían jugar su partido. La liga decidió disputar igualmente el resto de la jornada a pesar de contravenir su propia normativa, y provocó que el deportivismo asistiera a una jornada en la que no pudo defender en el campo su posición en las mismas circunstancias que el resto de equipos. Cuando los silbatos de los árbitros de los restantes partidos señalaron el final de los encuentros de aquel día, el Dépor estaba matemáticamente descendido sin siquiera haberse vestido de corto. El descenso, por supuesto, no se explica solo con aquel partido no jugado y quizá nada habría cambiado disputándose correctamente, pero a nadie se le escapa que si existe la normativa de que todos los equipos jueguen su jornada decisiva a la vez es por algo.

Tras ese día comenzó un litigio legal y mediático en el que ocurrió de todo. Se solicitó repetir la jornada o crear una liga de 24 para la temporada siguiente, incluyendo a los dos equipos que se jugaban la salvación aquel día y que perdieron la categoría (Dépor y Numancia). Algún juez pidió dar por perdido el partido al Fuenlabrada, solución que no satisfacía a nadie. Algunos clubes, a instancias de la liga en un intento de meter presión y cerrar filas, emitieron una lluvia de comunicados posicionándose a favor de quien había hecho las cosas mal quizás por miedo a recibir represalias por no hacerlo y desde Fuenlabrada se mandó recurrentemente el mensaje de que no habían hecho nada mal y que el problema lo tenían los demás. A pesar de todo, lo único que conllevó el hecho de que un equipo se saltara la normativa de manera flagrante fue el simple aplazamiento de un partido que terminó jugándose y que le daba a los infractores la posibilidad de clasificarse para el playoff de ascenso mientras que el perjudicado no pudo más que jugar sin ningún tipo de incentivo más allá que el de evitar ser castigado por no hacerlo. El partido, para mayor dramatismo todavía, terminó con victoria deportivista.

Meses de esperpento se sucedieron a raíz de aquello. Álex Bergantiños fue detenido por la policía delante de su familia por un audio de Whatsapp filtrado que no tenía nada de ilegal, pero a la vez nadie investigó en serio las evidentes conexiones familiares entre la liga y el Fuenlabrada. Los chats de Luis Rubiales filtrados tiempo después reconociendo que habían adulterado la competición quedaron también en simpática anécdota y el deportivismo no tuvo más que hacer que ver cómo su equipo descendía y el club que generó todo esto a sabiendas se quedaba un año más en la categoría. Varios años después, el equipo blanquiazul sigue vagando por la tercera categoría del fútbol español, y a pesar de que aquello solo fue un episodio puntual de injusticia ajena en la multitud de episodios de incompetencia propia que explican el estado actual del club, no cabe duda alguna de que nunca se reparará lo que sucedió aquel día.