Fútbol instantáneo (VII): La patada del diablo
Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com
En Old Trafford siempre gustaron los jugadores temperamentales, esos que se convierten en la perfecta analogía del Diablo Rojo que simboliza al Manchester United. Entre todos esos jugadores, es uno en particular quien destaca sobre el resto.
'La patada del diablo'
Eric Cantona fue uno de los iconos más reconocibles del fútbol de los 90. Héroe y villano, amado y odiado, alabado y vilipendiado... Nunca dejó a nadie indiferente sobre su personalidad, pero si hay algo que todo el mundo reconoce al unísono es que fue un futbolista de un talento tan inabarcable como tempestuoso. Quizás su caso sea comparable, extrapolándolo a un modelo actual, al de Zlatan Ibrahimovic. Aún siendo futbolistas de estilos diferentes, coinciden en ciertos rasgos característicos.
Cantona era tan impredecible fuera del campo como dentro de él y, por supuesto, también lo era en la zona de frontera entre ambos medios (es decir, durante el momento de abandonar el césped). En un partido en Selhurst Park contra el Cristal Palace en enero de 1995, el francés protagonizó la que probablemente sea la anécdota más recordada de su carrera. Una reacción que vino a demostrar el gusto del delantero por tomarse la justicia por su mano.
Era la estrella y tenía la fama de personalidad complicada. En todo estadio que pisaba, era el objetivo de futbolistas y aficionados rivales, que ejercían un acoso dentro de los límites sobre él para intentar aprovecharse de su temperamento. Por otra parte, Cantona siempre se caracterizó por tener un marcado rechazo a las injusticias, y en aquel encuentro se encontró también con eso. Richard Shaw, uno de los defensas rivales, le hizo un férreo marcaje durante todo el partido, con algunas acciones que el talentoso futbolista francés protestó airadamente al árbitro, como un notable agarrón en la camiseta que le impidió avanzar en un forcejeo ocurrido durante la primera parte.
El ya caldeado ambiente entre ambos futbolistas llegó al máximo en el minuto 56 de partido, cuando peleaban por llegar a un balón largo lanzado por Peter Schmeichel a zona de nadie. Cantona, sintiéndose nuevamente obstruido de manera ilegal, no pudo refrenar una mezcla entre rabia y frustración y provocó el final de su partido propinándole una patada en la espinilla a su rival, lo que provocó su expulsión. Era la quinta tarjeta roja en su carrera con el United.
No obstante, no fue ese incidente el que hizo que aquello se recuerde todavía hoy. Durante su camino hacia el túnel de vestuarios, Cantona vio como un seguidor del Palace le seguía corriendo por la grada increpándole y gritándole que se fuera de vuelta a Francia (añadiendo, entre medias, alguna mención a una supuesta profesión de su progenitora), algo que el carácter de Eric, ya suficientemente castigado, no soportó. El emblemático número 7 de los red devils descargó la ira acumulada por la expulsión sobre el seguidor rival, propinándole la patada voladora que se puede observar en la imagen y algún que otro puñetazo al aire.
Aquel incidente hizo correr tinta y conllevó una dura sanción para el jugador del United, que no volvió a jugar durante aquella temporada. Por otra parte, aquello también nos dejó la que probablemente sea una de las ruedas de prensa más apoteósicas de la historia de este deporte. Un Cantona con cara muy seria entraba en una sala atestada de periodistas buscando carnaza y, segundos después de sentarse, pronunciaba con inquebrantable calma las siguientes palabras:
"Cuándo las gaviotas siguen al pesquero es porque creen que tirará sardinas al mar"
Tras las cuáles, y sin mediar palabra, se levantó y abandonó a una multitud cariacontecida y que se debatía entre la risa y la confusión. The King lo había vuelto a hacer, había dejado al mundo sin palabras.
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