Ronaldo Nazario, el ave fénix
Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com
La expresión 'reinventarse o morir' es un concepto ampliamente aceptado dentro del mundo del éxito, debido a su fina dualidad con el fracaso. Hay quien se reinventa por progresar, por reconducir lo que no funciona o incluso por aburrimiento. Otros, en cambio, lo hacen porque no les queda más remedio, porque es la única opción de salir adelante. El de Ronaldo fue uno de estos.
Dos años apoteósicos en Holanda le bastaron para llamar la atención de todo el mundo, aunque ya con 17 años y aún jugando en Brasil con el Cruzeiro empezó a demostrar que aquel joven futbolista se salía de los cánones, y es que aún no había cumplido la mayoría de edad cuando Carlos Alberto Parreira lo llamó para disputar el Mundial 94 (aunque no jugaría en aquel torneo). Por aquel entonces le apodaban Ronaldinho, pero no sería él quien se conviertiera leyenda bajo ese mote. Tras ese campeonato mundial llegaron los anteriormente citados dos años en el PSV, equipo al que llegó aconsejado por Romário. En la Eredivise se hizo imparable y ya en su primera temporada se convirtió en máximo goleador con 30 tantos, aunque su equipo no pudo llegar más allá del tercer puesto en la tabla.
Su progresión aún no daba signos de llegar a su límite, y el Barcelona hizo todo lo posible por ficharlo, llegando a pagar lo equivalente a unos 15 millones de euros por su traspaso. En aquella temporada 96/97 dio durante todo el año una de las exhibiciones más legendarias que se recuerdan de un jugador de fútbol. Llegó a Barcelona en una época convulsa, con el Dream Team de Cruijff finiquitado, y bajo las órdenes de Bobby Robson consiguió hacer a su alrededor un equipo ganador, liderándolo con sus goles con tan sólo 20 años. Era un jugador veloz, impredecible, con un toque y conducción magníficos y, sobre todo, la mejor definición de cara a puerta que soy capaz de recordar. Aún parecía no haber llegado a su tope y ya brillaba más que nadie, convirtiéndose en el jugador más joven de la historia en ganar el FIFA World Player y acabando 2º en las votaciones para el Balón de Oro, distinción que ganaría al año siguiente, jugando ya en las filas del Inter de Milán.
El brillo de la estrella brasileña en Barcelona fue muy breve, desencuentros contractuales con el club lo llevaron a Italia después de tan solo un año como blaugrana, al anteriormente citado Inter de Milán. Allí todo empezó bien, pero en su segundo año sobrevino el desastre, una grave lesión de rodilla que le supuso un calvario difícil de superar. Conseguir sobreponerse a aquella rotura del tendón rotuliano, según los médicos, le llevaría unos 6 meses, pero acabó siendo mucho más tiempo. Volvió a jugar antes de final de temporada, tras una recuperación de record, pero aquella final de la Coppa Italia contra la Lazio distó mucho de ser feliz. Sólo 7 minutos duró el reencuentro de O Fenómeno con el fútbol, antes de que un mal apoyo durante una finta acabara con él en el suelo. Ronaldo lloraba de dolor y se agarraba con fuerza la rodilla. Panucci se llevaba las manos a la cabeza, sabiendo que aquella era la pierna que motivó su ausencia durante medio año, y en el banquillo Marcello Lippi se mostraba impaciente temiéndose lo peor. Ronaldo volvía a ver como su futuro se ensombrecía.
Nadie creyó en su recuperación. La rumorología lo situaba ya fuera del fútbol de élite, creyendo que nunca más volvería a ser el mismo. No iban desencaminados, ya que no volvió a ser el que era, pero sí que volvió al fútbol de élite y por la puerta grande. Después de tres años de calvario, con numerosas vueltas frustradas y dos temporadas de intentar reencontrarse con el fútbol, todo se recondujo por el buen camino en 2002. El jugador veía ante sí el reto definitivo. Se veía listo para conseguir por fin volver, y no decepcionó, e incluso el mundo vio con sorpresa que aquel futbolista era otro, pero tan grande como el anterior.
Ronaldo inició su nueva carrera en el Mundial de Corea y Japón. Reinventado y consciente de sus limitaciones físicas, creó un nuevo modelo de futbolista igualmente letal, igualmente sorprendente. Con su habilidad para la definición y dotes técnicas intactas, buscaba ahora un juego basado más en la potencia que en la velocidad, sabiendo que sus rodillas ya no eran tan rápidas como antes, ni le permitían realizar aquellos quiebros endiablados con los que rompía la cintura de los defensas varias veces en pocos segundos. Era un futbolista nuevo, pero tan peligroso como su anterior versión. En aquel torneo se vengó de todo. Dijo adiós a la pesadilla de los problemas físicos y enterró el trauma que supuso el no ser capaz de liderar a su selección hasta la gloria en Francia 98, el haber fallado en el momento clave. En Corea y Japón entró con todo cuando nadie se lo esperaba, anotó 8 goles y alzó el trofeo. En aquellos países asiáticos que históricamente poco tienen que ver con el fútbol se reencontró con el deporte rey, como aquel que halla agua en el desierto.
El Real Madrid confió en él después de ser el mejor de aquel campeonato del mundo, y fue en el equipo merengue donde continuó la segunda versión de Ronaldo. Más corpulento, notablemente más lento en su velocidad punta e incluso en los primeros tiempos con algo de inseguridad, pero los 23 goles anotados en su vuelta a la liga española disipaban toda duda sobre la inversión realizada por Florentino Pérez. Sus números fueron buenos durante sus cuatro primeros años en Madrid. Su última campaña en el club merengue significó el principio del fin. Volvieron las lesiones y el exceso de peso comenzó a ser un problema. Llegó después una improductiva estancia en el AC Milan y su vuelta a Brasil para acompañar a Roberto Carlos en Corinthians.
Acababa así la carrera del mejor definidor que pudieron ver mis ojos. Una carrera que más bien fueron dos. La primera, la del chico maravilla cuya progresión no parecía tener fin, con la velocidad, el regate y el quiebro infinito como rasgos significativos. La segunda, la del sufrido veterano de guerra que supo sobreponerse a los reveses de la vida y convertirse en un delantero potente, con técnica suficiente para irse de los defensas pero más consciente de sus limitaciones, metiendo el cuerpo y valorando más que nunca estar en el momento adecuado en el lugar adecuado aprovechando su don natural para poner el balón allí donde el portero es incapaz de llegar. Así fue la historia de un hombre al que quienes lo conocieron personalmente definen como un niño en el cuerpo de un adulto, a veces inocente y otras caprichoso, pero con un talento abrumador. La historia del futbolista que marcó a toda una generación. Una generación que llora cada vez que escucha el apelativo de 'Ronaldo el gordo' para referirse a él sin confundirlo con Cristiano. Pero no lloramos de tristeza, sino por orgullo, porque nosotros sabemos que Ronaldo sólo hay uno y pudimos conocerlo.
el mejor delantero para mi
ResponderEliminarGrandísimo artículo =), un tributo como se merece el fenómeno
ResponderEliminarel mejor sin duda "o fenomeno"
ResponderEliminarRONALDO ,no tiene comparación con ningún otro jugador que haya existido. Fue el mejor delantero y definidor del q se tenga historia. Era verdaderamente poderoso en su juego,su velocidad ,sus regates eran únicos de el ,nadie los ha vuelto a hacer nunca.Simplemente RONALDO es el mejor jugador de la historia ,!! Soy eterno admirador de El fenómeno !! Saludos RONALDO estés donde estés te agradezco toda esa época que fui feliz siguiendo tu carrera !! Gracias billones de gracias !! Saludos desde Costa Rica , atte: Marcelo
ResponderEliminares verdad todo eso amigos, personalmente soy y seguire siendo hincha del mas grande jugador y luchador de todos los tiempos EL FENOMENO, nunca te olvidare diste muestra de heroismo y gloria, messi es buenazo, pero que gane dos mundiales y talvez lo compare con ronaldo, talvez pero igualarlo definitivamente de ninguna manera, ah y cristiano tendria que estar orgulloso por llamarse tambien ronaldo, ese nombre es de gloria, aclarando el fenomeno en historia hoy por hoy se los lleva de corrido, superenlo y seran mejores pero hoy por hoy X100PRE EL FENOMENO, EL CONEJO...........RONALDO LUIZ NAZARIO.
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