Vamos a volver a ver sufrir al Dépor
Por Rubén Pedreira
El partido que jugó el Deportivo hoy en Riazor fue una muestra de solvencia. Ante un Racing desconocido e incapaz de hacer daño durante los noventa minutos, el equipo blanquiazul jugó a lo que quiso y lo hizo sin más sufrimiento que algún susto puntual. Los locales marcaron los tiempos del partido y alternaron entre la dominancia del primer tiempo, que les llevó a hacer dos goles, y la calma del segundo, cuando decidieron matar el encuentro protegiéndose más y desordenándose menos.
Visto el guión de esta jornada, lo sencillo en un ambiente tan histriónico como es siempre el coruñés sería volver a las andadas y empezar a creerse que este es por fin el punto de inflexión que creará a un equipo perfecto capaz de aplastar a todo rival que aparezca de aquí al final de temporada. Pero creo que debería ser, más bien, un punto de inflexión para poner un mínimo de cordura a todo esto y ver las cosas como realmente son, tras siete días en los que se alternó entre la sensación agridulce del partido contra el Córdoba a la depresión de Badajoz para culminar en la alegría de hoy. Razonemos esto con un poco de lógica y pensemos hoy lo obvio: Vamos a volver a ver sufrir al Dépor.
Debemos tener clara esa frase, porque va a ser así. Si nos paramos a pensar, el equipo está en una situación bastante mejorable en cuanto a la clasificación, pero ilusionante en cuanto a contexto. Porque ese contexto nos dice que viendo los partidos contra rivales directos el equipo siempre supo ser superior. Incluso contra el teórico rival a batir, que hoy por hoy es el Córdoba. Se volverá a sufrir porque jugar con los equipos de arriba, obligados a conseguir resultados sin especular con ellos por su propia lucha por el ascenso, no es lo mismo que jugar contra equipos que juegan para dar la sorpresa. Hoy se jugó contra un Racing que no es el equipo sólido que suele ser (más allá de su mala racha reciente), pero que sí fue un equipo que a pesar de su falta de ideas peleó por proponer su fútbol sin encerrarse ni dar al Dépor la responsabilidad de llevar el peso del partido.
Cuando se vuelva a jugar contra un equipo que busque protegerse durante los 90 minutos para no encajar y encontrar una contra, el equipo lo volverá a pasar mal. Porque las cosas no se dieron bien esta temporada para evitar que eso suceda, a pesar de que se intentó. Existen críticas a la confección de la plantilla, pero no estoy de acuerdo, creo que se formó un grupo con la idea de que, sin renunciar a imponer un estilo definido, pudiera jugar de tú a tú a los rivales directos (cosa que se está cumpliendo) y también romper cerrojos de rivales de zona baja. Esto último no lo demostró porque cuando juegas con la idea de Óscar Cano necesitas ante esos rivales una referencia arriba que sea diferencial para la categoría y que con sus características arrastre la atención de la defensa para que los errores en el bloque rival sucedan. Ese hombre era un Gorka Santamaría del que nadie podía sospechar que estaría a años luz del jugador que demostró ser la temporada pasada, y Svensson no es un recambio adecuado para ese rol porque es más bien un delantero habilitador.
Estamos en una situación más favorable de lo que puede parecer, porque ser capaces de plantar cara a cualquier rival directo es una buena noticia aunque por ahora aún se sufra contra otras propuestas. No es el contexto ideal pero entendamos que, incluso en el caso de no solucionar el problema, si somos capaces de mantener las cosas así seremos un rival muy competitivo en play-off. Empecemos a ver las cosas con perspectiva y quitémonos la losa de que solo valga el ascenso directo, porque es cierto que es lo exigible para un club como el Dépor, pero no ayuda ni dentro ni fuera del campo. Este equipo nunca será la apisonadora que se exige que sea, la utopía que tenemos montada en la cabeza sobre lo que ha de conseguirse no es real. Hay y habrá cosas mejorables, pero empecemos por relativizar y no alternar entre lo más bajo y lo más alto en cada resultado. Entendamos que vamos a sufrir y entendamos por qué. No busquemos posiciones a reforzar cada vez que un jugador tenga un día malo, porque quizás solo necesitemos a ese jugador diferencial que ayude a que los partidos que se nos atascan tengan otro desenlace y el mercado de enero está a la vuelta de la esquina. Sea Lucas o sea otro, estamos a nada de poder intentar encontrar algo que aporte lo necesario. Y aún dando con la tecla sufriríamos en alguna ocasión, porque el fútbol es así.
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