26 dic 2012

Reencuentros en la penúltima fase


 Por Rubén López | ruben@futbolconpropiedad.com

Era todavía un novato en el fútbol profesional cuando un hombre con mucho camino recorrido y una idea genial le cambió la vida. Juan Román Riquelme tuvo la suerte, allá por 1998, de encontrarse con un técnico que confió en él como una de sus principales bazas ofensivas. Y lo mejor de todo fue que salió mejor aún de lo esperado.

Román acababa de salir por aquel entonces de una complicada época bajo las órdenes de Hector Veira, un técnico que no confió en él, pero la llegada de Carlos Bianchi al banco de La Bombonera lo cambió todo. Le dio la camiseta con el 'inmancillable' número 10 y lo hizo ser el principal responsable de suministrar balones a sus compañeros de ataque, los también legendarios Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo. Aquellos años le dieron la oportunidad de consagrarse definitivamente como una de las estrellas del fútbol sudamericano y conseguir el firme interés de equipos europeos de primera línea.

Con el esquema de Bianchi, Román alcanzó fama mundial y se convirtió en uno de los principales ejemplos contemporáneos de mediapunta clásico. Con el Virrey en el banquillo, Riquelme ganó todo lo que puede ganar un equipo sudamericano, y en muchos de esos éxitos, el 10 fue pieza clave e indispensable. Boca Juniors ya eran 'Los de Román'.

Aquel espectáculo xeneize estaba armado alrededor de la figura del 'Torero', que distribuía todo el juego ofensivo del equipo de forma que todo parecía funcionar bien en el entramado montado por su técnico, que más que un jefe se convirtió en un padre para su estrella, hasta el punto de llegarle a ofrecer toda su ayuda cuando, en el año 2002, el hermano del jugador fue secuestrado y posteriormente liberado.

Ambos tienen personalidades peculiares, pero se entendieron y se siguen entendiendo de la mejor forma posible, siempre con el fútbol como idioma principal. Los dos se fueron como unos de los mayores ídolos de la historia de Boca, y lo más coherente podría ser acabar sus historias sin volver al lugar donde dejaron un buen recuerdo. No tienen nada más que demostrar en La Bombonera, pero el Virrey se arriesgó a volver, sucumbiendo al magnético efecto de aquel campo que tantas alegrías disfrutó con él, y con su llegada los rumores de que su Delfín decida regresar para ayudar al éxito de su padre futbolístico se hacen cada vez más fuertes.

Se acerca el comienzo del año, y con ello el debut de Carlos Bianchi como DT de Boca. La cuenta atrás para la llegada de su hijo predilecto ya está en marcha, pero hay una divergencia clara en la mente de Román: ¿Podrá más el amor a los colores o el dinero ofrecido desde el Palmeiras brasileño? Todavía es pronto para decirlo, pero la hinchada de Boca sabe que sus colores se sienten más que el resto.


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