17 feb 2012

La nórdica reivindicación rossonera




Por Rubén López | ruben@futbolconpropiedad.com

El partido entre Milan y Arsenal del pasado miércoles me dejó marcado, tanto que después de hablar de él en el artículo de ayer, me toca hoy recuperarlo para hablar de una nueva reflexión que me sobrevino tras el pitido final que puso el punto y aparte a la contienda entre dos de los equipos históricos de Europa.

Se enfrentaban dos equipos en busca de la gloria perdida. El Milan, a pesar de estar en la zona alta del Calcio, lleva 3 años sin poder entrar en Cuartos de Final, en todos ellos siendo eliminado por equipos ingleses. En cuanto al Arsenal, el equipo gunner vive un momento de incertidumbre y dudas sobre el proyecto debido a los malos resultados cosechados de un tiempo a esta parte.La Champions es la cura a todos los males, y ambos equipos se lanzaron a buscar la panacea que hiciese olvidar la melancolía de los dorados tiempos pasados sabiendo que sólo uno lo conseguiría.

El partido empezó y un hombre sabía sobre el césped que ese era su día y que quien estuviese con él iba a tener también la oportunidad de resarcir sus pecados. Ese hombre era Ibrahimovic, considerado enemigo público por muchos y genio por otros tantos (entre los que me incluyo), que buscaba por fin una noche de gloria europea tras tanto tiempo sin encontrarla. Su acompañante, el que actuó como escudero en todo momento, fue otro jugador vilipendiado (injustamente) por un sector de la opinión pública, Robinho. La combinación de fuerzas y ganas entre estos dos futbolistas, combinados con la vuelta del siempre infravaloradísimo Kevin Prince Boateng y una actuación defensiva meritoria, que empezó en un Van Bommel inconmensurable y sin errores propició un golpe sobre la mesa de un Milan que sin Zlatan sufre, pero que cuando el sueco está en el campo sabe orquestarse perfectamente para producir el juego con el que se siente cómodo y hace subir un escalon a los suyos.

El Milan no tiene una plantilla a la altura de otras generaciones, no están los Maldini, Van Basten y compañía, pero tienen a un jugador que si no fuera por un caracter que le hece no caer en gracia en muchos sectores, probablemente habría estado ya alguna vez entre los tres candidatos a ganar el Balón de Oro. Un caracter, por otra parte, que le hace ser lider y encargarse de que sus compañeros se mantengan enchufados, el miedo a una represalia del influyente Zlatan (Allegri hace caso a muchas de sus peticiones, como la de darle la titularidad a Robinho) hace que nadie se permita cometer un error, y se nota.

Sólo hay una frase posible para pronunciar ante sus críticos: "Odiadlo, pero disfrutadlo", porque perderse la magia de este futbolista porque una vez fichó por el Barça y no lo hizo bien (algún día escribiré un artículo sobre este tema y sobre por qué no lo hizo tan mal como se dice) no es excusa para perderse uno de los mayores espectáculos que tiene el fútbol actual. Ibra es el Milan, pero el Milan también es Ibra, y de esa simbiosis nos beneficiamos todos los que buscamos ver buen fútbol en nuestras pantallas. La noche de Champions hizo llegar la reivindicación de que el Milan es un grande, y llevó la justicia a las figuras de Ibrahimovic y Robinho, dos jugadores que merecen ser vistos desde otra perspectiva, por lo menos por parte de la gente que busque en el fútbol un disfrute, y no la crispación.

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