Baño de realidad en Huesca
Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com
Duro golpe en Huesca para el Dépor en todos los sentidos en la segunda jornada del campeonato de liga. El palo a nivel deportivo es evidente y deja ver que a día de hoy el equipo blanquiazul es muy inferior a un teórico rival directo, pero sin duda lo más doloroso es el golpe de realidad que se sufrió con lo que se pudo ver en El Alcoraz. Nada que ver con esa propaganda de equipo luchador y entregado que vendió Anquela en la pretemporada. Esas palabras hicieron a muchos temblar presagiando un equipo especulador, ramplón y tosco, pero en el último partido ni siquiera eso fue ofrecido por el cuadro coruñés. Salvo 20 minutos al final del encuentro en los que el Huesca bajó el pistón y se vio a un Dépor más capaz de hacer cosas con el balón, el resto del encuentro fue una masacre a favor del equipo local. Sólo hicieron falta dos jugadores en ataque para hacer añicos al Dépor, Mikel Rico y Dani Raba. Ellos solos se bastaron para combinar en la débil zona izquierda de la zaga blanquiazul y hacer que los tres puntos se quedaran en casa.
El principal punto negro en el que haya que poner la lupa es precisamente esa banda zurda, en la que Luis Ruiz hizo aguas en todo momento y demostró por qué fue suplente en un equipo que casi desciende la temporada pasada. Incapaz de ganar duelos (algo de lo que no hay que exculpar a las escasas ayudas efectivas que ofreció Borja Valle, su compañero de banda) y falto de recursos como el balón en los pies, incluso la mala suerte se cebó con él en el primer gol al no ser capaz de reaccionar para dejar un espacio necesario para que Gaku despejara el balón de una zona delicada y obstruir de esa manera un en envío que acabó llegando a un delantero rival que fabricó el tanto inicial. En el tercero, de nuevo, volvió a ser protagonista al no estar ni remotamente cerca del extremo que dio el pase de gol a placer a Pulido tras un mal movimiento de Bergantiños. En cualquier caso, es inexcusable que desde el banquillo no se buscara proteger especialmente ese flanco al ver los incesantes problemas que ahí existían. Ruiz, con todos sus defectos, se vio a menudo solo ante el peligro.
La figura de Bergantiños vuelve a necesitar ser comentada. Fuera de toda duda está su condición de jugador de garra y compromiso, pero esta forma de jugar, en la que se ve envuelto en un contexto de ida y vuelta descontrolada, es la antítesis de su habitat natural. Es un jugador desordenado en lo posicional y debido a esa tendencia al balonazo del equipo blanquiazul se ve continuamente superado al correr hacia delante y también cuando hay que ir hacia atrás. No es igual jugar a esto que jugar teniendo a Marí y a Duarte detrás con una salida limpia de balón que permite más tiempo para ubicarse sin perder balones continuamente haciendo vivir al mediocentro en una constante transición. Incluso hay fases en las que Gaku destaca más que él en la destrucción y eso no debería ser así. Sobre todo porque con Gaku en esa zona se pierde al japonés para hacer lo que realmente sabe hacer.
Hablando de Gaku, la tendencia vuelve a ser verlo demasiado retrasado y ejerciendo como base de creación, al menos en el plan A que vimos en la primera parte, dando unos pasos hacia el campo rival en los últimos minutos del partido. Esto le obliga a empequeñecerse, haciendo que deba correr hacia atrás con más frecuencia que hacia delante y perdiéndole en el área de influencia donde puede ser importante. Incluso Aketxe se vio obligado en algunas ocasiones a ir a la base de creación para conseguir tener algo de incidencia en el juego, algo que no debería ocurrir nunca
Todo este panorama se tradujo, en el ámbito ofensivo, en posesiones breves y sin control alguno sobre el juego, relegándolo todo en la primera parte a que Koné consiguiera sacar petróleo de balones que llegaban a su zona para ser peleados, algo que no parece demasiado eficiente. En los últimos minutos y con Longo y Santos sobre el campo, la estrategia cambió y se adelantó al equipo en bloque para intentar llegar al área con mayor superioridad. Los ataques en ese contexto fueron más exitosos, pero sin que la diferencia fuera suficiente más allá del gol conseguido por Santos.
En cualquier caso, lo preocupante debe ser el desbarajuste defensivo en el que habitó el equipo y que se iniciaba ya desde que el Huesca empezaba sus jugadas. Mucho espacio en la zona de mediocampo en el comienzo de los ataques rivales hizo muy sencillo que rompieran líneas en las primeras fases de su juego, pudiéndose plantar con suma facilidad en la zona de peligro con un complemento de lujo para ello como resultó ser la calidad de Raba, un suplicio caído a la banda más débil.
No es exagerado decir que la línea defensiva titular del Deportivo está hoy por hoy muy lejos del nivel que debería tener un aspirante al ascenso. La pareja formada en su centro por Lampropoulos y Somma está a años luz de lo que ofrecían Duarte y Marí, y los laterales no pasan de tener nivel para ser simples suplentes cumplidores en un equipo de segunda división. No hay más de donde sacar, y la baja de Peru durante el próximo mes hace que las perspectivas al respecto no sean las mejores. Hay poquísimo margen de maniobra en tiempo y dinero, pero parece evidente que, salvo milagro, con esta línea de cuatro es imposible optar a luchar por nada.
Creo que también debo mencionar el partido de un Pedro Mosquera con el Huesca que generó mucha superioridad para su equipo gracias a su buen juego posicional y distribución. Rompió líneas y cortó ataques mostrando una solvencia notable por alto. En Coruña nunca se confió en darle esa manija y tuvo que irse para demostrar su valía en ese ámbito. Además, no sólo fue relevante en campo propio, sino que también tuvo acciones meritorias en la zona de tres cuartos. El tercer gol de su equipo, por ejemplo, nace de una buena decisión suya al leer las posiciones de la defensa deportivista que deja al bloque ofensivo del Huesca en una situación muy ventajosa. Actuando de pivote y acompañado de dos interiores bastante adelantados no sufrió en ningún momento hasta que empezó a perder un poco de fuelle a partir del minuto 70, y eso es decir mucho de un jugador que en Coruña "no servía" para ese rol (aunque la labor de su técnico actual protegiéndolo de los aspectos del juego en los que sufre también tiene algo que ver). Su único error, no obstante, fue grave: un pase que acabó en las botas de Álex Bergantiños y dio pie al gol de Christian Santos. La capacidad para el remate del delantero venezolano es quizá la única noticia positiva del encuentro.
En resumen, es muy rácano confiar en que Koné consiga crearse la oportunidad a partir de balonazos. Es muy rácano hablar de que el fútbol es una guerra y hacen falta soldados y, sobre todo, es muy rácano confiar en el caracter cuando el único plan fuera de casa parece ser el jugar a no perder, lo que muestra una total carencia de él. Cuando juegas a ser un equipo ordenado necesitas jugadores capaces de hacer eso, necesitas jugadores muy superiores tacticamente en los puestos clave y no sólo no los hay sino que el orden en la fase defensiva en general es de chiste. No hay equipos exitosos en este estilo de fútbol sin un central imperial, sin un mediocentro defensivo posicionalmente enorme y con dos laterales muy por debajo del nivel de los titulares de la categoría. Si además lo acompañas de unos jugadores en los extremos que no aportan nada diferencial en ataque, el cóctel es de órdago.
Este equipo no es superior en nada al del año pasado, y lo preocupante no es analizarlo en clave de individualidades, sino en clave de equipo. Todo lo visto en el primer encuentro se evaporó en Huesca, no hay una idea a la que encomendarse más allá de la especulación. Si esta es la apuesta que se va a llevar a cabo no hay duda: Carmelo creó un equipo de segunda fila con el que vamos a sufrir en una decisión que tomó forma desde el mismo momento en el que se eligió el técnico. Cinco goles encajados (que podrían haber sido bastantes más) en dos partidos dejan bastante claro que a día de hoy al Dépor no le queda ni siquiera agarrarse al clavo ardiendo de pensar que somos un equipo rácano pero ordenado y sólido como se dice que son todos los equipos de Anquela. Sólo nos queda la racanería.
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