21 mar 2018

La ilusión robada




Hay una canción que la afición del Deportivo aceptó como suya hace tiempo y que acompaña a los éxitos del club desde hace casi dos décadas. Esta canción, tan escuchada en las buenas épocas del equipo blanquiazul (y que tanto llevamos sin oír debido al poco ambiente de celebración que vivimos desde hace tiempo) reza la ya famosa frase de 'y pobre del que quiera robarnos la ilusión'. Pues bien, si nos tomamos esa frase como lema, tengo que decir que este último fin de semana es el punto que tomo como aquel en el que considero definitivamente robada la ilusión.

¿Por qué justamente este fin de semana? pensará quien lea esto creyendo, quizá, que debería haber puesto el marcador un poco antes incluso. Y es cierto que esta temporada tuvo innumerables motivos para dejar de creer increíblemente pronto, pero es que he de decir que me ilusiono con poco en lo que al Dépor se refiere e incluso cuando llegó Seedorf intenté tomármelo por el lado bueno. Es una seña de identidad de la afición coruñesa eso de crear mucho con lo poco que recibe, pero como digo esta última jornada fue el punto de inflexión que dicta que ya no hay ilusión posible. El partido de Riazor ante Las Palmas, infame como pocos, dejó a las claras que Seedorf no va a salvar esto pero tampoco hubo movimiento alguno para darle el timón a alguienque sí pueda ser capaz. La señal es inequívoca: el capitán ya cree estar seguro de que el barco está hundido y simplemente lo deja irse a pique sin perder el tiempo con maniobras infructuosas.

Lo cierto es que llama la atención que el técnico neerlandés siga teniendo otra oportunidad a pesar de los 15 días que había de margen hasta la próxima jornada y la total incapacidad que mostró para cambiar nada a mejor. También, como opinión personal, me llama la atención que siempre que sale a rueda de prensa se tiene una excesiva benevolencia en las preguntas que se le realizan, como evitando que explique cuestiones tácticas (aunque sobre el césped no se atisba señal alguna de que exista pizarra alguna) y limitándose a cuestiones sobre esa psicología de la que tanto le gusta hablar al entrenador o sobre algún que otro chascarrillo o banalidad que siempre se cuela entre las preguntas pre y postpartido. Quizás esto sea una simple sensación mía, pero tengo la impresión de que entrenadores con una media de puntos mucho mejor y estilo de juego infinitamente más aseado tuvieron que vivir ruedas de prensa mucho más duras en sus momentos malos. Quizás se explique simplemente por el hecho de que ya todo da un poco igual, o quizás no.

En cualquier caso, lo único que podría haberse hecho para al menos encender una pequeña llama en la grada que diera motivos para creer que se puede cambiar la imagen sería un nuevo cambio de técnico. Sé que no todo se soluciona cambiando a un entrenador y a la vista está en base a lo experimentado estos años, pero en este caso es tan evidente (ojalá me equivoque) que Seedorf no es capaz de mejorar el rumbo que no queda otra que plantearse esa opción como vía única de escape ya no de un descenso que parece ineludible, sino del ridículo absoluto.

Sólo se me ocurren un puñado de motivos por los que a día de hoy el banquillo del Dépor no esté vacante o con un nuevo dueño, que ordeno de menor a mayor gravedad: o realmente la banca está ya en números rojos hasta un nivel extremo, o se le firmaron a Seedorf por contrato un número mínimo de partidos a dirigir o el consejo de administración no quiere realizar un cambio porque si la cosa va a mejor su decisión con Seedorf quedaría aún más en evidencia de lo que ya fue quedando con el paso del tiempo. La opción de la confianza en el proyecto no la contemplo, porque la media de puntos en la fase más asequible del campeonato es casi de record negativo en la historia de la competición.

Quizás 'robo' no sea la palabra adecuada para definir el final de la ilusión por la permanencia, porque no se la quedó nadie sino que simplemente se dejó que se desvaneciera. Seguramente en los peores años de la historia del club ocurriera alguna vez algo así, pero yo no viví nunca un final de temporada con la sensación de que los meses de competición que restan son puro relleno a la espera de un pésimo final. Al fin y al cabo, el descenso no es el fin del camino y simplemente hay que trabajar por volver.

0 comments:

Publicar un comentario