12 jun 2022

El fútbol según Coruña


 Por Rubén Pedreira 

El fútbol, desde la grada, no es más que la ilusión de que algo bonito pase, porque por mucho que queramos nada depende de nosotros. Es como ver a tu hijo salir por la puerta camino de un examen final: Esperas con todas tus fuerzas que le vaya bien, pero si le va mal le vas a seguir queriendo, evidentemente. Yo creo que eso es el fútbol. Eso y la ciudad en blanco y azul, la tensión durante semanas, los niños con su equipación, las decenas de miles de personas que sienten que este equipo es algo en sus vidas. La unión de la ciudad, e incluso un nexo de unión con los muchos que son de fuera de ella y también ven esto como propio.

En un mundo en el que todos somos enemigos de quien no es realmente nuestro enemigo porque así nos lo dogmatizan cada día, sentimientos como los que rodean al fútbol bien entendido son casi movimientos reaccionarios. Las ciudades necesitan puntos de encuentro para no perder su humanidad. El Deportivo tiene la suerte de no ser solo un equipo (hay muchos otros que también tienen esa suerte, pero muchos más que no), es también la personalidad de la ciudad materializada en algo tangible y contagioso. El fútbol son 90 minutos, pero en los días grandes el fútbol dura más.

El fútbol hay momentos en los que dura semanas, que dura desde esa ilusión colectiva por la compra de entradas para algo grande hasta que te cruzas con esa señora que, al verte volviendo a casa con la camiseta puesta y la cara algo descolocada, no duda en decirte un "ánimo, neniño". Porque en esas palabras está contenido todo lo que se siente en esos momentos posteriores y porque en Coruña, en los años recientes, los días grandes siempre acaban con palabras de ánimo y no con palabras de alegría. Pero mientras miremos alrededor y el color de las calles siga siendo blanco y azul, todo estará bien aunque se necesiten levantar los ánimos. Todos estamos fatigados de ver ya la derrota como algo endémico y hay que salir de ese pozo porque cada año que pasa es más difícil. Pero creo que, también, cada año tenemos más claro lo que somos. 

Al final todo se resume en eso, entender que esto solo es la ilusión de que algo bonito pase. Fragmentos de vida que llegan cada domingo para que durante 90 minutos esperemos lo bueno de algo sobre lo que no tenemos control tras toda la semana dando lo mejor en lo que sí controlamos. Perder no es admisible (en el sentido de que cuando sucede hay que removerlo todo para que no vuelva a suceder y no asentarse en una mentalidad derrotista), pero es posible. Y cuando no depende en nada de ti, lo único que puedes hacer es rehacerte.

Tristeza sería ver que estamos solos,ver que a nadie más le importa. Tristeza será cuando esto ya no se pueda mantener. Pero que me den este escudo en preferente y yo estaré ahí igual. Porque para mí esto son esos 90 minutos semanales dedicados a la ilusión de ver crecer algo que siento como mío

0 comments:

Publicar un comentario