3 nov 2020

Zlatan Ibrahimovic y la piedra filosofal


 

Zlatan Ibrahimovic tras marcar su segundo gol en el derby contra el Inter
 

Zlatan Ibrahimovic tiene 39 años. Uno de los delanteros más dominantes del siglo XXI se hace viejo, pero a juzgar por lo que deja ver en el campo parece que su edad está reflejada solamente en el carnet de identidad. Cuando una lesión de ligamento cruzado a una edad avanzada cortó su carrera en el Manchester todo el mundo (incluso él, pues decidió irse a la MLS en lugar de quedarse en Europa) creyó que su carrera comenzaba el ocaso definitivo, pero 3 años después todo es diferente.

Cuando Zlatan volvió a Milán hace menos de un año, el equipo rossonero era un conjunto intrascendente, una de las peores versiones recientes de un club que ya de por sí llevaba muchos años (no acaba entre los cuatro primeros de la Serie A desde 2013) relegado a comparsa. Justo antes del debut del sueco ocupaban la 11ª posición tras 6 victorias, 3 empates y 8 derrotas. En los 18 partidos en los que jugó Ibra hasta final de temporada el balance fue de 11 victorias, 5 empates y 2 derrotas que aseguraron la clasificación para Europa League. El punto de inflexión es más que evidente y lo prolongó a esta temporada, en la que lleva 7 goles y 1 asistencia en cuatro partidos para contribuir a convertir al Milan, por primera vez en mucho tiempo, en candidato al título.

Eso sí, cabe decir que el Milan no es un equipo de un solo hombre. Ibrahimovic dio el impulso necesario y el propio delantero puso todo de su parte para fortalecer la confianza de sus compañeros a pesar de su fama de ególatra (declaraciones de Rafael Leão o Ante Rebic alabando la ayuda que ofrece en el vestuario así lo atestiguan), pero la clave del éxito es que Pioli supo montar un equipo joven a su alrededor capaz de responder como no lo estaba haciendo antes de enero. Este Milan es sólido y ya no depende tanto de individualidades como dependía hace unos meses, los dos partidos ganados cómodamente cuando Ibra no pudo jugar por el coronavirus así lo atestiguan. Ibrahimovic es la referencia, pero a su alrededor sus compañeros se hicieron mejores y crecieron en cuanto a responsabilidades.

Hablé hasta ahora de los frios datos, pero en realidad lo que me sorprende no son los números, sino verlo hacer las mismas cosas que hacía en 2008. Sorprende verlo, como antaño, gestionando los tiempos y las necesidades de su equipo decidiendo cuándo se le necesita apoyando a la construcción, cuándo debe abrir espacios tirándose a banda para permitir la llegada de los extremos y, sobre todo, mostrando un hambre impropia de alguien que lleva dos décadas en la élite. Zlatan Ibrahimovic no está  ya al 100% del nivel que tuvo en plenitud, pero su estilo de juego sigue intacto y digno de uno de los mejores jugadores del mundo en su puesto. Continua aportando con 39 años, con esas décimas de segundo de parsimonia añadida que proporciona el paso del tiempo, las mismas cosas que aportaba cuando tenía 30. No evolucionó, como muchos otros, a ser un futbolista distinto en su madurez. No tuvo que conformarse con pasar a ser un killer estático o un jugador más posicional porque su físico le sigue permitiendo hacer sin problemas lo que siempre hizo. Lo mejor que se podrá decir de Zlatan Ibrahimovic cuando se retire es que nunca existieron dos versiones de Zlatan.

Que nadie entienda mal el final del párrafo anterior. Adaptarse a tu nueva realidad física y conseguir continuar siendo uno de los mejores es igual de meritorio y es algo por lo que pasaron leyendas como Maldini o Ronaldo Nazario, pero también es una situación de final de carrera más común. Lo de Ibra es verdaderamente excepcional para un delantero centro que está a menos de un año de cumplir los 40. Da la sensación de que puede jugar al fútbol hasta que a él le apetezca. Y posiblemente lo haga, porque si alguien actúa según lo que le apetece en el mundo del fútbol, ese es Ibra.

Es cierto que la Serie A es una liga en la que los delanteros de insultante veteranía siempre tuvieron un hueco. Los Di Natale, Quagliarella o Luca Toni consiguieron ser jugadores determinantes para sus equipos a edades similares, pero siendo perfiles muy diferentes de jugador. Ninguno ofrece u ofrecía las condiciones del sueco, ni tampoco el salto de calidad que aportó su llegada al conjunto de Pioli.

Se hace difícil encontrar a otro jugador en la historia contemporánea del fútbol que consiguiera estar con 39 años siendo el líder de un equipo de liga top que parece tener opciones serias de pelear tanto por el campeonato doméstico como por la competición europea. Hay quien durante toda su carrera le llamó sobrevalorado, pero la realidad es otra. ¿Podría decirse incluso que está infravalorado por no haber llegado a conseguir nunca esa Champions que siempre se le exigió? Yo creo que sí.

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