26 abr 2012

Recuerdos de fútbol: El esplendor de los delanteros balcánicos


Por Rubén López | ruben@futbolconpropiedad.com

Si hay una figura que traiga a la mente del futbolero la nostalgia de tiempos pasados, esa es la del atacante balcánico de los 90. Aquella hornada inacabable de talentosos (y no tan talentosos) futbolistas con una inacabable hambre de gol se convirtió en una costumbre de los periodos de fichajes de la época. Cualquier equipo que se preciase  debía tener un 9 nacido y criado en la cantera de cualquiera de aquellos cambiantes y conflictivos países que poblaban (y siguen poblando, aunque en su mayoría con diferentes nombres) la península de los Balcanes.

Nuestra liga se llenó de innumerables equipos que contaban en sus filas con una estrella de cualquiera de aquellas nacionalidades para ocupar (aunque no siempre con éxito), la referencia atacante. España fue el principal importador de jugadores procedentes de la zona balcánica, y pudimos disfrutar gracias a ello de futbolistas de una calidad irrepetible. Las características de aquel momento en su tierra les hacían tener un toque que no se encontraba en ningún otro tipo de jugador.

Eran, por lo general, jugadores con carácter, con la potencia y la definición como signos diferenciadores. Por los equipos españoles desfilaron una serie de nombres para el recuerdo: Pedja Mijatovic dejó muestras de su clase en Valencia y Real Madrid. El futbolista yugoslavo empezó siendo mediapunta, pero fue adelantando su posición con el paso de los años hasta ser el goleador que dio al Real Madrid su 7ª Champions League con un gol vital ante la Juventus. Su compañero croata, Davor Suker, dejó huella en Sevilla antes de formar un ataque para el recuerdo en el equipo merengue, junto al ya nombrado Mijatovic, Raúl y Morientes.

El Barcelona también se hizo con los servicios de jugadores de la zona. Primero fue el búlgaro Hristo Stoichkov, un jugador atípico con tendencia a desquiciar a todos que solía jugar escorado a banda y que consiguió un Balón de Oro gracias a su talento, y más tarde llegó el bosnio Meho Kodro, que dejó mucho que desear en su etapa blaugrana, recuperando algo de su nivel en el Tenerife, pero sin llegar a las cifras goleadoras del pasado, que le llevaron a impresionar en la Real Sociedad. Fue también en el equipo donostiarra donde vimos a otro de los grandes, Darko Kovacevic. Un delantero implacable que jugó durante 9 campañas en el club vasco, siendo una pieza clave en casi todos los proyectos.

El Valencia fue otro de los grandes importadores, con los irregulares pero geniales Adrian Ilie y Goran Vlaovic. El rumano era un futbolista letal e incómodo, por lo que se ganó el apodo de 'La Cobra', aunque sus continuos problemas de lesiones hicieron que durante su última etapa en Valencia no pudiésemos ver su mejor versión. El croata Vlaovic fue un futbolista más gris en su etapa valencianista, querido y odiado a partes iguales pero que en su mejor versión demostraba que sabía lo que era jugar al fútbol.

Ilie no fue el único cazagoles rumano de interés que llegó a España por aquella época. El incombustible Gica Craioveanu dejó muestras de su calidad en Real Sociedad, Villarreal y Getafe, mientras que el trotamundos Florin Raducioiu llegó al Espanyol como estrella, con el cartel de definidor implacable y veloz con el balón en los pies, pero se fue sin conseguir convencer del todo debido a sus problemas de lesiones, aunque su estancia en España le valió posteriormente para convertirse en el primer jugador que participó en las 5 grandes ligas europeas.

El Celta de Vigo contó con Lubo Penev (después de triunfar en el Valencia y Atlético de Madrid y conseguir una buena cifra de goles en el Compostela) y Vlado Gudelj. El primero lucía técnica y definición, mientras que el segundo se convirtió en un icono del conjunto vigués con su trabajo, compromiso y buen olfato de cara a gol. Por su parte, Savo Milosevic se ganó el corazón de la afición del Zaragoza tras dos campañas geniales entre 1998 y 2000. Más tarde volvería al equipo maño, y pasaría también por Espanyol, Celta y Osasuna.

El último de los grandes atacantes serbios de los 90 es  el que fue mi favorito en su día tras Mijatovic, y probablemente muchos os preguntabais si hablaría de él aquí. No es otro que el croata Alen Peternac, que en su estancia en Valladolid se descubrió como goleador y amante de la fiesta a partes iguales. Jugador poco estricto consigo mismo y frecuentemente pasado de peso, pero no por ello menos genial. Un hombre de área con habilidad también para crearse las jugadas que dejó un record en Pucela, el de máximo goleador de la historia del equipo en 1ª División.

No nos podemos olvidar de los fiascos. Goran Drulic se convirtió en el fichaje más caro de la historia del club con el apelativo de 'nuevo Vieri' y acabó siendo un fracaso de los gordos que nunca llegó a convencer. Perica Ognjenovic  llegó al Real Madrid como una de las grandes esperanzas de su país y no consiguió marcar ni un sólo gol en algo más de dos temporadas. Son sólo dos ejemplos de como aprovecharon los representantes la buena fama de la que gozaba el fútbol de sus paises.

Tampoco podemos dejar a un lado a Alen Boksic, un jugador que a pesar de no pasar por España consiguió convertirse en leyenda en Italia, Francia, Inglaterra y, por supuesto, su propio país. Actualmente en nuestra liga no tenemos tanto donde elegir, y lo que hay (Bilic, Lekic y Delibasic) no daría ni para escribir un artículo medio decente, pero en Europa encontramos a jugadores como Dzeko, Vucinic o Jelavic que intentan mantener viva la esencia de aquellos futbolistas que hace algo más de una década hicieron las delicias de muchas aficiones.

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