14 ago 2015

Unai Emery y la tiranía del encanto


 Por Rubén López | rubenlopezfcp@gmail.com

La Supercopa de Europa celebrada el pasado martes se saldó con la quinta victoria de la historia del Unai EmeryBarcelona en el trofeo que enfrenta a los campeones de las dos máximas competiciones europeas. No obstante, aunque el equipo de Luis Enrique se llevó el premio, el Sevilla vendió muy cara su derrota, algo evidenciado por el hecho de que consiguieran forzar una prórroga después de ir perdiendo 4-1 en el minuto 52.

Los de Emery encararon el partido con valentía desde el primer momento. Se negaron a encerrarse atrás y presionaron arriba la salida de un Barcelona que está todavía en una tardía fase de preparación de lo que será su temporada, se notaba en el equipo culé que existía cierto óxido en los automatismos que se esperan en su juego de cara al curso que ya empieza. No tardó, con esta premisa, en llegar el gol que adelantaba, en el minuto 3, al equipo andaluz. El gol de un Banega que con Unai hace todo lo que se le reprochaba no hacer en Valencia otorgaba al encuentro un nuevo panorama, aunque dos acciones de Messi voltearon el marcador en un intervalo poco mayor de diez minutos.

A partir de ese momento el Barcelona supo aprovechar las debilidades del Sevilla, que se encontraban sobre todo en un doble pivote al que le faltaba capacidad de destrucción, y una defensa en circunstancias extraordinarias, con un Rami tocado (que aún así jugó un buen encuentro) y un Messi Banega SupercopaKrychowiak reconvertido en central. Una buena gestión de esas debilidades hizo que los culés se pusieran 4-1 a falta de menos de la mitad del encuentro, pero a partir de ese momento Emery comenzó a gestionar su gabinete de crisis. Hizo los cambios necesarios para activar a los suyos y empezó a explotar el juego por bandas de manera insistente y veloz, algo contra lo que el Barça no estaba en posición de combatir. Los tres goles que necesitaban los sevillanos se fueron sucediendo uno tras otro, aprovechándose de las debilidades que provocaban los centros colgados en la defensa blaugrana y las entradas laterales en el área por velocidad. El partido llegaba 4-4 al minuto 90 y debía decidirse en la prórroga.

En los 30 minutos extra, la historia tuvo ya poco de táctico y mucho de pasional. Dos equipos exhaustos intercambiaron golpes como podían, hasta que Pedro apareció haciendo lo que mejor se le da: aprovechar oportunidades. Un gol del canario en el momento justo, a la salida de una falta cuando quedaban sólo 5 minutos hizo que el Sevilla se encontrase una situación desesperada de la que no pudo salir airoso.

El partido fue una derrota para Emery, pero volvió a evidencia la clase de entrenador que es. Tiene una capacidad de gestión de situaciones críticas muy superior a la media, y su talento para leer el Emery Banegajuego y efectuar los cambios justos es una baza clave para su equipo, que le permite solventar errores iniciales de planteamiento de manera eficaz.

Unai es, sobre todo, un entrenador de partidos. Es un técnico que se encuentra más cómodo y luce de mejor manera durante los 90 minutos que dura cada encuentro en lugar de en la preparación para el mismo, aunque también es meticuloso hasta el extremo con lo que rodea a su equipo. Es, seguro, uno de los mejores gestores de recursos de Europa, pero no tiene el cartel que merece. Es posible que el no tener un pasado como futbolista de éxito o un carisma de ese estilo que tanto gusta a las cámaras sean aspectos que le pasen factura de cara al aficionado, pero existen unos cuantos equipos de primer escalón a los que su estilo les habría venido como anillo al dedo, y prefirieron llamar a otras puertas. Mientras tanto, ahí sigue, llevando al Sevilla de nuevo a altas cotas maximizando las capacidades de sus jugadores, haciendo que exploten lo que mejor saben hacer y que sepan evitar situaciones donde sus errores se magnifiquen.

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