27 feb 2013

Destapando la manga


 Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com

José Mourinho siempre se guardó todos los ases en la manga para mostrarlos en el momento adecuado. A veces ganó, y otras perdió, pero desde luego casi siempre supo ir un paso por delante del resto, levantando suspicacias de todo tipo.

El mundo del fútbol está lleno de opinadores, y muchos de ellos se guían poco por el fútbol y mucho por filias y fobias personales. En el caso de Mou, todo esto se magnifica, y es difícil encontrar a gente interesada en este deporte que se muestre indiferente hacia su figura. El propio personaje así lo quiere, no le gustan las medias tintas. Él mismo sabe que para adelantarse al resto no puede casarse con nadie. De esa forma se encuentra con la previsibilidad en sus detractores, ya que lo atacan por cualquier cosa, y a la vez le da margen a la hora de que, cuando haga algo realmente significativo la gente esté ocupada en otras cosas y no le dé la importancia debida.

Dentro de estos opinadores abundan los aprovechados. Periodistas que tienen en el portugués a su gallina de los huevos de oro, que les hace vivir cómodos en su poltrona de creadores de odio mientras a su vez rezan por no perder nunca aquello que critican, porque les facilita (y mucho) su trabajo, les hacen tener que pensar menos a la hora de opinar. Aquellos que defenestraban a Pellegrini por falta de caracter y que se ceban ahora con el actual técnico del Real Madrid porque sí lo tiene. Aquellos que pregonan que el de Setúbal sólo provoca crispación y que utilizan como réplica la creación de un todavía mayor belicismo verbal. En definitiva, una amplia fauna de hipócritas y gilipollas (en el buen sentido de la palabra, que nadie se enfade) que pueblan nuestro país.

Sinceramente, no me sorprendería que todos los rumores sobre el mal ambiente del vestuario madridsta sean una obra orquestada por Mourinho. Se habla mucho y se demuestra poco, y manipular lo que rodea a su equipo para su propio beneficio es una de las señas de identidad del entrenador. Quizás no sea más que un simple guión escrito para la larga actuación que supone comenzar una nueva temporada.

La de Mou es una personalidad que levanta ampollas, al igual que la de Guardiola, pero hay que cerrar demasiado la vista para manifestar públicamente que no tiene ni idea de fútbol, como se escucha cada día en esas cómicas tertulias deportivas en las que se habla de todo menos de deporte. No es que tenga idea, sino que además es sobrada y los títulos así lo atestiguan. Cuando aparecen los defensores acérrimos del antimourinhismo, con su fachada absurda de justicieros de lo políticamente correcto, mientras caen en lo mismo que critican (con insultos fáciles y descalificaciones varias) me da la sensación de estar ante una legión de papanatas siguiendo el camino del pastor, al igual que lo sentía cuando esos mismos (aunque vistiendo otros colores) hacían lo propio con Guardiola, pero con motivos completamente opuestos. A Pep le acusaban de hipócrita, ellos, especialistas de la puñalada trapera.

A estas alturas todos entenderíais que no hablo de opinión pública, tan maleable y propensa a subirse a carros (además de las evidentes cuestiones de afición por equipos rivales), sino del periodismo de barrios bajos. Ese periodismo, principal interesado en tener carroña fresca, que enarbola la falsa bandera de la corrección. Esos opinadores de barra con carnet profesional que cada partido lo basan en destilar odio contra el entrenador fijado en su punto de mira y nunca en tratar los aspéctos tácticos y técnicos del juego que el aficionado debería reclamar.

José Mourinho sabe que el objetivo es la décima, y puede que creyese (aunque evidentemente no es probable que la tirase a propósito) que sin presiones ligueras sería más fácil, y que dando sensación de equipo acabado el factor sorpresa se convierte en clave. En el día de ayer su equipo dio síntomas de sintonía y de que existe un bloque perfectamente orquestado para las metas que quedan por delante. Mou se sacó su primer as de la manga y se plantó en la primera final sin dar las muestras de debilidad que el equipo viene dando en liga. Lleva meses trabajando bien a la sombra, y eso se nota. Se nota que su meta de esta temporada está en estudiar a los rivales grandes y crear un equipo capaz de batirlos en las citas europeas, y que lo de ayer fue la prueba evidente. No sólo demostró tener a un equipo compacto ante los rivales importantes, sino que además demostró que los jugadores están con él (Varane fue a su encuentro nada más marcar el gol) y que incluso los que parecían renegados, como Iker Casillas, están dispuestos para entrar en su causa. Podrá tener más o menos éxito, pero desde luego mi sensación es que a día de hoy tiene la situación perfectamente encarrilada.

Ayer Mourinho rió merecidamente, porque tuvo razón, y toda ese regimiento de demagogos habituales no se resignó a callar, siguió buscando motivos. No culpen a Mourinho y a sus palabras de las reacciones de otros, ya que indignarse con las palabras de un hombre de fútbol sobre cuestiones que no influyen en la vida diaria de nadie es algo que demuestra mucho tiempo libre y mucha incomodidad existencial. Relájense, disfruten del fútbol. Toda esa gente que exige la presencia en rueda de prensa del primer entrenador para preguntarle sobre temas extrafutbolísticos y sacar carroña, y que después de defender a Iker del malvado ogro de Setúbal menosprecian su aparición de ayer en rueda de prensa porque trastocó sus planes de ataque no merecen que les dediquen ni un segundo de su tiempo. No se dejen influir por los opinadores ni por las palabras de Mou, porque ambas están muy estudiadas y con el único motivo de sacar beneficio propio. Huyan de ese juego, vivan felices y disfruten del fútbol. Y, sobre todo, no se olviden de que yo soy un opinador más y tengan clara una cosa: el buen sentido de la palabra 'gilipollas' no existe.



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