Un Dépor que aún no se cree lo que puede llegar a ser
Por Rubén Pedreira
Creo no estar diciendo ninguna locura si afirmo que el primer tiempo del Dépor en Tenerife dio la sensación de que estamos ante un equipo con potencial para ser dominante en la categoría. Ideas preclaras en la creación de juego, fluidez en las cercanías del área rival y la capacidad de crear peligro con diversidad de recursos, principalmente utilizando la inventiva de Carles Gil por la zona central y la habilidad para el centro de un Caballo que está demostrando tener un guante en su pie izquierdo. El Dépor estaba tan tranquilo sobre el césped del Heliodoro Rodríguez López que no existía apenas nada que hiciera presagiar que el partido iba a cambiar demasiado tras el descanso.
No obstante, el mencionado cambio ocurrió para desesperación de un Natxo González que vio como el Tenerife comenzó la segunda parte con descaro y manifiesta superioridad. Durante la práctica totalidad del segundo tiempo el equipo local fue quien llevó el peso del partido y el balón permaneció en el campo del Dépor más tiempo del debido. En ese contexto de superioridad, el gol tinerfeño hizo acto de presencia apenas transcurridos diez minutos de la segunda mitad y tras el empate se pudo ver que el nuevo guión que había empezado a seguir el partido no tenía visos de cambiar. El monólogo tinerfeño continuó hasta que Didier Moreno cogió el ritmo del partido tras salir desde el banquillo en el minuto 64. El colombiano, al que se le nota que llegó a Coruña con ritmo de competición, demostró superioridad física e incomodó a la defensa rival abarcando mucho campo y contribuyendo tanto en llegada como en presión, ejerciendo de contrapeso justo para que la balanza cambiara de posición. Llegó con peligro y tuvo una ocasión de gol que no acertó a rematar adecuadamente y suya fue la asistencia a Borja Valle que puso por delante al Dépor hasta que un error en la salida de Dani Giménez provocó el empate rival a escasos segundos del final.
Una vez contado el aspecto objetivo de lo ocurrido en el partido de ayer, ¿qué análisis queda por sacar de lo visto en el campo y por qué el Dépor mostró dos caras tan diferenciadas? Mi opinión es que el equipo supo jugar mientras estuvo cómodo. El Tenerife está teniendo problemas para salir enchufado a los partidos y el de ayer no fue una excepción. El equipo herculino supo aprovechar eso y asentarse antes sobre el terreno de juego, echando del encuentro a su rival hasta la llegada del descanso. No obstante, en la segunda mitad el conjunto canario salió con otra mentalidad y con la remontada entre ceja y ceja, dejándose todas las inseguridades en el vestuario y haciendo que aparecieran las del equipo dirigido por Natxo González, que vio una vez más cómo aparecían los problemas para plantar cara a un rival que quería conseguir mandar en el partido.
Creo que este Dépor tiene un potencial enorme que dejó ver sobradamente en el primer tiempo, pero también posee el que probablemente sea el peor defecto que puede tener un equipo nacido para buscar dominar una categoría: no llegan a creerse lo que son. Hay miedo a ejercer de favoritos cuando las cosas se complican y miedo a no ser lo suficientemente buenos como para ir a sentenciar el partido. Habrá quien le llame falta de personalidad del conjunto, pero creo más bien que es una cuestión de
Por otra parte, es fácil caer en señalar a Dani Giménez como el jugador que costó dos puntos en el último momento, pero su partido hasta ese instante (y también su temporada hasta hoy) fue más que digna y no es del todo justo cargarle las culpas de un error que compensó con aciertos importantes previos. Antes de pensar en Giménez debemos ver que existieron también otras imprecisiones que contribuyeron de manera clave en el marcador, como un mal cabeceo de Quique a un gran centro de Caballo en los instantes iniciales o un mano a mano con el portero muy mal gestionado por Pedro en el 85'. Giménez erró a final, pero también dio seguridad en los restantes tramos, y si alguien quedó señalado tras el partido de Tenerife fue más bien un Eneko Bóveda que sigue dejando tantas dudas en el centro de la defensa como la pasada temporada. Difícil recordar una buena acción del ex jugador del Athletic en el partido de ayer, en el que ofreció demasiadas carencias tanto en la marca como, sobre todo, en la salida de balón. No sería demasiado comprensible que en la próxima jornada no viésemos a Marí o a Somma acompañando a Duarte.
En resumidas cuentas, este Dépor tiene mucho para ilusionar, pero también deja bastante lugar a la preocupación. El aspecto psicológico falla, y eso no es fácil de gestionar. Es un mal endémico en este club desde hace demasiado tiempo y puede traer muchos disgustos si en los momentos clave siguen apareciendo los peores miedos. El error real no fue defender la falta decisiva en el área pequeña, ni la mala salida del portero. El error fue no saber ni siquiera intentar discutir el dominio de la segunda parte al rival. Habrá que esperar que la vuelta a Riazor sepa curar las carencias de un equipo que promete más de lo que da pero que, por ver la nota positiva, lleva unos más que decentes 5 puntos en 3 partidos fuera de casa.
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