4 oct 2012

La fuerza del ejemplo


Por Rubén López | ruben@futbolconpropiedad.com


Hay jugadores cuya existencia es un regalo para el fútbol. Futbolistas que juegan a este deporte como un obsequio para la vista, cuya habilidad con el balón parece sacada de dibujos animados y que hacen levantarse de su asiento hasta al más apático de los espectadores. Un regate, un pase medido o un gol de impresión son algunos de esos momentos por los que un aficionado paga una entrada, pero sin duda eso no lo es todo en un deporte que arrastra a una masa social tan amplia y diversa. 

El fútbol necesita de técnica y habilidad, pero también necesita, al igual que la vida diaria, de ejemplos. De jugadores cuya presencia en el campo sea una lección en si misma de lo que se debe hacer, de como es la actitud que hay que tomar en cada momento. Y en este grupo de personas que hacen de cada partido una exhibición de maneras  destaca, muy por encima de casi todos, un hombre llamado Carles Puyol. El central del Barça muestra su ambición y competitividad en cada momento que pisa un campo de fútbol. Es un líder al que nadie se atreve a rechistar cuando ejerce de voz dominante, alguien a quien sus compañeros obedecen siempre que interviene y que siempre que habla el resto callan. Lo que Carles dice va a misa.

No es fácil conseguir que un espíritu competitivo tan fuerte sea a la vez capaz de ser un rival honrado y querido hasta por los más encarnizados contrincantes. Es un ejemplo de honor y de lo que es la búsqueda de la victoria justa, de dejarlo todo en el campo para acabar los 90 minutos orgulloso de uno mismo. Sin duda su presencia en los terrenos de juego lleva muchos años siendo una magistral clase de una asignatura de comportamiento cuyo examen pocos son capaces de aprobar.

Estando ante una personalidad de tal calibre resulta doloroso ver como su carrera atraviesa en estos momentos por una época negra con las lesiones. Una racha en la que cuando empieza a levantar cabeza un nuevo palo lo manda hacia abajo, pero es que también en esto resulta un claro modelo a seguir. Cada problema físico es un reto al que desafía con igual garra que a un delantero encarando la propia portería. No importa cuál sea la lesión y su gravedad, el capitán blaugrana se la toma con una sonrisa y con pensamiento positivo. Su cuerpo es un desafío a la medicina que se recupera en la mitad de tiempo de lo esperado. Podríamos hablar también de su grandeza futbolística, pero eso es otro capítulo. Lo que hizo grande a Puyol no fue el hecho de ser capaz de levantar estadios. Lo que le hizo ser grande fue su habilidad para levantar la cabeza y ganarse el respeto de todos con una fórmula digna de admirar. Esperemos que ante este nuevo bache en el camino en forma de lesión pueda volver a levantarse de la misma manera que hace siempre, con impulso y mucho más rápido que el resto de mortales. Ánimo, Tiburón.

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