La imposición de lo bello
Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com
Es absurdo. Un dogma creado de un tiempo a esta parte desde la admiración a una belleza que fue desvelada al mundo. Desde la irrupción del mejor Barcelona de la historia, ese Barcelona cuyas cenizas renacieron en ave Fénix con Frank Rijkaard y se tornaron a brillar en todo su esplendor con el tándem Guardiola-Vilanova, existe una corriente de opinión basada en la búsqueda de lo imposible. La búsqueda de lo bello como único camino.
No todo hombre puede alcanzar el éxito mediante la belleza. Hay individuos que nacen desgarbados y poco agraciados, y su aspecto no es para nada una ayuda. Esos individuos deben buscarse la vía del éxito por otro camino, inventar otras artes que igualmente les hagan triunfar. En el fútbol, al igual que el mundo, la fama es de los que ganan, no de los que lo intentan, por muy plásticos fines que persigan.
No siempre la opción de jugar un fútbol vistoso es la más inteligente, ya que hay equipos que simplemente no se adecuan a dicho estilo. Un ejemplo se vio con el Chelsea de la etapa Villas-Boas, cuando el portugués intentó instaurar un método que no era para nada el más acertado en un equipo acostumbrado a basarse en el zarpazo, el orden inglés y el juego simple y rápido. Ese proyecto hizo aguas hasta que Di Matteo cogió las riendas y buscó algo diferente, llevándolo al éxito desde el cerrojazo, la ley de los cero fallos y el buen aprovechamiento de las oportunidades. Muchos se llevaron las manos a la cabeza ante lo que consideraban un 'campeón de Europa indigno', pero lo cierto es que quienes tienen guardado a buen recado en su palmarés el más ansiado título europeo a nivel de clubes son ellos. El resto fueron proyectos fallidos en esa temporada, buscasen la filosofía de juego que buscasen.
El aficionado al fútbol está mal acostumbrado en los últimos años. La sorpresa que supuso ver a un equipo manejado por dos hombres sin apenas experiencia en los banquillos pero con sobrado conocimiento de lo que hacían, y llevado hasta las mayores gestas vistas en la historia del fútbol mediante la búsqueda del toque y la creación de juego continua hizo que muchos dejasen de lado sus colores para convertirse en aficionados de ese equipo y les costase ver que más allá las cosas no son así. Que no todo el mundo tiene los medios para crear un sistema de cantera como el del Barça, en el cual enseñar durante toda la formación de los futbolistas una filosofía de juego que culmina con una gran integración en el primer equipo. Y en caso de que tenga los medios, puede preferir hacer las cosas de otra forma, algo que si se traduce en títulos es totalmente válido.
Equipos actuales, como el Levante de Juan Ignacio Martínez o el Stoke City de Tony Pulis son buenos ejemplos de conjuntos que sacan petróleo de plantillas ajustadas gracias a jugar de una forma alejada de la vistosidad, pero que resulta tremendamente efectiva. Sus jugadores saben lo que deben hacer y lo hacen, sin florituras pero casi siempre con sobresalientes resultados. Por otra banda, también hay entrenadores que buscan otra cosa, conseguir grandes resultados con equipos pequeños sin descuidar las apariencias, como Pepe Mel en el Betis o Brendan Rodgers en su época Swansea.
Es cuestión de estilos, y hemos de aceptarlo. El ataque no lo es todo en un campo de fútbol, los defensas también son una pieza clave, y han de estar bien organizados para evitar que un partido sea un circo. Se puede decir que, en el fútbol, la táctica es más importante que la técnica. El talento sin orden no suele ser aprovechado (y sobran casos que nos brindó la historia), pero en cambio el orden puede hacer parecer mucho mejor a alguien con talento menor.
Desde que comenzó este deporte siempre hubo multitud de formas de jugarlo y nunca pasó nada. No intentemos ahora sacar obligaciones de donde no las hay. Simplemente acomodémonos en el asiento y disfrutemos del espectáculo, sea lo que sea lo que nos brinden los 22 sobre el campo y los que los manejan desde el banquillo.
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