16 ago 2017

El día que Francia fue verdiblanca


  Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com

El fútbol de antaño tenía ciertos arrebatos de natural espontaneidad que en la actualidad resultarían Francia Atlético Kimberley Mundial 1978chirriantes dentro de un mundo balompédico milimetrado y casi militarizado en cuanto a rutinas y protocolos. Hace unas décadas existía cierto espacio para los malentendidos sin que pasase nada especialmente grave. No había mofas en Twitter ni nadie se llevaba las manos a la cabeza de manera vehemente cuando algún pequeño error ocurría. Simplemente sucedía y se le buscaba solución para que el balón siguiera rodando.

Algo perfectamente enmarcable entre esos inesperados escollos en el camino sucedió durante el evento por excelencia del fútbol moderno: el Mundial. En su edición de 1978, en tierras argentinas, una mala política de comunicación de la FIFA llevó a un malentendido que acabó con la selección francesa jugando con unos colores que difícilmente podrían asociarse al país galo de alguna manera, por remota que fuese.

Aquella selección francesa no era precisamente la mejor de su historia. Si bien tenía entre sus filas a jugadores importantes como un joven Michel Platini o Marius Trésor, que ejerció de capitán, era una plantilla a la que le faltaba subir un peldaño para poder competir al nivel de las mejores de la época, y no en vano acudía a su primera cita mundialista desde Inglaterra 1966. Se estaba gestando la generación que cosecharía un cuarto y un tercer puesto durante la década siguiente, aunque quedaban por llegar pilares básicos de aquellos logros, como Tigana o Giresse. Pero este artículo no está encaminado a hablar de la deriva seguida por la selección francesa de aquella época, sino de lo ocurrido en el último partido del grupo 1 en el campeonato de Argentina 1978.

El 10 de junio de aquel año se jugaba la tercera y definitiva jornada en el grupo en el que coincidían Italia, Argentina, Francia y Hungría, y las dos últimas se enfrentaban en un partido sin trascendencia, pues ambos países se sabían ya eliminadas del torneo. En ese contexto de cierta apatía y pereza por jugar un partido sin interés más allá del puro juego, se produjo un intercambio de informaciones erróneas entre la FIFA y los equipos, que acabó con ambos conjuntos presentándose en el estadio con camiseta blanca. A pesar de que las equipaciones de ambos equipos eran roja por parte de Hungría y azul por parte de sus rivales, las televisiones en blanco y negro que todavía eran mayoría por aquella época hacían que se debiera tener especial cuidado a la hora de combinar las indumentarias de los equipos rivales, pues había colores diferentes que resultaban difíciles de distinguir entre sí en ese tipo de aparatos, y debido a ciertos errores a la hora de coordinar esto se Francia Atlético Kimberley 1978notificó a ambos conjuntos que se resentaran en el terreno de juego con la equipación visitante, que en los dos casos era de un impoluto blanco.

Ante la imposibilidad de conseguir las equipaciones titulares por parte de ninguno de los dos equipos por la inmediatez del inicio del encuentro, llegó el momento de la improvisación. Entre la expedición francesa surgió la idea de buscar la sede de algún club local que pudiese prestar sus equipaciones como medida de urgencia, y el modestísimo Atlético Kimberley (que a día de hoy disputa la cuarta categoría argentina) acudió a la llamada. Prestaron a los franceses sus equipaciones, de franjas verdiblancas, y el partido comenzó con una hora de retraso, resultando en victoria para los franceses por 3-1, convirtiendo al Kimberley en el primer y único equipo no internacional hasta la fecha cuya camiseta logró una victoria en un partido de un Mundial. 


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