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1 abr 2019

El Dépor jugó bien en el Tartiere


 
No me iré por las ramas antes de explicar convenientemente el título de este artículo: El Dépor jugó bien en el Tartiere, sí, pero la bondad de su juego le duró poco, muy poco. Exactamente el tiempo que estuvieron juntos sobre el verde los jugadores más capaces, de los que había disponibles, de aportar al bloque a la hora de crear superioridades en ataque. Cuando Vítor Silva salió al campo y pudo aliarse con Vicente y Carlos Fernández para efectuar una circulación efectiva en campo rival las sensaciones del equipo fueron muy diferentes a lo que habían sido el resto del encuentro. Quitando esos minutos entre la entrada de Silva y la salida de Carlos, el conjunto blanquiazul dejó sensación de ganas y voluntad, pero poco más.

Se volvía al rombo y el rombo exige cosas que han de estar muy claras cuando recurres a él. No dudo de que Natxo lo tiene presente, pero tampoco dudo de que quiere experimentar para ver si el sistema es compatible con añadidos que llevamos demasiados partidos viendo que no se van a dar, al menos no sin renunciar a todo lo demás. Juntar a Álex y Didier Moreno no es buena idea en un sistema en el que se hace necesario hacer circular el balón con precisión milimétrica para crear espacios en el esquema rival al carecer de extremos que abran campo, por mucho que partas de una idea de usar laterales profundos (además, tener a David Simón en la derecha dista mucho de un lateral profundo de utilidad real en ataque). A Moreno no se le puede reprochar nada, sus ganas en el campo son innegables, pero es un sumidero en la construcción y, más allá de eso, encontrarle siempre es complicado porque no suele estar en el sitio indicado: Vicente está mal y sufre más cuando se rodea de jugadores indisciplinados en el posicionamiento porque no encuentra apoyos, y ayer ni Didier ni Pedro supieron ser una ayuda. Al colombiano, se le vio lejos de la posición de apoyo incluso en los saques de banda de Simón.

En el caso de Pedro, puede verse su alineación ayer como la búsqueda de tener un enganche que funcionara en fase ofensiva como un tercer delantero para desequilibrar una zaga de tres centrales que puede ser más vulnerable a la diversificación de hombres a los que cubrir que al pase entre líneas, pero no funcionó. Y no funcionó precisamente porque se eliminó una etapa de la creación, la que lleva el balón desde el mediocampo hasta el penúltimo hombre. Hacer que Pedro diese un paso adelante provocó que Vicente, el único jugador capaz de contribuir en esa parcela de todos los que jugaron de titulares en el rombo, se viera ante un vacío zonal en el que tenía que afrontar sólo ante el peligro una tarea que ya de por sí no es su principal virtud. Ese nexo final hacia el peligro es la tarea en la que más se echa en falta al ausente Expósito.

Personalmente veo el planteamiento del rombo titular de ayer como una aberración lógica a la que sólo encuentro explicación si divido el problema y voy buscando razones jugador por jugador para ver por qué fueron alineados, pero el fútbol tiene que tener en cuenta contextos globales y no le encuentro razón alguna al once si pienso en ese sentido. Por supuesto que Natxo se la encontraría,es indudable que pensó en cómo acoplar las individualidades al plan, pero a mí se me escapa.

Vuelvo a ver como un sacrilegio el ostracismo de Mosquera en estas circunstancias. Por supuesto, siempre pueden buscarse motivos para sus continuadas ausencias si tenemos en mente el plan habitual del entrenador: No es un destructor puro y le gusta demasiado buscar el riesgo en el pase. A Natxo le gusta mantener las posesiones de manera pausada sin caer en los balones por alto que tanto suele buscar el centrocampista coruñés. El técnico prefiere el toque simple en las primeras fases de construcción y por eso opta por Bergantiños o Didier, que en un porcentaje altísimo de ocasiones pasarán al compañero más cercano, pero a pesar de ello sus errores no forzados en el pase son habituales y condenan la construcción de manera peligrosa o eliminan las potenciales ventajas a la jugada. Mosquera no es impecable, tiende también a ciertos errores en el pase, pero es mucho más aseado y desde luego creo que es el más idóneo para usar de medio defensivo si lo que se quiere es jugar a tener la iniciativa.

Sinceramente, por mucho que se puedan sacar conclusiones positivas del resultado de ayer, no veo motivo alguno para consolarse con el punto. Tampoco me gustó el empate en Malaga que fue valorado por algunos como un buen resultado (aunque sea cierto que con el contexto que se dio en el partido fue el menor de los males). La razón por la que no me gustaron ninguno de los dos resultados es simple: Cuando aspiras a ser dominador en una categoría, un empate sólo es una excusa para ir a por el gol, y un 1-0 es la confirmación de que las cosas van bien y de que hay que buscar afianzar esa superioridad amoldándose necesariamente al cambio de estrategia que buscará rival, pero sin dar pasos atrás más allá que los que una buena respuesta del contrincante obligue. Un equipo dominador debe salir al campo confiado de infundir miedo y que cada partido sea visto por un infierno por los rivales. Por supuesto que esto no es fácil y no se le debe exigir obligatoriamente a un equipo porque no es tan sencillo como simplemente intentarlo, pero el problema del Dépor es que al principio de la temporada lo consiguió y ahora se frustra en la impotencia de verse incapaz de ello porque la inmediatez de los momentos decisivos hicieron que apareciera el miedo al riesgo y ellos sólos fueron dejando morir esa condición. Desde hace demasiadas jornadas se le da un valor excesivo a no perder puntos y ganarlos pasa a ser secundario, actitud que no es propia de un equipo obligado a ser protagonista. La base de todo está en la seguridad atrás, es cierto, pero no encajar nunca debe ser el principal objetivo para un equipo que busque acabar en los primeros puestos, porque las porterías a cero no llevan al éxito si el equipo no es capaz de marcar, y a día de hoy el mal principal está en la pegada más que en área propia. Los empates que hoy nos parecen valiosos pueden transformarse muy rápido en dos puntos perdidos, pues si volvemos al ejemplo del Málaga lo cierto es que si la temporada acabase hoy para lo único que nos habría valido la igualada sería para quedar por debajo de un rival directo. Los partidos hay que verlos en su contexto y si el rival está atosigando hay que cambiar cosas, pero puedes buscar recuperar la iniciativa (cosa que ayer creo que sí se hizo) o rendirte a su merced deseando que no estén acertados (cosa que se hizo en La Rosaleda). Es el banquillo el que decide el mensaje a transmitir a los jugadores.

El panorama de cara al futuro inmediato es ahora una incógnita. No entro en debates sobre un posible cese del entrenador que no tengo nada claro que sea recomendable o no, mi única certeza es que en gran medida el fútbol se basa en poner a los mejores o a los que mejor están, y ya que nadie está para ganar un Balón de Oro últimamente en este equipo, la única opción válida es la de buscar enchufar a los teóricamente más válidos dándoles confianza. El rombo ideal, si lo que queremos es jugar a lo que este equipo demostró saber jugar, para mí no es otro que el que formarían Mosquera en el vértice defensivo, Vicente y Expósito en los interiores y Vítor Silva en la mediapunta. Todo lo que se salga de esa idea de aquí a final de temporada debería ser por exigencias del guión.

El Deportivo debe (y quiere, pero lleva meses sin encontrar las piezas necesarias para hacerlo) aspirar a jugar en campo rival todo el tiempo posible, tiene mimbres para hacerlo ahora que Carlos está recuperado. Es la manera de conseguir protección atrás y a la vez causar peligro mientras se gana la confianza perdida, la única forma de triunfar que se encontró en lo que va de temporada con una plantilla demasiado orientada a eso como para buscar otros planes o confiar en ese a medias. Es momento de confiar en la única idea que aportó algo y no negociarla.

22 mar 2019

Lo que explica y lo que implica la no convocatoria de Mosquera contra el Almería


 Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com


La ausencia de Edu Expósito es un condicionante muy a tener en cuenta a la hora de planear un partido en el Deportivo actual. El centrocampista catalán es seguramente el activo más importante del conjunto blanquiazul y los dos encuentros de sanción a los que se enfrenta no serán fáciles, está claro que va echarse en falta su contribución. Ahora, teniendo este factor en cuenta, ¿se puede leer en esta ausencia la no convocatoria de Pedro Mosquera para el partido contra el Almería? Tal y como yo lo veo, creo que en parte sí y en parte no.

Empezaré primero por la parte que sí: Es indudable que este Dépor se alimentó en sus mejores momentos de un recurso impagable para un equipo que busca tener la posesión del balón: acumular jugadores en ataque con unas condiciones privilegiadas para ayudar al equipo mantener posesión de balón en tres cuartos y tener la fortuna de que estos estuvieran en su mejor nivel. Me refiero, por supuesto, a Edu, Vicente y, sobre todo, Carlos Fernández. Estos tres jugadores fueron la auténtica clave de la capacidad del equipo de Natxo González para hacer daño en los últimos meses de 2018. A día de hoy, debido a las lesiones, Edu es el único que pudo seguir aportando algo al equipo en este contexto durante estos meses, pero no es suficiente. Un sólo jugador no puede hacer un trabajo tan colectivo como mantener la pelota con garantías en terreno peligroso, hace falta la labor de espaldas y de retención de balón que ofrecía Carlos, la pausa y protección de posesión que aportaba Vicente y, como colofón, la creación de contextos de superioridad que siempre aporta el propio Expósito. Todo aquello, aderezado con un Quique muy móvil y muy capaz de sacar petróleo de los espacios convirtió al Dépor en un equipo con mucha pegada y que se podía permitir tomarse los partidos sin prisas, sabiendo que el gol llegaría. A día de hoy, a la máquina le faltan demasiadas piezas y Natxo lo sabe. Por ello, busca otro tipo de juego, un juego en el que cree que Mosquera no es adecuado. Seguramente quiera darle velocidad al juego, aprovechar los errores del rival en vez de esperarlos y llevar rápido el balón al área. Un doble pivote Didier - Vicente como el que se está dando por hecho en el once de esta noche no se entendería sin situar unas bandas muy abiertas (lo ideal sería contar con Nahuel en este contexto, pero quizás sus problemas físicos recientes no le permitan ser titular) y Christian Santos de referencia. Implicaría un cambio considerable en todos los conceptos adquiridos durante la temporada, pero sería la única opción realmente honesta con lo que se intuye a la vista de las pruebas y la convocatoria.

Trataré ahora la parte en la que la ausencia de Edu no tiene influencia, que a la vez me parece el gran error conceptual de la decisión (por supuesto, siempre que realmente estuviese fundamentado en las ideas que expongo): Es bastante poco habitual en Segunda División enfrentarse a equipos que alineen a un mediapunta clásico como es el caso del Almería. Es cierto que hay equipos que juegan con alguien centrado en tres cuartos, pero suelen ser jugadores con un objetivo más puesto en la llegada y sin tantos recursos. El perfil de Juan Carlos Real, viejo conocido de Riazor, es distinto a la mayoría de jugadores de la categoría. Es un futbolista que aporta las cualidades del mediapunta de toda la vida, que ofrece último pase, que tiene más peligro cuando recibe unos cuantos metros fuera del área que dentro de ella pero que también tiene gol, y no precisamente poco. Es un futbolista al que hay que tener controlado, y el entrenador deportivista no es ajeno a ello. Todo apunta a que usará a Didier para esa labor, pues lo ve como un jugador con capacidad de abarcar mucho campo por rendimiento físico, lo que puede ser un valor añadido contra el 10 del conjunto almeriense aprovechando que a pesar de sus virtudes no es un jugador rápido. El juego ofensivo del Almería tiene una dependencia importante de Juan Carlos y minimizar su influencia minimiza el peligro.

Visto esto Didier es un futbolista que, con todas sus limitaciones, siempre llega al apoyo y puede verse su alineación como algo con cierto sentido, pero teniendo a Pedro Mosquera en plantilla la idea se cae por su propio peso. No sólo porque haya sido de lo poco salvable del último partido, sino porque también se adecua mucho mejor a lo que podría buscarse en el encuentro de hoy. Por mucho que el centrocampista coruñés no sea generalmente loado por su labor defensiva, lo cierto es que su función dando equilibrio al equipo es vital y, yendo a lo que nos atañe aquí, es un jugador que abarca también mucho mucho más campo de lo que puede parecer: no se pega grandes carreras como Didier, pero es porque siempre suele estar bien posicionado, lo que le evita correr más de la cuenta. Las grandes carreras quedan bien en cámara, pero a menudo son simples formas de tapar mediante el fondo físico una mala gestión táctica.

Ojalá acabe saliendo bien, pero he de reconocer que esta elección no me gusta. Supone un cambio importante en la mentalidad, supone adecuar por primera vez la idea de juego al rival (distíngase idea de juego y plan de juego, este último siempre ha de tener en cuenta al equipo contrario) en lugar de al revés. Es evidente que nada estaba funcionando en los últimos meses y esta es una manera de agitar el árbol, pero no tengo claro que un equipo hecho para ascender y dominar en la categoría pueda conseguir este cambio de mentalidad con la temporada ya avanzada y lograr algo más que acomplejarse. En cualquier caso, nadie sabe mejor lo que puede dar cada jugador que quien los entrena cada día, con lo que sólo queda confiar en que mi visión esté equivocada.El partido de hoy dirá si realmente se consiguen los frutos del árbol agitado o simplemente estamos ante un preocupante bandazo.

2 sept 2018

Un Dépor que aún no se cree lo que puede llegar a ser



Creo no estar diciendo ninguna locura si afirmo que el primer tiempo del Dépor en Tenerife dio la sensación de que estamos ante un equipo con potencial para ser dominante en la categoría. Ideas preclaras en la creación de juego, fluidez en las cercanías del área rival y la capacidad de crear peligro con diversidad de recursos, principalmente utilizando la inventiva de Carles Gil por la zona central y la habilidad para el centro de un Caballo que está demostrando tener un guante en su pie izquierdo. El Dépor estaba tan tranquilo sobre el césped del Heliodoro Rodríguez López que no existía apenas nada que hiciera presagiar que el partido iba a cambiar demasiado tras el descanso.

No obstante, el mencionado cambio ocurrió para desesperación de un Natxo González que vio como el Tenerife comenzó la segunda parte con descaro y manifiesta superioridad. Durante la práctica totalidad del segundo tiempo el equipo local fue quien llevó el peso del partido y el balón permaneció en el campo del Dépor más tiempo del debido. En ese contexto de superioridad, el gol tinerfeño hizo acto de presencia apenas transcurridos diez minutos de la segunda mitad y tras el empate se pudo ver que el nuevo guión que había empezado a seguir el partido no tenía visos de cambiar. El monólogo tinerfeño continuó hasta que Didier Moreno cogió el ritmo del partido tras salir desde el banquillo en el minuto 64. El colombiano, al que se le nota que llegó a Coruña con ritmo de competición, demostró superioridad física e incomodó a la defensa rival abarcando mucho campo y contribuyendo tanto en llegada como en presión, ejerciendo de contrapeso justo para que la balanza cambiara de posición. Llegó con peligro y tuvo una ocasión de gol que no acertó a rematar adecuadamente y suya fue la asistencia a Borja Valle que puso por delante al Dépor hasta que un error en la salida de Dani Giménez provocó el empate rival a escasos segundos del final.

Una vez contado el aspecto objetivo de lo ocurrido en el partido de ayer, ¿qué análisis queda por sacar de lo visto en el campo y por qué el Dépor mostró dos caras tan diferenciadas? Mi opinión es que el equipo supo jugar mientras estuvo cómodo. El Tenerife está teniendo problemas para salir enchufado a los partidos y el de ayer no fue una excepción. El equipo herculino supo aprovechar eso y asentarse antes sobre el terreno de juego, echando del encuentro a su rival hasta la llegada del descanso. No obstante, en la segunda mitad el conjunto canario salió con otra mentalidad y con la remontada entre ceja y ceja, dejándose todas las inseguridades en el vestuario y haciendo que aparecieran las del equipo dirigido por Natxo González, que vio una vez más cómo aparecían los problemas para plantar cara a un rival que quería conseguir mandar en el partido.

Creo que este Dépor tiene un potencial enorme que dejó ver sobradamente en el primer tiempo, pero también posee el que probablemente sea el peor defecto que puede tener un equipo nacido para buscar dominar una categoría: no llegan a creerse lo que son. Hay miedo a ejercer de favoritos cuando las cosas se complican y miedo a no ser lo suficientemente buenos como para ir a sentenciar el partido. Habrá quien le llame falta de personalidad del conjunto, pero creo más bien que es una cuestión de 

Por otra parte, es fácil caer en señalar a Dani Giménez como el jugador que  costó dos puntos en el último momento, pero su partido hasta ese instante (y también su temporada hasta hoy) fue más que digna y no es del todo justo cargarle las culpas de un error que compensó con aciertos importantes previos. Antes de pensar en Giménez debemos ver que existieron también otras imprecisiones que contribuyeron de manera clave en el marcador, como un mal cabeceo de Quique a un gran centro de Caballo en los instantes iniciales o un mano a mano con el portero muy mal gestionado por Pedro en el 85'. Giménez erró a final, pero también dio seguridad en los restantes tramos, y si alguien quedó señalado tras el partido de Tenerife fue más bien un Eneko Bóveda que sigue dejando tantas dudas en el centro de la defensa como la pasada temporada. Difícil recordar una buena acción del ex jugador del Athletic en el partido de ayer, en el que ofreció demasiadas carencias tanto en la marca como, sobre todo, en la salida de balón. No sería demasiado comprensible que en la próxima jornada no viésemos a Marí o a Somma acompañando a Duarte.

En resumidas cuentas, este Dépor tiene mucho para ilusionar, pero también deja bastante lugar a la preocupación. El aspecto psicológico falla, y eso no es fácil de gestionar. Es un mal endémico en este club desde hace demasiado tiempo y puede traer muchos disgustos si en los momentos clave siguen apareciendo los peores miedos. El error real no fue defender la falta decisiva en el área pequeña, ni la mala salida del portero. El error fue no saber ni siquiera intentar discutir el dominio de la segunda parte al rival. Habrá que esperar que la vuelta a Riazor sepa curar las carencias de un equipo que promete más de lo que da pero que, por ver la nota positiva, lleva unos más que decentes 5 puntos en 3 partidos fuera de casa.