Dani Alves, el mensajero juzgado antes que el mensaje
Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com
Dani Alves siempre fue un futbolistica de personalidad muy característica. Su tendencia a ser el centro de polémicas y a exponer demasiado clara su opinión (no siempre acertada) le hicieron ser habitual receptor de calificativos como 'bocazas' o sinónimos varios de ese mismo término. Los asuntos en los que normalmente se ve envuelto son normalmente simple carnaza extradeportiva para rellenar periódicos y programas de moda a los que no vale la pena darles protagonismo alguno, pero en el caso de la polémica que se generó hoy alrededor del lateral brasileño creo que es necesario dedicar, al menos, una breve reflexión.
El futbolista del Barcelona dejó unas palabras en su cuenta de Instagram en la que se manifestaba en los siguientes términos (esta web no se responsabiliza de los errores ortográficos ni de redacción en la reproducción literal):
"De verdad que cada día que pasa me da más vergüenza formar parte de este deporte, de cómo nos utilizan, de cómo juegan con nosotros. Pensé un día que saldríamos cada uno a defender sus colores, sus equipos, pensé que si ganara o si perdiera me iba a casa enfadado a reflexionar lo mal que habíamos echo o a disfrutar de lo bien que hicimos. Hoy somos objetos utilizados por la prensa para que ellos se beneficie, para que ellos vendan periódico. Cada ves más se habla menos de fútbol, de estrategia, de las jugadas, de los regates de los goles, de las paradas y del espectáculo. Que p... basura que son"Por supuesto, la reacción de los aludidos no se hizo esperar, y auténticos periodistas de Pulitzer sacaron a relucir su modesta opinión sobre las palabras del dicharachero futbolista blaugrana con verdadera rapidez, como puede observarse en el siguiente tweet:
Alves, majete, hasta el Barça ha tenido que tirarte de las orejas públicamente. Hazme caso a mí y estate calladito durante un largo tiempo.
— Tomás Roncero (@As_TomasRoncero) enero 8, 2016
El Barça desautoriza a #Alves: "El club no admite ni comparte sus expresiones ofensivas" https://t.co/URyXmf87iv pic.twitter.com/cdoCjHe4Lq
— AS (@diarioas) enero 8, 2016
Esto son sólo dos ejemplos. Hay más, pero estoy seguro de que a cualquiera que esté leyendo esto le dará tanta pereza como a mí leer a todos esos grandes exponentes del bufandismo periodístico. Creo que será más productivo redactar algunas conclusiones sobre la situación del periodismo de primera línea y cómo situaciones de este tipo esta sacan a la luz que el problema está ahí. Quizás haga falta que lo saque a relucir, en lugar de Alves, alguien inmune a los argumentos ad hominem, a quien no puedan rebatir saliéndose por la tangente. Existen motivos sobrados para sacar los colores a muchos periodistas de taberna y reivindicar a otros tantos periodistas de vocación a los que la presencia de estos especímenes y esta moda del periodismo por y para gente simple no permiten salir adelante.
La primera conclusión que se puede sacar está a simple vista. Tanto el periodista como el medio que se utilizó algo más arriba para ejemplificar el ataque al futbolista tras sus palabras son de marcado carácter madridista. Las opiniones que vi en medios afines al Barcelona estaban mucho más suavizadas (si alguien se encontró con alguna del estilo de las expuestas antes le agradecería que la compartiera) y ni siquiera pude ver tono de crítica en ellas. Esto viene a evidenciar ese carácter fanático e incluso servil del panorama actual en la prensa de éxito. Una intencionada exhaltación de los sentimientos en el bando contrario y un silencio cómplice en el propio, para favorecer ese ambiente de continua y absurda competición con el rival.
Por otra parte, es más que evidente que el actual periodismo deportivo hecho para las masas tiene una calidad ínfima que hace que muchos aficionados a este deporte (me incluyo entre ellos) se sientan cansados y opten por alejarse de él en muchos aspectos. Existen numerosos profesionales cualificados que ven cómo su carrera se ve obstaculizada por la presencia de un circo donde debería haber un sector profesional serio. Programas de televisión que crean polémicas de manera intencionada para conseguir contenido fácil y que pagan a colaboradores por hacer el paripé en directo exaltándose de forma completamente fuera de lugar, periódicos que llenan páginas con noticias vacías sobre banalidades (casi siempre sacadas de publicaciones en redes sociales de futbolistas e incluso con burdas publicidad encubierta) que ocurren entorno a los dos únicos equipos que parecen existir en este país y espacios de todo tipo dedicados a llenar páginas o minutos hablando de todo menos de fútbol no son prácticas dignas de elogio. No obstante, es algo que está a la vista de todos y ocurre día a día.
Es un hecho innegable que en la prensa deportiva que más público acapara en este pais no se habla, realmente, de fútbol, sino que se hace prensa rosa o amarilla sobre lo que lo rodea. En cada rueda de prensa protagonizada por un miembro de uno de los dos equipos de España se vive un pequeño esperpento cuando la mayoría (en ocasiones todas) de las preguntas se centran en asuntos que poco tiene que ver con lo que se ve en el césped. Las preguntas sobre táctica o sobre ideas de juego del entrenador son prescindibles, y se sustituyen por cuestiones sobre lo que ocurre en el vestuario para sacar carnaza, cosas que podría responder cualquier persona que conviviera mínimamente con el vestuario, desde el utilero hasta el delegado de campo. Esto hace también que aquella etapa en la que la prensa vivía indignada porque José Mourinho enviaba a Karanka a hablar con ellos sea una anécdota risible, teniendo en cuenta que algunos llegaron a desprestigiar y tildar de marioneta al que a día de hoy se convirtió en el técnico del líder de Championship.
Por último, e igualmete importante, está el hecho de que desde la misma prensa saben que lo que critica Alves es cierto. Las principales críticas no consistieron en desdecir al jugador, sino en apelar a su fama y en sacar pecho cuando el Barcelona sacó un comunicado desmarcándose de las palabras de su empleado. Desde el principio se mató al mensajero para que el mensaje fuese desvirtuado, pero cualquiera que desee juzgar con criterio lo ocurrido hoy no debería caer en esa trampa, ni en muchas otras que se utilizaron para echar tierra sobre el asunto. Las palabras de Alves pueden venir de alguien que nos tiene habituados a escuchar declaraciones extravagantes, pero no por ello dejan de tener gran parte de razón (dejando a un lado las malas formas con las que cerró su texto). Los argumentos para desacreditar su opinión no deberían ser frases apelando a que cobrar su alto sueldo seguro que no le da vergüenza o que no es el más indicado para hablar, porque ese tipo de frases dejan al margen el significado de sus palabras. No es recomendable empezar juzgando al mensajero, sino que debe primero echarse la vista al mensaje, porque de otra forma nos perderemos muchas verdades ocultas en un mundo lleno de tierra que echarles por encima.